domingo, 27 de diciembre de 2020
La familia es la primera escuela en la que aprendemos los valores fundamentales para andar firmemente por la vida. Estos valores se transmiten no sólo con palabras, sino también y principalmente con hechos. No cala ni convence una doctrina si no se demuestra con la vida. Tenemos la misión de hacer Reino de Dios en la tierra, y esta tarea empieza en nuestros hogares, procurando que reine el amor, el respeto, el servicio mutuo..., hasta el desvelo por el que más lo necesita.
Llegada la Navidad, tenemos un día señalado para meditar la realidad familiar. Es también una fecha muy apropiada para resaltar en Comunidad los verdaderos valores que deben reinar en las familias cristianas.
En una familia cristiana, como en cualquier otra familia, lo que nunca debe faltar es el amor. Para ello el diálogo es esencial en todo momento, escuchándonos y poniéndose cada uno en el lugar del otro.
A veces los padres hacen valer su autoridad sin comprender suficientemente las etapas por las que están atravesando los hijos. También éstos deben escuchar más y ser más razonables. Todos necesitamos de un diálogo abierto, sereno y cariñoso.
La familia es la primera escuela en la que aprendemos los valores fundamentales para andar firmemente por la vida. Estos valores se transmiten no sólo con palabras, sino también y principalmente con hechos. No cala ni convence una doctrina si no se demuestra con la vida.
Es importante preocuparse por el bienestar de todos en la familia. Pero nunca debemos olvidar el cultivo de valores como la humildad, la iniciativa, el servicio, el perdón, el compromiso..., en definitiva, los valores de Jesús.
Tenemos la misión de hacer Reino de Dios en la tierra, y esta tarea empieza en nuestros hogares, procurando que reine el amor, el respeto, el servicio mutuo..., hasta el desvelo por el que más lo necesita.
Por último, reparemos también que todos nosotros formamos una familia cristiana. Para Jesús el que cumple la voluntad del Padre, ése es su hermano, su hermana y su madre, es decir, su verdadera familia. Vivamos hermanados unos con otros, valorando todo lo de Jesús y considerándolo como el principal entre nosotros.
P. Octavio Hidalgo
viernes, 25 de diciembre de 2020
NAVIDAD - 25 DE DICIEMBRE 2020
La encarnación del Hijo de Dios y su proyecto redentor son los motivos fundamentales para que los cristianos nos alegremos y felicitemos por Navidad. Hoy nos llega un mensaje entrañable, pero también un gran desafío: los cristianos, como Jesús, hemos de ser luz y testimonio en medio de la familia, entre los vecinos, en el pueblo...
Sí, hermanos. Dios nos ama inmensamente y quiere que seamos felices. Por eso acampa entre nosotros, valiente y liberador, como gesto supremo de Alianza nueva y definitiva con todas las generaciones. ¿Hubiéramos imaginado un amor más desbordante o una atención más entrañable? Dios ha sido siempre generoso y Navidad es una muestra singular de cuánto se ha comprometido con nosotros.
El profeta Isaías alaba al mensajero que anuncia la paz, e invita a aplaudir a Dios porque nos visita como salvador. Por su parte, el autor de la carta a los Hebreos reconoce que Dios se ha comunicado muchas veces y de diferentes maneras. ¡Qué gran verdad! Porque si algo le caracteriza, es hablar, revelarse, manifestarse. Dios no es mudo, no está callado nunca. Por medio de signos, símbolos o mensajeros nos comunica sus ideales y sus proyectos. Su mayor y más entrañable comunicación es Jesús de Nazaret. Él es el gran testigo, su Palabra clave y culminante, la bondad personificada, repleta de vida y de luz.
Hay que destacarlo, hermanos: Dios está empeñado en salvarnos. En Jesús lo intentó y, por lo que a él respecta, cumplió: "En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en la tiniebla, pero la tiniebla no la recibió". Este empeño de Dios es hoy una responsabilidad nuestra. A veces oímos y hasta decimos: "Esto no tiene arreglo". Más aún: "Esto ni Dios lo arregla". Si entendemos la dinámica profunda de la Navidad cristiana, no podemos pensar así, ni tales expresiones han de salir de nuestra boca. La Navidad nos lleva a la convicción profunda de que cada cristiano está llamado a ser luz y vida en medio del pueblo; por tanto, somos solución. La redención sigue y Dios quiere contar con nosotros.
Pero la Navidad presenta una vertiente doble: Dios nos regala elegante y cariñosamente, a su Hijo para demostrarnos lo importantes que somos para él y, sin embargo, muchos respondemos mezquinamente dándole la espalda, prefiriendo la tiniebla a la luz. Es el claroscuro de toda Navidad. Dios no puede forzar nuestra respuesta; la hemos de dar por convicción y en libertad.
Por eso, Navidad es verdadera fiesta si acogemos a Jesús y aceptamos ser, como él, hijos de Dios. Si Dios le ha humanizado, es para elevarnos a la condición divina y así vivir en comunión filial y entrañable con él.
P. Octavio Hidalgo
domingo, 20 de diciembre de 2020
En el mensaje de este domingo sobresale con especial relieve la figura de María de Nazaret, la mujer creyente: abierta a los planes de Dios, a la acción del Espíritu y fiel a su vocación. El evangelio de la anunciación deja muy alta su talla religiosa y creyente. Su disponibilidad y colaboración con Dios es un gran estímulo para cuantos queremos hacer historia de salvación al aire del Espíritu..
Muchas veces en nuestra relación con Dios no caemos en la cuenta de que él es distinto, superlativamente libre y que no se quiere dejar atrapar por nuestras medidas y criterios. David soñaba con levantar un templo digno y adecuado al rango de Dios. Hoy muchos entendemos las cosas de otra manera. Creemos que Dios prefiere que el mundo y cada persona seamos sus templos, y en ellos sentirse acogido y adorado.
Pero, en el mensaje de este domingo sobresale con especial relieve la figura de María de Nazaret, la mujer creyente: abierta a los planes de Dios, a la acción del Espíritu y fiel a su vocación. El evangelio de la anunciación deja muy alta su talla religiosa y creyente. Su disponibilidad y colaboración con Dios es un gran estímulo para cuantos queremos hacer historia de salvación al aire del Espíritu.
María, como otros personajes bíblicos, llamados a colaborar en favor del Pueblo de Dios, no lo tuvo todo claro desde el principio. Al contrario, Dios la sorprende, la conmociona, le cambia los esquemas y el proyecto de vida que había imaginado; en definitiva, le propone otro marco vital. María, después de un debate aclaratorio en clave oracional, dice sí: es un sí rotundo, sin reservas, un compromiso que mantendrá fielmente toda la vida. Entonces confirmó también su apertura al Espíritu, se dejó cubrir por él, y su fecundidad de virgen-madre fue impresionante.
María es un modelo de creyente comprometida, que asume la voluntad de Dios. Es un modelo de solidaridad con el mundo. Es un modelo de fidelidad al compromiso que adoptó siendo prácticamente una adolescente. La estampa evangélica de María deja entrever una personalidad sencilla y fuerte al mismo tiempo, una mujer de gran vida interior y de talante comunitario, una creyente convencida de su misión al servicio total de Jesús desde un protagonismo discreto, una criatura disponible que cautivó la mirada de Dios. Ella es la llena de gracia y bendita entre las mujeres.
P. Octavio Hidalgo
miércoles, 16 de diciembre de 2020
sábado, 12 de diciembre de 2020
Misa en honor a la Virgen de Guadalupe Patrona de Mexico en la Parroquia de San José Obrero y Santa Rita - Sábado 12 de Diciembre 2020 en Vigo Galicia España
Parte de la comunidad Mexicana , Latinoaméricana y Gallega con el Mariachi " Noche de Ronda" que le cantarón las mañanitas a la Virgen y el Himno La Guadalupana - Foto del recuerdo ante el Altar Mayor con el Padre Santiago Párroco de la Iglesia San José Obrero y Santa Rita en la ciudad de Vigo , Galicia España.
viernes, 11 de diciembre de 2020
martes, 8 de diciembre de 2020
Solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Virgen María
Maria atrajo la mirada de Dios. Fue la llena de gracia. El pecado no pudo penetrar ni herir su humanidad. Dios derrochó bendiciones en ella, que supo mantener con elegante dignidad. María vivió con fe y espiritualidad ejemplares.
Decir María inmaculada es decir milagro de Dios. Dios la preservó de todo pecado y le regaló una condición creyente con la que supo colaborar de manera extraordinaria. Según esto, María no es sólo un milagro de Dios, sino también un modelo de creyente fiel y agradecida, siempre disponible y en comunión con su voluntad.
Es la llena de gracia porque le deja hacer a Dios, le abre el corazón de par en par. Si nosotros admiramos y celebramos a María, debemos asumir su ejemplo. Dios también nos bendice y desea que nuestra vida sea santa e inmaculada.
Hoy evocamos a María como creyente, meditando los planes de Dios en su corazón, sabiendo caminar en la oscuridad de la fe, pero confiando siempre en su experiencia religiosa. Y reconocemos con la Iglesia que su estilo inmaculado, elegante y digno es una motivación a ahondar en la conversión. Creemos que el Espíritu nos limpia de todo pecado y es capaz de hacer fecunda nuestra vida, como fecundó la historia de María.
Al celebrar a María, limpia y atractiva, sentimos en el interior un gran deseo de pureza vital y de compromiso con la voluntad de Dios. El Concilio Vaticano II recomienda conocer, amar e imitar a María. No se puede amar e imitar a quien no se conoce. Y para conocerla, nada mejor que recurrir al Nuevo Testamento, sobre todo a los evangelios, y a los documentos del Magisterio de la Iglesia. Nuestro aprecio por María ha de estar fundamentado adecuadamente. En la medida en que la conozcamos desde la Biblia y desde la teología, crecerá nuestro amor verdadero hacia ella y sentiremos una mayor admiración. Todo ello impulsará en nosotros el deseo de imitarla, de ser creyentes como ella, de vivir con docilidad y bienaventuranza ante Dios y ante los demás. Así tiene sentido la devoción a María, pues el interés por ella no depende de costumbres ni de emociones populares, sino de la talla religiosa y creyente que descubrimos en su personalidad.
P. Octavio Hidalgo
domingo, 6 de diciembre de 2020
En el hoy de la Iglesia nos puede resultar chocante "preparar el camino al Señor", cuando en realidad él ya ha venido. Sin embargo, es posible que no haya podido hacer el recorrido del todo, porque en algún momento hemos abierto una zanja o hemos echado demasiados escombros en el camino intentando impedir su acceso. Preguntémonos sinceramente: ¿Nunca le hemos cerrado el camino al Señor?. Él es tan respetuoso con nuestra libertad que no puede llegar hasta nosotros si no se lo facilitamos, es decir, si no allanamos los senderos.
Vivir es caminar. Todo ser humano ha nacido para andar y progresar. Quedar parado puede resultar cómodo, pero es engañoso. Caminar es causa y consecuencia de que hay ganas de vivir.
El camino es un símbolo con muchos significados. Este símbolo se utiliza frecuentemente en la Biblia. Todos los años en Adviento oímos la misma propuesta: "Preparad el camino al Señor". ¿A qué nos suena? ¿Encontramos al Señor en el caminar de la vida?
En el hoy de la Iglesia nos puede resultar chocante "preparar el camino al Señor", cuando en realidad él ya ha venido. Sin embargo, es posible que no haya podido hacer el recorrido del todo, porque en algún momento hemos abierto una zanja o hemos echado demasiados escombros en el camino intentando impedir su acceso. Preguntémonos sinceramente: ¿Nunca le hemos cerrado el camino al Señor?. Él es tan respetuoso con nuestra libertad que no puede llegar hasta nosotros si no se lo facilitamos, es decir, si no allanamos los senderos.
Frecuentemente los seres humanos complicamos la vida en exceso: ponemos barreras a la comunicación y, también, a la relación con Dios. Puede suceder que, cuando nos demos cuenta, haya tanta barrera acumulada que lo lamentemos. Hoy, que valoramos tanto la ecología y la comunicación, tiene aún menos sentido poner barreras y echar escombro donde no se debe. Si esperamos una tierra nueva, eso será posible por nuestro cuidado y empeño, es decir, por la "vida santa y piadosa" que debemos llevar, como dice la carta de San Pedro. Esto, en cristiano, se alcanza con la conversión. El Señor es amorosamente paciente como el que más: "No quiere que nadie perezca". Pero si nuestro mundo y nuestras personas se desintegran, no hemos de echar la culpa a Dios. Él es como el buen pastor que "lleva en brazos los corderos y cuida de las madres". Nuestra labor y compromiso es lograr que la historia se humanice y que brote una tierra nueva, llena de justicia y de Evangelio.
Para esto, la figura de Juan el Bautista es todo un símbolo en el camino del Adviento. No sólo vocea la conversión y practica un bautismo con agua para el perdón de los pecados, sino que anuncia apasionadamente la cercanía de quien bautiza con Espíritu Santo. Todo él es un ejemplo de austeridad y de servicio al Redentor. Su bautismo no es más que un signo del de Jesús.
Resumiendo, Dios nos encuentra en el camino de la vida. Quiere llegar enteramente a nosotros. Pero este encuentro, íntimo y profundo, no es posible si no le facilitamos el acceso. Jesús siempre será para nosotros un ejemplo de caminante, movido por el Espíritu, ilusionado y conmovido por el ideal del Reino de Dios.
León Felipe, un poeta nuestro, entendió así el camino como símbolo:
"Nadie fue ayer,
ni va hoy,
ni irá mañana
hacia Dios
por este mismo camino
que yo voy.
Para cada hombre guarda
un rayo nuevo de luz el sol...
y un camino virgen
Dios".
P. Octavio Hidalgo
domingo, 15 de noviembre de 2020
Verdaderamente, la vida es el mayor de los dones y el mayor de los riesgos. Es el talento inicial con capacidad para generar otros muchos talentos. Desarrollarla, hacerla fecunda es la gran misión y la primera responsabilidad de un cristiano. Por experiencia y por fe sabemos que la vida gana con la entrega, crece poniendo en juego sus oportunidades, se ensancha gozosamente cuando la invertimos en función de los demás. El que la guarda y la cobija tanto que no la hace rendir, la marchita de tal manera que termina arruinándola...
El canto de la sabiduría bíblica a la mujer contrasta con otros cantos de la vida moderna y postmoderna. Los valores que se resaltan en ella son los que en verdad embellecen a las personas. Tanto esta primera lectura como el Evangelio resaltan singularmente la laboriosidad, la habilidad, la responsabilidad con los dones recibidos; en definitiva el poner la vida al servicio de Dios y del prójimo.
La parábola del Evangelio apunta a dos actitudes: la de quienes hacen rendir sus cualidades y carismas al servicio del bien común, y la de quienes entierran y hacen estéril lo que el Señor les dio. Siempre me ha gustado el testamento que el fundador del Movimiento Scout, Baden-Pawell, dejó a sus seguidores: "Creo que Dios nos ha puesto en este mundo encantador para que seamos felices y gocemos de la vida. Pero la felicidad no proviene de la riqueza, ni del tener éxito, ni dándose gusto a sí mismo... La manera de conseguir la felicidad es haciendo felices a los demás... Tratad de dejar el mundo en mejores condiciones que tenía cuando entrasteis en él. De esta manera cuando os llegue el momento de morir, podréis hacerlo felices, porque por lo menos no perdisteis el tiempo e hicisteis todo el bien que os fue posible".
Verdaderamente, la vida es el mayor de los dones y el mayor de los riesgos. Es el talento inicial con capacidad para generar otros muchos talentos. Desarrollarla, hacerla fecunda es la gran misión y la primera responsabilidad de un cristiano. La propia vida nos pide laboriosidad mientras aguardamos el Día del Señor, como indica la segunda lectura. Por experiencia y por fe sabemos que la vida gana con la entrega, crece poniendo en juego sus oportunidades, se ensancha gozosamente cuando la invertimos en función de los demás. El que la guarda y la cobija tanto que no la hace rendir, la marchita de tal manera que termina arruinándola.
No hay razones de peso que justifiquen el descuido o la holgazanería. No hay motivos para que la vida personal acabe en el chasco de la infecundidad. No, no hay excusa para el pecado de omisión, un pecado más frecuente de lo que creemos. Tal vez no le demos importancia. Sin embargo, sus nefastas consecuencias y su gravedad saltan a la vista en el deterioro de muchas personas y en el enrarecimiento de la vida social. El Evangelio descalifica contundentemente la actitud encogida, cobarde y mezquina de quien no quiso poner en funcionamiento el talento recibido: no fue fiel y cumplidor, no administró solícitamente lo que recibió como un regalo. ¿Quién de nosotros no se ve más o menos reflejado en esta foto?
El plan y la gloria de Dios estriba en que pasemos por la vida dando fruto abundante y de manera permanente (Jn 15,8.16). La clave del acierto está en ser "fiel y cumplidor", como repite la parábola. Por tanto, en la Iglesia no debe haber nadie inválido, es decir, nadie debe decir: no sé, no valgo, no puedo... Es una insensatez indecente enterrar las cualidades y talentos. Todos sabemos, valemos y podemos hacer algo. Tampoco procede contentarse con lo mínimo, rebajar el compromiso, vivir comodonamente. Es una manera de enterrar los dones, que nos han regalado con otra finalidad: el bien común y el Reino de Dios. Ojalá nunca sintamos en el fondo de nuestra conciencia el reproche de la parábola, sino la felicitación por haber hecho rendir los talentos: "como has sido fiel en lo poco..., pasa al banquete de tu señor".
P. Octavio Hidalgo
sábado, 7 de noviembre de 2020
Todos corremos el riesgo de abandonarnos cuando se debilita la esperanza. Lo más fácil es adormilarse y despreocuparse de todo. Pero, ¿no es ésa la tónica de los mediocres? Todas las generaciones hemos recibido los buenos consejos de la constancia, la paciencia, la atención, la responsabilidad..., para no perder el tren de la vida. Si perdemos ocasiones, en gran parte se debe a nuestro descuido e irresponsabilidad
Los libros sapienciales del Antiguo Testamento cantan a esa sabiduría integral, que ayuda ampliamente a las personas a conducirse por la vida. Quien la busca con verdadero deseo y buena intención, la encontrará, "pues a su puerta la hallará sentada". Ella misma nos busca, si nos encuentra dignos, y se nos muestra benévola, afirma la primera lectura.
En efecto, si nos abrimos a esta sabiduría bíblica, dispondremos de muchos recursos para vivir con calidad. Más aún, sabremos enfocar y esperar la muerte como lo que verdaderamente es, según la fe: un encuentro amoroso con Dios, por quien aspira todo nuestro ser: "mi alma está sedienta de ti; mi carne tiene ansia de ti". ¿No hemos soñado la muerte como un encuentro de comunión con el Dios que nos espera con los brazos abiertos?
Sin duda este encuentro amoroso se dará si vivimos con las lámparas encendidas. He ahí una indicación de la sabiduría que revela la parábola evangélica. Nos habla de personas atentas y de personas descuidadas. Sólo las atentas están al tanto de los acontecimientos, mantienen un nivel de calidad, dan intensidad a los momentos concretos de la vida. A las personas descuidadas y desatentas les vencen los problemas. Y después vienen las quejas: "Señor, señor, ábrenos"...
Todos corremos el riesgo de abandonarnos cuando se debilita la esperanza. Lo más fácil es adormilarse y despreocuparse de todo. Pero, ¿no es ésa la tónica de los mediocres? Todas las generaciones hemos recibido los buenos consejos de la constancia, la paciencia, la atención, la responsabilidad..., para no perder el tren de la vida. Si perdemos ocasiones, en gran parte se debe a nuestro descuido e irresponsabilidad.
Sorprende en la parábola que unas doncellas no hayan querido compartir el aceite con las otras. Hay que decir que el matiz del compartir no es el que quiere destacar esta parábola. Lo que pretende Jesús es que reparemos en valores de tipo personal que dependen exclusivamente de nosotros: o uno es atento o es descuidado; o trabaja la calidad de su vida o se abandona. En esta responsabilidad nadie nos puede sustituir. Por tanto, no es propio de un cristiano andar por la vida despistado o adormilado. Un cristiano siempre debe ser un hijo de la luz. De ahí que acabe la parábola insistiendo en la vigilancia y en la vida atenta.
P. Octavio Hidalgo
domingo, 1 de noviembre de 2020
Comentario:
Los santos son el mejor exponente de nuestra Iglesia: son quienes le dan color y la hacen creíble, quienes revelan y acercan el ideal cristiano.
La santidad es el modo peculiar y necesario del ser de Dios y es también el talante propio con que nos soñó a los humanos "antes de la creación del mundo". Las elecciones de Dios son acertadas (¡qué duda cabe!), pero no siempre son secundadas por nosotros; de ahí que se conviertan en desafíos.
En la Iglesia, como recuerda el Concilio, todos estamos llamados a la santidad (LG V). Es una consigna básica en Jesús y un don del Espíritu: "sed, pues, perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto" (Mt 5,48). Esta consigna se extiende a lo largo del Nuevo Testamento (cf. lTs 4,3; Ef 5,3; Col 3,12...). Las pistas de la santidad cristiana nos vienen trazadas por las Bienaventuranzas.
Hace unos años la palabra santidad no tenía muy buena acogida; para muchos era expresión devaluada, porque no habían descubierto su verdadero valor, o porque habían recibido ejemplos desacertados; para otros, sin embargo, era y sigue siendo fuerza de vida, energía apasionante, valor de personalización.
Son los santos los que encarnan y revelan este valor sin que se pierda en lo abstracto. Santo es un tipo logrado, cuya existencia sorprende y arrastra; una persona feliz, de vida interior exuberante, que sin embargo actúa con sencillez y hasta con sentido del humor, mezcla de equilibrio y de seguridad personal. Santo es una persona con arte y genio para vivir, que no es necesariamente un héroe ni un mártir, pero sí un testigo apasionado de la verdad, con corazón de primavera. Santo es, en definitiva, quien sabe vivir y, por tanto, tiene capacidad y arrojo para realizar aquello que los demás sólo intuimos.
P. Octavio Hidalgo
domingo, 18 de octubre de 2020
Jesús tenía unos objetivos superiores a los meramente políticos. Sus prioridades apuntan más alto. Con soltura y autoridad traslada la cuestión política al ámbito religioso: Dios es infinitamente más que el César. Es lo que apunta la primera lectura: "Yo soy el Señor y no hay otro". Por eso, al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios
Con qué sencillez y precisión describe la segunda lectura la misión evangelizadora: "cuando se proclamó el Evangelio entre vosotros no hubo sólo palabras, sino además fuerza del Espíritu Santo y convicción profunda". Para evangelizar con impacto nada mejor que rebosar espiritualidad. El misionero, aquí y allá, es un testigo que habla de la abundancia que lleva en el corazón.
El pasaje evangélico tiene como trasfondo la realidad nacionalista que se vivía en tiempos de Jesús. Algunos fariseos consideran que ésta es una cuestión oportuna para ponerlo en un aprieto: que se defina políticamente, a favor del régimen establecido o a favor de la resistencia contra el invasor.
Digamos, de paso, que en todo tiempo y lugar ha habido gente tramposa. Jesús lo experimentó repetidamente. Muchas veces quisieron enredarlo para comprometerlo. La cuestión del tributo al César es una más. Pero él siempre vivió con atención, con vigilancia y con inteligencia. Por eso nunca lo pillaron en un despiste o fuera de juego. Más aún, sabía muy bien cuándo venía alguien con buena o con mala intención.
Aquellos, que venían a cazarlo, suavizan cínicamente Ia cuestión alabando su honestidad: "sabemos que eres sincero y que enseñas el camino de Dios conforme a la verdad, sin que te importe nadie, porque no te fijas en la apariencias. Dinos, pues, qué opinas". Jesús, que es listo, les descubre las intenciones: "¡hipócritas!, ¿por qué me tentáis?", y les contesta por donde no esperan. Él tenía unos objetivos superiores a los meramente políticos. Sus prioridades apuntan más alto. Con soltura y autoridad traslada la cuestión política al ámbito religioso: Dios es infinitamente más que el César. Es lo que apunta la primera lectura: "Yo soy el Señor y no hay otro". Por eso, al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios.
Como resumen, aprendamos de Jesús a ser ciudadanos con criterio, despiertos y críticos, y a vivir con un interior tan abundante que tengamos recursos suficientes para cuando alguien nos pretenda acosar.
P. Octavio Hidalgo
sábado, 10 de octubre de 2020
Aunque Dios ha montado la fiesta para todos, sólo acuden los verdaderamente pobres, los sencillos y necesitados, los que se abren a su novedad. Los agarrados a sus asuntos y a sus aventuras particulares están demasiado ocupados. Es la historia repetida: el Señor nos oferta unos valores superiores y muchos preferimos unos valores inferiores, cuando no unos contravalores o vicios de apariencia atractiva...
Invitar a otro a comer es un signo de cordialidad, de celebración agradable y festiva. En torno a un convite fluyen la comunicación, la amistad, el interés por el otro, aflora la intimidad, se acrecienta la confianza, etc. En un banquete los invitados son los importantes.
Pues bien, ahí está la parábola del Reino de Dios. La imagen que presenta Isaías es formidable: Dios, abierto y generoso con todos los pueblos, quiere hacer una fiesta, porque desea que la corriente de su felicidad llegue a todos; no quiere ver a nadie triste. Así pues, organiza el banquete de la gran fraternidad con manjares suculentos y vinos de solera. ¡Vaya sorpresa! Dios nos invita, nos quiere en el círculo de sus amigos, y, además, hace de cocinero, de camarero... Ya lo decía Jesús: "Yo estoy en medio de vosotros como el que sirve" (Lc 22,27). ¿Os imagináis tal banquete de fraternidad en común unión?.
Aunque Dios ha montado la fiesta para todos, sólo acuden los verdaderamente pobres, los sencillos y necesitados, los que se abren a su novedad. Los agarrados a sus asuntos y a sus aventuras particulares están demasiado ocupados. Es la historia repetida: el Señor nos oferta unos valores superiores y muchos preferimos unos valores inferiores, cuando no unos contravalores o vicios de apariencia atractiva.
¿Cuántos aciertan a disfrutar la espiritualidad, la religión y el Evangelio?. Estamos viendo que no se trata de una invitación a vivir teñido de sombras; al contrario, se trata de una invitación a una fiesta deslumbrante. Entonces, ¿por qué hay quien se niega y da la espalda?.
En la actualidad también recibimos semejante invitación. Sabemos que la asistencia es libre y gratuita. Sólo hay una condición: ir con el traje de fiesta. Pero no hay que comprarlo. Se trata de ir con el corazón renovado, con el alma limpia, con los ojos brillantes. No se puede uno sentar en la mesa de la fraternidad de cualquier forma, sino transformados, convertidos, como corresponde a los hijos de la familia de Dios.
¿Son nuestros encuentros símbolos de este gran banquete del Reino de Dios?.
P. Octavio Hidalgo
sábado, 12 de septiembre de 2020
Dios perdona siempre. Más aún, como expresa aquella otra parábola del hijo pródigo, él sale diariamente a nuestro encuentro repleto de cariño y cargado de perdón. Nunca se cansa de perdonar. Es su gran tarea, la que le tiene ocupado día y noche, y todos los días sin excepción. Dios perdona porque es sólo amor y misericordia...
El perdón es un valor de alta calidad. Quien perdona demuestra madurez, grandeza de espíritu, sensibilidad y valentía. Es el otro modo de expresar amor.
El perdón es también un valor destacado en la Biblia, sobre todo el ofrecido por el Dios compasivo y misericordioso. La parábola evangélica es elocuente por sí misma. Las personas pecadoras somos ante Dios como ese empleado insolvente, con una deuda tan grande que es imposible pagarla. Él, misericordioso hasta las entrañas, tiene compasión y nos perdona por completo.
Dios perdona siempre. Más aún, como expresa aquella otra parábola del hijo pródigo, él sale diariamente a nuestro encuentro repleto de cariño y cargado de perdón. Nunca se cansa de perdonar. Es su gran tarea, la que le tiene ocupado día y noche, y todos los días sin excepción. Dios perdona porque es sólo amor y misericordia.
Pero no es fácil perdonar. Sabemos que a algunas personas les cuesta extraordinariamente. La pregunta de Pedro de si siete veces al día es suficiente, ¿nos dice algo? Jesús contesta que no hay que poner límites al perdón: "No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete", es decir, siempre. La respuesta lógica y elegante al perdón recibido es el perdón ofrecido. Todos hemos sido perdonados; pero uno no sabe perdonar si no lo experimenta desde las entrañas.
Preguntémonos si no somos un poco recortados y tacaños cuando debemos perdonar. A veces oímos: "ya estoy cansado de perdonar", "esto es demasiado". Si fuéramos nosotros los perdonados, ¿diríamos lo mismo? Otras veces decimos: "perdono, pero que me den explicaciones, que vengan a reconocerlo, no va a quedar mi dignidad por los suelos". Un perdón con peros no es verdadero perdón. En la parábola aludida del hijo pródigo el padre no pide ninguna explicación.
En resumen, el perdón es un valor de alta calidad humana y evangélica. Debe ser una actitud sobresaliente en todo cristiano. Jesús saca la parábola de la abundancia de misericordia que lleva en el corazón. En la Iglesia el perdón es realzado y celebrado sacramentalmente: es el sacramento de la conversión y de la reconciliación.
P. Octavio Hidalgo
sábado, 29 de agosto de 2020
Jesús es enérgico con todo el que le tienta: "Quítate de mi vista, Satanás...; tú piensas como los hombres, no como Dios".
Gracia de Dios, libertad y sufrimiento son planos que confluyen en nuestra vida de creyentes. Con qué realismo y con qué fuerza expresiva lo confiesa el profeta Jeremías. "Me sedujiste, Señor", equivale a lo que entendemos por gracia de Dios; "me dejé seducir", equivale a la libertad humana de dejar hacer a Dios, puesto que su acción es siempre beneficiosa. El sufrimiento es consecuencia del compromiso. No hace falta que el creyente busque la cruz; la gente se encarga de echársela encima; a veces son, incluso, los propios amigos. Jeremías nos revela su experiencia mística: "la palabra era en mis entrañas fuego ardiente"; pero nos cuenta también su experiencia dolorosa por continuar con la misión profética que Dios le ha encomendado, es decir, por no dar la espalda a su vocación.
La vida de Jesús no fue diferente a la de Jeremías ni a la nuestra. Las dificultades le salían al paso por todos los ángulos. Hasta su íntimo amigo Pedro le quiso apartar de su destino. Pero Jesús es enérgico con todo el que le tienta: "Quítate de mi vista, Satanás...; tú piensas como los hombres, no como Dios".
Tal vez por esto Jesús insiste tanto en el valor de andar por la vida despiertos y vigilantes. San Pablo apuntaba: "no os ajustéis a este mundo", buscad "la voluntad de Dios, lo bueno, lo que le agrada, lo perfecto". Para Jesús no hay otro valor que supere el cumplimiento de la voluntad de Dios. Por eso no tolera que le intenten engañar en algo tan decisivo y tan sagrado como es el proyecto del Padre y su ideal.
En resumen, Dios seduce. La vocación cristiana es atractiva, ilusionante, pero no está exenta de riesgos y de sacrificios. Que nos entre muy dentro: no hay verdadero seguimiento cristiano sin cruz. Pero recordemos: "dichosos los perseguidos... porque de ellos es el Reino de los Cielos".
P. Octavio Hidalgo
sábado, 22 de agosto de 2020
Las preguntas directas de Jesús son trasladables a cualquier momento de la historia y a cualquier persona. Es conveniente de vez en cuando echarse a la cara, de manera personal y comunitaria, la encuesta que quiso hacer Jesús en su tiempo: "¿Quién dice la gente que soy yo?". "Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?". Entre la gente hay pareceres muy diversos, tan variados como diferentes son las formas de ver la vida: para algunos Jesús es un personaje rentable porque todavía vende...; para otros es un revolucionario y no ven más allá; otros lo consideran el fundador de la Iglesia sin más; algunos reparan en su gran mensaje; y hay quienes, como Pedro, testimonian: "Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo"...
Hemos escuchado en la segunda lectura un breve texto en el que San Pablo se desborda alabando la generosidad y la sabiduría de Dios. Por nuestra condición, configurada a su imagen y semejanza, podemos rastrear un poco las huellas de estos atributos divinos. Pero qué difícil es entender y asumir esta generosidad y sabiduría de Dios en situaciones de enfermedad, muerte inesperada, conflicto o decadencia. Qué difícil resulta entonces para muchas personas hacer una lectura creyente de los acontecimientos. Debemos tener muy presente que Dios no se cansa de querernos.
El texto evangélico gira en gran parte en torno a la figura de Pedro. Sin embargo, hay unas derivaciones muy importantes para todos:
— Las preguntas directas de Jesús son trasladables a cualquier momento de la historia y a cualquier persona. Es conveniente de vez en cuando echarse a la cara, de manera personal y comunitaria, la encuesta que quiso hacer Jesús en su tiempo: "¿Quién dice la gente que soy yo?". "Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?". Entre la gente hay pareceres muy diversos, tan variados como diferentes son las formas de ver la vida: para algunos Jesús es un personaje rentable porque todavía vende...; para otros es un revolucionario y no ven más allá; otros lo consideran el fundador de la Iglesia sin más; algunos reparan en su gran mensaje; y hay quienes, como Pedro, testimonian: "Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo". En efecto, la Iglesia ha reconocido desde el principio el origen
divino de Jesús. El Nuevo Testamento lo atestigua de muchos modos y la Tradición cristiana reconoce en Él la presencia humana de Dios en el mundo, una presencia singular y nueva. Esto es absolutamente fundamental en la personalidad de Jesús. En Él Dios se ha hecho como uno de nosotros, ha compartido plenamente nuestra humanidad, fue una persona histórica. Entender a este Jesús humano, no menos humano que nosotros, es decisivo para valorar nuestra vida desde la perspectiva de Dios.
— De las dos preguntas de la encuesta evangélica, la segunda es la más interesante y decisiva, porque nos afecta directamente. Será siempre una pregunta abierta y desafiante, que compromete las ideas, las vivencias y el testimonio que damos, tanto de manera personal como de manera comunitaria.
— Otro aspecto muy importante de este pasaje evangélico es que la fe acontece por intervención de Dios, es un don suyo: "Eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo". No es posible la fe personal y profunda sin un impacto grande de Dios.
— Otro detalle, que recuerda nuestro bautismo, es que la fe marca como si se tratara de un nuevo nacimiento. Jesús le pone un nuevo nombre a Pedro y le confía una misión. También nosotros hemos recibido una misión: actualmente somos los labios, las manos, los pies, los testigos de Jesús.
— Es un hecho generalizado que la figura de Jesús despierta admiración en mucha gente, incluso a pesar de la Iglesia, es decir, de nosotros, los cristianos. Podemos ensombrecer su talla y disminuir su radicalidad. Lo lógico, sin embargo, es que, a través de nuestro testimonio, penetre más y más en el interior de las personas y de la vida social.
P. Octavio Hidalgo
domingo, 16 de agosto de 2020
La fe es un don que Dios no regatea, como no regatea la salvación. Su corazón no es rácano, sino generoso. No está hipotecado por ningún pueblo ni tiene privilegiados. Por eso el despliegue de su salvación debe alcanzar a todos, es universal. Este aspecto es el que destaca preferentemente el relato evangélico. La acción salvadora de Jesús es para los paisanos y para los extranjeros...
La fe es una actitud religiosa. La podríamos describir como un don de Dios, que hace vibrar a toda la persona. Se expresa por medio de la oración, del testimonio, del compromiso... No es tanto un credo de verdades que hay que saber cuánto una actitud personal de aceptación de Dios y de obediencia al Evangelio. Se apoya menos en lo que otros dicen y hacen, y mucho más en la propia experiencia religiosa. No se concibe en función de la seguridad personal (ganar el cielo), sino en función de un proyecto que uno emprende, como Abrahán, sólo fiado de Dios... No se reduce a algo íntimo, privado o particular, sino que es también comunitario y de vertiente social: nos planta de lleno ante los problemas de la gente.
La fe es un don que Dios no regatea, como no regatea la salvación. Su corazón no es rácano, sino generoso. No está hipotecado por ningún pueblo ni tiene privilegiados. Por eso el despliegue de su salvación debe alcanzar a todos, es universal. Este aspecto es el que destaca preferentemente el relato evangélico. La acción salvadora de Jesús es para los paisanos y para los extranjeros. El evangelista Mateo, que dirige su evangelio a judíos cristianos, parece decirles con este relato: ¿Cómo vamos a excluir a los paganos de la salvación si el mismo Jesús los acogió?.
La fe de la mujer cananea es un ejemplo de la adhesión y de la confianza que agradan a Dios y que arrancan la intervención saludable de Jesús. Fe y oración convergen de manera sobresaliente en esta mujer. En ocasiones encontramos en personas, que no son de la Comunidad, una religiosidad profunda y una fe tan admirable que sirven de ejemplo a los cristianos de toda la vida.
P. Octavio Hidalgo
viernes, 14 de agosto de 2020
domingo, 9 de agosto de 2020
Desde la oración Jesús presiente que los discípulos tienen problemas. En la Biblia, el mar muchas veces es símbolo de las fuerzas del mal. Ayer como hoy la barca de la Iglesia ha de navegar en este ambiente, que en ocasiones está particularmente embravecido. Un ambiente que favorece poco o nada la religión y el seguimiento de Jesús. Las sacudidas y la inseguridad a veces vienen sin buscarlas. Y cuando los problemas arrecian, es muy humano que surjan las dudas y los miedos. El bregar de la fe es dificultoso
Dios ofrece una compañía que, por su parte, nunca retira. Los creyentes profundos y aventajados nos comunican esta grata experiencia: "en Dios vivimos, nos movemos y existimos" (Hch 11 ,28). Pero hay ocasiones en las que los signos de Dios son especiales. Elías, el profeta, experimenta que Dios no está en el terremoto ni en el fuego, sino en el susurro y en el silencio, es decir, no está en los ruidos que conmocionan, atemorizan o descentran. La presencia de Dios es silenciosamente suave y pacífica.
Es interesante y llamativa la confesión de San Pablo dispuesto a darlo todo por sus hermanos de raza y de sangre en servicio al Evangelio. Llega a decir, en el colmo de la generosidad, que acepta ser excluido del Reino de Dios con tal de salvarlos. Es una manera gráfica y elocuente de manifestar hasta qué nivel lleva uno dentro la preocupación redentora por los demás.
Sorprende también en el Evangelio cómo Jesús buscaba ocasiones particulares e intensas para orar. Aunque lleva una existencia oracional y entiende que la oración debe ser una actitud constante (cf Lc 18,1; 21,36), parece que necesita momentos de mayor intensidad. Aquella vez se pasó la noche en el monte orando. En silencio fecundo y creativo, que permite sintonizar más profundamente con Io humano y lo divino, fortalece su vida creyente y militante. En efecto, ¡cuánto panorama se ve desde la oración, si es auténtica!. ¡Cómo se descubren las necesidades del prójimo y cuánta motivación se encuentra para el compromiso!. En el silencio de la oración se valoran con mayor justeza las diversas realidades de la vida y se trabaja adecuadamente la madurez personal.
Desde la oración Jesús presiente que los discípulos tienen problemas. En la Biblia, el mar muchas veces es símbolo de las fuerzas del mal. Ayer como hoy la barca de la Iglesia ha de navegar en este ambiente, que en ocasiones está particularmente embravecido. Un ambiente que favorece poco o nada la religión y el seguimiento de Jesús. Las sacudidas y la inseguridad a veces vienen sin buscarlas. Y cuando los problemas arrecian, es muy humano que surjan las dudas y los miedos. El bregar de la fe es dificultoso. En la travesía creyente cuando las dificultades son más amenazantes y las crisis persisten, hay quien recela, quien duda demasiado: ¿será todo lo de Jesús algo fantasmal, producto de la imaginación?; hay quien se cansa de remar, quien se siente casi impotente, quien ve su experiencia de fe disminuida y rebajada su confianza en Dios. Entonces Él nos vuelve a confirmar que ha comprometido su presencia: "¡Ánimo, soy yo, no tengáis miedo!". ¿Por qué dudáis, hombres de poca fe?. En la barca de la Iglesia, a pesar de nuestro pecado, de nuestras dudas e inseguridades, están Jesús y su Espíritu que son luz y firmeza.
P. Octavio Hidalgo
domingo, 26 de julio de 2020
El Evangelio continúa presentando parábolas del Reino de Dios. Esta experiencia, que respiraba Jesús a todas horas y que constituía el mensaje central de su predicación, no siempre está en primer plano en la vida de las comunidades cristianas ni se le dedica un interés prioritario. Según las parábolas del tesoro y de la perla, el Reino de Dios es un valor alternativo tan único e importante que aquel que lo vivencia no duda en jugárselo todo por él. Para quien lo siente, el Reino de Dios es supremamente atractivo, hace vibrar de tal manera que responsabiliza

domingo, 19 de julio de 2020
¡Qué gran sabiduría tiene Dios!. Trigo y cizaña están forzados a convivir. No les queda más remedio. Por eso, en diferentes ocasiones, Jesús advierte a sus seguidores que deben andar despiertos y vigilantes, deben ser cándidos como palomas, pero astutos como serpientes; y que es necesario orar para no caer en la tentación. Lo decía por experiencia: también Él tuvo que convivir con la cizaña. En la misma línea, se le atribuye a San Pablo este gran lema: "vence el mal a fuerza de bien". Y San Francisco de Asís oraba de esta manera: "Señor, que donde haya odio, yo lleve el amor; donde haya ofensa, yo lleve el perdón; donde haya discordia, yo lleve la unión"..
La sabiduría de Dios se vierte de mil modos sobre nosotros. El Espíritu se encarga de actualizarla para que la comprendamos mejor. Fijaos en el matiz que presenta hoy la segunda lectura. En pocas palabras nos viene a decir que orar es, ante todo, dejarse hablar por Dios. Siempre hemos oído que la oración es un diálogo. Pues bien, la lengua de Dios es el Espíritu que viene en ayuda de nuestra debilidad e intercede por nosotros como verdaderamente nos conviene. Por tanto, el Espíritu tiene un papel muy importante en la oración. Dios nos ora por el Espíritu y por Él nos transmite su aliento, nos abre perspectivas, nos ayuda a caminar en el entramado de la vida y a comprender con mayor agudeza el seguimiento de Jesús.
El Evangelio nos vuelve a recordar por medio de parábolas que el Reino de Dios tiene mucha tarea. El mundo, la sociedad son como un campo lleno de buenas y de malas hierbas, gente de bien y gente mediocre, gente que vive según la carne y gente que se esfuerza por vivir según el Espíritu. Trigo y cizaña brotan juntos y crecen sin que sea fácil separarlos.
Esta parábola del trigo y la cizaña puede tener diferentes aplicaciones. Por ejemplo, en uno mismo hay trigo y cizaña, bondad y maldad. La Iglesia, integrada por personas, es santa y pecadora. Por tanto, esta parábola nos critica a todos. A veces oímos: "los hay tan malos que habría que arrancarlos, quitarlos del medio, o, en el mejor de los casos, privarlos de vida social". Esta parábola nos deja una estupenda lección: la tolerancia. Jesús dice: "dejadlos crecer juntos"; ahora es tiempo de misericordia y de conversión; al final el Hijo del Hombre verá cómo procede".
¡Qué gran sabiduría tiene Dios!. Trigo y cizaña están forzados a convivir. No les queda más remedio. Por eso, en diferentes ocasiones, Jesús advierte a sus seguidores que deben andar despiertos y vigilantes, deben ser cándidos como palomas, pero astutos como serpientes; y que es necesario orar para no caer en la tentación. Lo decía por experiencia: también Él tuvo que convivir con la cizaña. En la misma línea, se le atribuye a San Pablo este gran lema: "vence el mal a fuerza de bien". Y San Francisco de Asís oraba de esta manera: "Señor, que donde haya odio, yo lleve el amor; donde haya ofensa, yo lleve el perdón; donde haya discordia, yo lleve la unión".
En resumen, hemos oído muchas veces la motivación a ser fermento en la masa. Esta presencia eficaz de los cristianos en medio de los pueblos es como lo de la levadura y lo del grano de mostaza, apunta a esa vitalidad y a esa fuerza mística que derivan de la apertura al Espíritu y de la vivencia del Evangelio.
P. Octavio Hidalgo.
domingo, 12 de julio de 2020
El Evangelio nos habla de siembra y de cosecha. Jesús, apasionado misionero, fue sembrando la Palabra de Dios, dejando caer abundantemente esta semilla. Si falla la cosecha, no se puede echar la culpa a la tacañería del sembrador. Él ha sido generoso con todos los terrenos. Abrirse a la Palabra, preparar la tierra para que germine la acción de Dios, es actitud responsable de cada cristiano. El Evangelio no aporta rentabilidad a nuestros bolsillos, pero sí humanidad, coraje, fraternidad, equilibrio, responsabilidad..., condiciones básicas e indispensables para vivir
La salvación cristiana es un don generoso de Dios, pero también hay que trabajarla. Es una aspiración arraigada en lo más profundo de nosotros: gemimos y aguardamos la hora de ser hijos de Dios en plenitud. Esta experiencia de la redención se agranda progresivamente en la medida en que acogemos la Palabra y no frenamos su dinamismo transformador.
El Evangelio nos habla de siembra y de cosecha. Jesús, apasionado misionero, fue sembrando la Palabra de Dios, dejando caer abundantemente esta semilla. Si falla la cosecha, no se puede echar la culpa a la tacañería del sembrador. Él ha sido generoso con todos los terrenos. Abrirse a la Palabra, preparar la tierra para que germine la acción de Dios, es actitud responsable de cada cristiano. El Evangelio no aporta rentabilidad a nuestros bolsillos, pero sí humanidad, coraje, fraternidad, equilibrio, responsabilidad..., condiciones básicas e indispensables para vivir.
Pero vayamos al comentario y a la interpretación de la parábola que hace el propio Jesús: "Si uno escucha la palabra del Reino sin entenderla, viene el Maligno y roba lo sembrado en su corazón. Esto significa lo sembrado al borde del camino. Lo sembrado en terreno pedregoso significa el que la escucha y la acepta en seguida con alegría; pero no tiene raíces, es inconstante, y, en cuanto viene una dificultad o persecución, sucumbe. Lo sembrado entre zarzas significa el que escucha la Palabra, pero los afanes de la vida y la seducción de las riquezas la ahogan y se queda estéril. Lo sembrado en tierra buena significa el que escucha la Palabra y la entiende; ése dará fruto y producirá ciento, setenta o treinta por uno".
P. Octavio Hidalgo
domingo, 5 de julio de 2020
El ser humano tiene condición y vocación espiritual. Pero hay que saber coger la onda de la espiritualidad para encontrarse auténticamente con uno mismo y captar el mensaje de Dios. Jesús, que fue profundamente espiritual, porque se dejó conducir por el Espíritu, dice que esta onda no es otra que la sencillez personal y la limpieza de corazón. Dios ha querido revelarse y comunicarse, pero sorprendentemente sólo los sencillos le entienden. Los sabiondos y orgullosos no se enteran; y no se podrán enterar mientras no cambien de actitud...
Es imposible ser cristiano sin un determinado nivel de espiritualidad. Más aún, la seña de identidad de que uno es cristiano es que vive según el Espíritu de Jesús. La carta a los Romanos lo ha expresado radicalmente: "El que no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo", es decir, no es cristiano, aunque aporte su partida de bautismo. Lo que define y marca al cristiano es el sello y el aire del Espíritu.
El ser humano tiene condición y vocación espiritual. Pero hay que saber coger la onda de la espiritualidad para encontrarse auténticamente con uno mismo y captar el mensaje de Dios. Jesús, que fue profundamente espiritual, porque se dejó conducir por el Espíritu, dice que esta onda no es otra que la sencillez personal y la limpieza de corazón. Dios ha querido revelarse y comunicarse, pero sorprendentemente sólo los sencillos le entienden. Los sabiondos y orgullosos no se enteran; y no se podrán enterar mientras no cambien de actitud.
La espiritualidad ayuda decisivamente a vivir. Es la mística que da color específico a la identidad de los cristianos. Crea mentalidad evangélica. Facilita la unión entre la oración y el compromiso. Provoca en el creyente una vida intensa.
Nada mejor que la espiritualidad para llevar con alivio las cargas y los agobios de la vida. Los sufridos, dice una de las bienaventuranzas, heredarán la tierra. Si optamos por vivir según el espíritu, nuestra vida avanzará armónicamente. Si no optamos por la espiritualidad como actitud orientadora y unificante de la vida, quedaremos reducidos a la mediocridad, al materialismo y a la superficialidad. Los que viven según la carne terminan desmoronados, marchitos, en la destrucción.
P. Octavio Hidalgo
sábado, 27 de junio de 2020
Muchas veces educamos para subir, ganar, ser los primeros, figurar... otras, por el contrario, motivamos la exigencia personal, el afán de superación; pero frecuentemente olvidamos contenidos chocantes del Evangelio como el tomar la cruz o el ganar la vida entregándola... La escala de valores que deriva del Evangelio no concuerda con otras muchas que se airean como sensatas
La radicalidad es una característica del seguimiento de Jesús que arranca del bautismo, cuya dinámica es morir al pecado, vivir para Dios y andar en una vida nueva. Esta radicalidad está en línea con el viejo mandamiento de amar a Dios sobre todas las cosas, es decir, por encima de cualquier otro interés o lealtad. Para un creyente sensible y convencido Dios y Jesús son lo primero. Nada ni nadie pueden hacer sombra a esta opción fundamental.
Pero no se entienda con esto que se han de rebajar los niveles de la afectividad familiar. Obedecer a Dios y poner el seguimiento de Jesús en primer término no tienen por qué crear conflicto a otros amores ni causar recortes a la libertad. Si se despliega bien la afectividad, nunca debe existir rivalidad entre el amor a Jesús y el amor a la familia. Quien opta por seguir a Jesús no malogra su vida; al contrario, la equilibra y fortalece. En la fidelidad a Jesús y al Evangelio se fundamenta el auténtico sentido de la vida, tanto en lo que respecta a la intimidad como en la relación con los demás. No obstante, si llega a surgir el conflicto, la solución debe venir por obedecer a Dios antes que a los hombres. Nada ni nadie nos han de apartar del amor de Jesús. Quien lo intente, pretende engañar y no respeta la libertad.
El mensaje de hoy nos da pie también para esta otra consideración: ¡qué importante es el dinamismo bautismal para capacitar y educar cristianamente!. Muchas veces educamos para subir, ganar, ser los primeros, figurar... otras, por el contrario, motivamos la exigencia personal, el afán de superación; pero frecuentemente olvidamos contenidos chocantes del Evangelio como el tomar la cruz o el ganar la vida entregándola... La escala de valores que deriva del Evangelio no concuerda con otras muchas que se airean como sensatas. Cuando Jesús invitó a aquel hombre rico a venderlo todo y dárselo a los pobres, no le estaba invitando a perder, sino a ganar, porque uno gana mucho como persona cuando es desprendido, entregado y comparte. La generosidad es la mejor inversión para el espíritu.
Resumiendo, Jesús es misericordioso al cien por cien, pero es también radical al cien por cien. La exigencia evangélica puede asustar un poco; pero antes o después se llega a descubrir que en el fondo es lo que más llena.
P. Octavio Hidalgo
domingo, 21 de junio de 2020
Jesús advierte animosamente: por ningún concepto, ni siquiera por miedo, debemos renunciar al Evangelio ni ser infieles a la misión. Y añade palabras de aliento: El Padre, a quien no se le escapa el vuelo de un ave ni la caída de un cabello, vela por vosotros. No tengáis miedo; Él cuida vuestra vida; la vida profunda nadie os la puede arrancar
Ser persona es un duro oficio que en todo momento causa sudores. En este duro oficio, pana el que no hay jubilación, la experiencia religiosa y evangélica sirven de mucho: "El Señor está conmigo como fuerte soldado", decía Jeremías. A él, como a nosotros, le cuesta mucho la fidelidad. Nacemos en un mundo empecatado. Nos seduce Jesús, pero nos tienta y nos engaña muchas veces el ambiente contrario. La fidelidad sólo se va logrando con criterios fuertes y con mucho equilibrio interior. Esta es una motivación que claramente se nos propone hoy.
La otra es el testimonio, algo ineludible en el vivir cristiano. Una testigo sobresaliente de nuestro tiempo, la Madre Teresa de Calcuta, llegó a decir de sí misma: "el día en que Dios encuentre a alguien más tonta y pobre que yo, hará aún cosas mejores". En una ocasión me sorprendió el sentido del humor con que encaraba un joven su futuro; me soltó esta bienaventuranza; "dichosos los que se ríen de sí mismos, porque nunca se les acabará la diversión". Ciertamente, para ser buen testigo, además de coraje y de riesgo, hace falta una buena dosis de humor.
Hay cristianos que tienen vergüenza de reconocer socialmente su fe o su pertenencia a la Iglesia. Como hay quien dice que la religión ya no da imagen y otros la desprestigian o la reducen a lo privado, hay también cristianos que tienen miedo al ridículo. Seguramente que ni el Reino de Dios ni el Evangelio les escuecen por dentro.
Jesús advierte animosamente: por ningún concepto, ni siquiera por miedo, debemos renunciar al Evangelio ni ser infieles a la misión. Y añade palabras de aliento: El Padre, a quien no se le escapa el vuelo de un ave ni la caída de un cabello, vela por vosotros. No tengáis miedo; Él cuida vuestra vida; la vida profunda nadie os la puede arrancar.
Por tanto, marginar el Evangelio sería privar a la historia de su mejor don y empobrecerla radicalmente. Ningún otro fermento es tan sano, revolucionario y humanizador. En todos los momentos de la historia los testigos son necesarios para la salud de la sociedad y de la Iglesia.
P. Octavio Hidalgo
domingo, 14 de junio de 2020
Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo .- Actualmente, los cristianos, organizados en pequeñas comunidades o parroquias, nos seguimos reuniendo en atención a aquel consejo de Jesús: "Haced esto en memoria mía" (Lc 22,19); es decir, para compartir los gestos simbólicos y el compromiso dinámico de aquella cena. En estos encuentros proclamamos la Palabra de Dios, celebramos la vida de Jesús, sobre todo su entrega y nuestra comunión con su amor oblativo hasta el sacrificio; alguien de nosotros exhorta a seguir el ejemplo de Jesús y el de los santos, sus mejores seguidores; rezamos juntos; repetimos el gesto simbólico de alimentarnos con el cuerpo y la sangre del Señor; hacemos colectas para compartir y socorrer a los necesitados

domingo, 7 de junio de 2020
El Dios Trinidad es distintivo del cristianismo. En este núcleo vital se originó el despliegue de cuanto existe. Procedemos de un fuerte manantial de vida y de amor. La Santísima Trinidad es el Dios personal y entrañable que convive con nosotros, que nos ofrece una liberación formidable y nos invita a colaborar con Él en la obra maravillosa de la creación. Las tres personas están seriamente comprometidas en la historia salvadora, tanto, que el Hijo se hizo uno de nosotros y entregó su vida por todos..

martes, 2 de junio de 2020
domingo, 31 de mayo de 2020
Pentecostés - "Recibid el Espíritu Santo". Jesús, genio de hombre y plenitud de vida, nos comunica lo más bello y cálido de su resurrección: El Espíritu, que nos hace personas nuevas, hombres y mujeres valientes, emprendedores, con un nuevo estilo de vivir: el que brota de un Evangelio reflexionado, compartido y puesto en práctica por la Comunidad...

domingo, 24 de mayo de 2020
Llegó a Roma el 24 de mayo de 1814 y cumplió su promesa. De este acontecimiento, viene la tradición de la Solemnidad de María Auxiliadora cada 24 de mayo. ¡¡Viva Maria Auxiliadora!!!

Ascensión del Señor - Para los que estamos en la ruta de la vida, la Ascensión es admiración por Jesús; pero es también provocación a poner manos a la obra. Jesús nos pasa el testigo: "Id y haced discípulos de todos los pueblos"... Entonces comenzó el despliegue evangelizador de la Iglesia. Y ahora nos toca a nosotros. No nos podemos quedar plantados mirando al cielo

miércoles, 20 de mayo de 2020
Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales 2020

domingo, 17 de mayo de 2020
Toda la espiritualidad humana queda fortalecida con el Espíritu de la verdad que Jesús nos deja como gran regalo. Este Espíritu es presencia: "vive con vosotros y está con vosotros”, y es estímulo para "guardar los mandamientos", es decir, para vivir los valores que elevan a la persona y la hacen digna. El Espíritu que constituye y vigoriza a Jesús, es el mismo que nos deja como abogado, consejero, consolador..., que conduce a la verdad entera. Gracias a este Espíritu descubrimos más profundamente la razón del Evangelio. Él aporta siempre un aire sano si se le deja entrar...

domingo, 10 de mayo de 2020
Domingo 5º de Pascua - Entre las muchas ofertas y modelos que se presentan para abrirse paso en la vida, hace ya muchos años que el Evangelio propone la alternativa de Jesús: un ideal repleto de mística humana y de revelación divina. Esta propuesta de Jesús es todavía más atrevida y animante cuando se nos tambalean los esquemas o cuando pesa la desilusión. Sobre todo entonces Jesús es Camino, Verdad y Vida...
Los cristianos se dieron cuenta enseguida, por consigna evangélica y por imperativos de la vida, de que el servicio es un aspecto esencial y definitorio de la Iglesia: una Iglesia que no sirve, no vale. Por eso, en una comunidad cristiana no puede faltar la práctica del amor por medio del servicio mutuo, sobre todo con los más necesitados.
Esta actitud servidora está inscrita en la sensibilidad humana y reforzada por el talante de Jesús que dejó muy alto el listón del servicio. El no vino a ser servido, sino a servir y quiso estar en medio de los suyos como quien sirve. Nada enseña mejor que el ejemplo. Jesús es la piedra angular de la Iglesia porque hizo del servicio su forma de existencia.
Desde el principio, la distribución de servicios, responsabilidades y tareas es un hecho en la Iglesia. Actualmente destacamos también que todos servimos para algo; por tanto todos podemos dinamizar la vida de la comunidad. La participación y la corresponsabilidad son dos valores fundamentales en una comunidad.
Centrándonos en el pasaje evangélico, reparemos que Jesús habla de sí en primera persona con afirmaciones atrevidas y directas: "Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mí". No es vano orgullo, ni culto a la personalidad, sino sinceridad y servicio pedagógico.
Entre las muchas ofertas y modelos que se presentan para abrirse paso en la vida, hace ya muchos años que el Evangelio propone la alternativa de Jesús: un ideal repleto de mística humana y de revelación divina. Esta propuesta de Jesús es todavía más atrevida y animante cuando se nos tambalean los esquemas o cuando pesa la desilusión. Sobre todo entonces Jesús es Camino, Verdad y Vida.
Parece que, después de tres años de convivencia, los apóstoles Tomás y Felipe habían captado muy poco del mensaje y de la identidad de Jesús. El ha querido ser espejo y testigo del Padre: "quien me ha visto a mí, ha visto al Padre". Pero a veces las palabras dicen poco; expresan más las obras. Por eso Jesús llega a decir: creed, al menos, por las obras.
P. Octavio Hidalgo
sábado, 9 de mayo de 2020
domingo, 3 de mayo de 2020
Domingo 4º de Pascua - El cuarto domingo de Pascua centra la mirada en Jesús, buen Pastor. La figura del pastor es un recurso del que se valen los autores bíblicos para hablarnos de Dios. Jesús se sirve también de esta imagen para manifestamos su proceder y sus sentimientos. El es el pastor sincero y fiel que se deshace en atenciones: busca a la oveja descarriada, sale al encuentro de las que no están, ofrece en abundancia los valores del Reino a todos, y está a la puerta en actitud de acogida cordial y singular, porque se interesa por las personas, una a una: conoce a cada uno por su nombre y sabe muy bien sus historias...

domingo, 26 de abril de 2020
Domingo 3º de Pascua - Aquellos discípulos, que iban a la aldea de Emaús, se alejan de la comunidad. Parece que son de los que están de vuelta, de los que se desapuntan... Del contacto con Jesús sólo les quedan bellos recuerdos: "era bueno, poderoso en obras y palabras; pero hace tres días que ha muerto". No obstante, caminan con dudas e interrogantes en su interior que necesitan seguir comentando

domingo, 19 de abril de 2020
Domingo 2º de Pascua - El libro de Hechos de los Apóstoles describe con cuatro trazos el clima de la primera Iglesia vivificada por el Espíritu Santo. Se trata de un texto vibrante, gráfico y condensado, de un resumen descriptivo del ideal auténtico, genuino y valioso de los primeros cristianos de Jerusalén. Hoy tenemos que decir que el sentido comunitario no ha perdido actualidad. Las diferentes ciencias humanas siguen afirmando que el ser humano se hace persona permaneciendo en comunión con los otros. La teología remarca igualmente que el plan de Dios es comunitario y no individual. La común adhesión a Jesucristo conduce a una profunda comunión...
Comentario:
El libro de Hechos de los Apóstoles describe con cuatro trazos el clima de la primera Iglesia vivificada por el Espíritu Santo. Se trata de un texto vibrante, gráfico y condensado, de un resumen descriptivo del ideal auténtico, genuino y valioso de los primeros cristianos de Jerusalén. Hoy tenemos que decir que el sentido comunitario no ha perdido actualidad. Las diferentes ciencias humanas siguen afirmando que el ser humano se hace persona permaneciendo en comunión con los otros. La teología remarca igualmente que el plan de Dios es comunitario y no individual. La común adhesión a Jesucristo conduce a una profunda comunión.
Según el libro de Hechos, aquella comunidad de Jerusalén se fortalecía en la común-unión, de manera que "vivían unidos, lo tenían todo en común y repartían según la necesidad de cada uno". Aquella comunidad se nutría también "con la enseñanza de los apóstoles, en la fracción del pan y en las oraciones".
Está claro que los esquemas y pilares del Reino de Dios chocan frontalmente con el individualismo de todos los tiempos. Por eso el dinamismo misionero nos urge. Las palabras de Jesús son de actualidad: "Como el Padre me ha enviado, así os envío yo. Recibid el Espíritu Santo".
Vivimos en la historia. Y el objetivo cristiano es lograr lo más posible en la historia el ideal de la primera lectura. Lo bueno del ideal es que atrae sin límites. No todas las parroquias y comunidades hacen presente este ideal. Si lo intentamos, estamos en la línea práctica de la resurrección.
P. Octavio Hidalgo
domingo, 12 de abril de 2020
Domingo de Pascua de la Resurrección del Señor - Lo esencial es invisible a los ojos, pero se ve con el corazón. Pascua de resurrección es una experiencia de fe, que nos ayuda a afirmarnos en lo honrado de la vida y a aferrarnos en lo que tiene de alternativo el Evangelio. Es abrir la vida de par en par a la salvación: acogerla como un regalo y asumirla como una tarea. Jesús siempre será nuestro ejemplo de referencia: él pasó haciendo el bien y curando..., porque estaba ungido por la fuerza del Espíritu y Dios estaba con él...

sábado, 11 de abril de 2020
Pascua de Resurección - Sábado Santo

domingo, 5 de abril de 2020
Domingo de Ramos - El despojo extremo, el no dar la espalda al sufrimiento, aunque sea injusto, son buenas pistas para orientarse desde el comienzo de esta Semana grande. En Jesús encontramos una escuela de humanidad que también hoy resulta paradójica. ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero si arruina su vida? Hoy, como ayer, ser cristiano es realizar el memorial de Jesús. Por eso, la Semana Santa es una ocasión singular para profundizar en la hondura del amor de Dios, que pasa por la hondura del dolor...

domingo, 29 de marzo de 2020
Domingo 5º de Cuaresma - Siempre tendremos en la Iglesia una referencia de correcta espiritualidad en Jesús. El fue altamente espiritual, se dejaba conducir por el Espíritu. Venciendo la debilidad en su propia carne, se constituyó en Redentor de las debilidades ajenas. Ello fue posible por el sentido pascual que dotó a toda su vida. Por eso, es conveniente y sano confrontar nuestra espiritualidad con la de Jesús. El no la vivió sólo hacia dentro, sino que la desplegó por la calle, le impulsó al compromiso misionero y social

martes, 24 de marzo de 2020
Ante el coronavirus: misas en radio y televisión - •TRECE retransmite las misas a las 11 y los domingos a las 12 del mediodía.

domingo, 22 de marzo de 2020
Domingo 4º de Cuaresma - El autor de la carta a los efesios exhorta: "En otro tiempo erais tinieblas, ahora sois luz en el Señor". Por tanto, buscad lo que le agrada, denunciad lo que degrada y optad por lo que refuerza la dignidad de las personas. Esta es la dinámica bautismal que simboliza el texto evangélico. El don de Dios comienza por "abrir los ojos”, es decir, por despejar la mente y equilibrar el interior. Si alguien con mala conciencia no se abre al Evangelio, será en la vida un torpe ciego, porque mantiene en tinieblas la mente y el corazón...
Seguramente hemos oído más de una vez afirmaciones cargadas de sabiduría como éstas: Lo esencial sólo se ve con el corazón; no hay peor ciego que el que no quiere ver... En esta línea, la primera lectura, rezumando sabiduría bíblica, aconseja: no te quedes en las apariencias; no te detengas en la fachada exterior. "La mirada de Dios no es como la mirada del hombre, pues el hombre mira las apariencias, pero el Señor mira el corazón". Tal vez por eso, Dios no se cansa de queremos. Porque sabe que en el fondo de cada corazón humano laten unos buenos sentimientos y unas nobles aspiraciones. Nadie es tan perverso ni tan terco como para cerrarse definitivamente a la luz.
No obstante, la tiniebla del mal ejemplo y del engaño siempre está ahí como un riesgo y una amenaza. Incluso nosotros mismos hemos podido ser causa de tropiezo para otros. El autor de la carta a los efesios exhorta: "En otro tiempo erais tinieblas, ahora sois luz en el Señor". Por tanto, buscad lo que le agrada, denunciad lo que degrada y optad por lo que refuerza la dignidad de las personas. Esta es la dinámica bautismal que simboliza el texto evangélico. El don de Dios comienza por "abrir los ojos”, es decir, por despejar la mente y equilibrar el interior. Si alguien con mala conciencia no se abre al Evangelio, será en la vida un torpe ciego, porque mantiene en tinieblas la mente y el corazón.
P. Octavio Hidalgo
jueves, 19 de marzo de 2020
San José, esposo de la Bienaventurada Virgen María - José fue un vecino más, un carpintero entre otros trabajadores. Su gente fue de clase sencilla. Cuando fueron al templo para presentar su ofrenda, con ocasión de la purificación de María, ofrecieron un par de tórtolas, la ofrenda de los pobres.A su lado y al lado de María, Jesús fue "creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres"

domingo, 15 de marzo de 2020
Tercer Domingo de Cuaresma - Este 15 de marzo la Iglesia celebra el tercer domingo de Cuaresma. El Evangelio del día corresponde a la lectura de Juan 4:5-42, pasaje en el que Jesús señala: «Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: "Dame de beber", tú le habrías pedido a él, y él te habría dado agua viva.».
Oración final
Señor Jesús, te damos gracia por tu Palabra que nos ha hecho ver mejor la voluntad del Padre. Haz que tu Espíritu ilumine nuestras acciones y nos comunique la fuerza para seguir lo que Tu Palabra nos ha hecho ver. Haz que nosotros como María, tu Madre, podamos no sólo escuchar, sino también poner en práctica la Palabra. Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo por todos los siglos de los siglos. Amén
sábado, 14 de marzo de 2020
NOTA DE LOS OBISPOS DE LA PROVINCIA ECLESIÁSTICA DE SANTIAGO DE COMPOSTELA SOBRE LAS NUEVAS MEDIDAS EN LOS ACTOS RELIGIOSOS ANTE LA EXPANSIÓN DEL “CORONAVIRUS”
COMUNICADO IMPORTANTE
Santiago de Compostela, 13 de marzo de 2020
Ante la situación creada por la expansión del virus Covid19, la responsabilidad por el bien de la salud propia y del prójimo nos lleva a adoptar algunas medidas destinadas a evitar la propagación de la enfermedad con ocasión de nuestras celebraciones litúrgicas y encuentros pastorales. Es una responsabilidad ciudadana y una exigencia del amor al prójimo prevenir el contagio en estos momentos. Estas nuevas medidas se añaden a las ya ofrecidas en la Nota de los Obispos de la Provincia eclesiástica de Santiago de Compostela del pasado 8 de marzo.
Como indicación general, en espera de otras medidas que puedan ser adoptadas por el Ministerio de Sanidad o por la Consellería de Sanidade de la Xunta de Galicia, queremos invitar a todos los fieles a seguir las disposiciones dadas por nuestras autoridades sanitarias, y particularmente a aquellos que pertenecen a grupos considerados de riesgo, según los criterios oficiales de las autoridades sanitarias nacionales y autonómicas.
Dadas las advertencias primeras, establecemos:
1. Celebraciones litúrgicas
•Se dispensa a los fieles cristianos de las diócesis de la Provincia eclesiástica de Santiago de Compostela de la asistencia a la Eucaristía, los domingos y fiestas de precepto. Se puede seguir la santa Misa por radio o televisión, así como por internet. La comunión espiritual es una práctica tradicional de la Iglesia que hemos de recuperar en estas dolorosas circunstancias, y puede ser ocasión de santificación y de comunión eclesial.
•Se suspende las celebraciones comunitarias y públicas de la Santa Misa hasta ser superada la actual situación de emergencia.
•Los sacerdotes continuarán celebrando diariamente la Eucaristía, rezando por el Pueblo de Dios, siendo posible la asistencia de un pequeño grupo de fieles. Aunque no podamos reunirnos físicamente todos, seguimos siendo comunidad, parroquia, Iglesia de Dios.
•Los funerales pueden celebrarse según la modalidad de “Celebración de las Exequias sin misa”. Las misas exequiales pueden ser celebradas después de esta fase crítica; o en estos momentos sólo con el grupo de los familiares más allegados.
•Pospónganse las celebraciones de aniversarios hasta después de Semana Santa.
•Estas indicaciones se aplicarán igualmente para las celebraciones litúrgicas de la Semana Santa. Aconsejamos igualmente a los responsables de las Cofradías que sigan también las orientaciones de las autoridades sanitarias.
•Se suspende la celebración de las Confirmaciones.
•Se ruega que se posponga, igualmente, cualquier otra celebración que no sea urgente.
•Para el sacramento de la penitencia, úsense espacios que permitan cumplir con las exigencias higiénicas indicadas por las autoridades sanitarias.
2. Catequesis
Se suspenden los encuentros parroquiales, arciprestales y diocesanos de catequesis, en principio hasta después de Semana Santa.
3. Actividades formativas
Se suspenden, hasta nueva indicación, todos los encuentros programados por las distintas Delegaciones o Secretariados diocesanos y por los Arciprestazgos y las Parroquias. Igualmente se aconseja a las diferentes asociaciones y movimientos de nuestras Iglesias diocesanas que suspendan posibles encuentros previstos.
4. Acción caritativa
Por lo que se refiere a la actividad de las Cáritas parroquiales, interparroquiales y diocesanas, no se cerrarán los espacios dedicados a la actividad caritativa. Pero se invita a extremar la prudencia en la atención individualizada.
5. Museos, bibliotecas y archivos
Siguiendo la recomendación de las autoridades autonómicas, por el momento permanecerán cerrados al público los museos, las bibliotecas y los archivos dependientes de las Diócesis.
Los templos de nuestras Diócesis seguirán abiertos, a menos que las autoridades sanitarias digan lo contrario, como signo de esperanza y a disposición de los fieles para que puedan ir a rezar, sin aglomeraciones y vivir en el silencio estos momentos difíciles. A los fieles se les recuerda la posibilidad de contactar con su Parroquia para cualquier necesidad, especialmente para la recepción de sacramentos como, por ejemplo, la Penitencia o la Eucaristía.
Estamos viviendo un tiempo de desconcierto, aunque sabemos que Dios en su providencia está pendiente de nosotros pues no es ajeno a cuanto nos pasa. Hemos de pedir en estos momentos que nos ayude a vivir esta realidad con sentido profundamente cristiano.
De acuerdo con nuestra fe, que nos invita a confiar siempre en Dios, exhortamos a la oración a todo el Pueblo de Dios, encomendando al Señor y a la Santísima Virgen María esta situación que atravesamos. Rogamos en particular que los presbíteros ofrezcan la Santa Misa por la salud de nuestro pueblo, particularmente de los enfermos y del personal sanitario; y que esta intención esté presente en el rezo de la Liturgia de las Horas, y en la oración de nuestras comunidades de vida consagrada, particularmente contemplativas.
Los cristianos hemos de responder con responsabilidad y a través de la caridad, generando nuevas formas de presencia y de cuidado, muy particularmente hacia las personas solas o abandonadas. Ahora más que nunca necesitamos renovar nuestra confianza en Dios y reavivar en nosotros el don de la caridad. Así mismo agradecemos el trabajo abnegado que están realizando los profesionales sanitarios e investigadores científicos, así como los agentes de la pastoral de la salud.
Estas medidas, y otras que eventualmente se pudieran tomar, a la espera de las indicaciones de las autoridades ante el nuevo escenario del estado de alarma, tienen carácter temporal. Y estarán en vigor en principio hasta después de Semana Santa.
+ Julián, Arzobispo de Santiago.
+ Luis, Obispo de Tui-Vigo.
+ Alfonso, Obispo de Lugo.
+ José Leonardo, Obispo de Ourense.
+Luis Ángel cmf, Obispo de Mondoñedo-Ferrol.
+ Jesús, Obispo Auxiliar de Santiago.
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