domingo, 28 de abril de 2019

Domingo 2º de Pascua o de la Divina Misericordia - La mentalidad de Tomás es la típica de tantos y tantos: "Si no meto mis manos y no lo veo, no creeré". ¿Qué es lo que hay que comprobar? ¿Las experiencias profundas nos llegan por los sentidos o por el corazón? No por palpar mucho, se experimenta más.....

Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían: «Hemos visto al Señor.» Pero él les contestó: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo.» A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: «Paz a vosotros.» Luego dijo a Tomás: «Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.» Contestó Tomás: «¡Señor Mío y Dios Mío!» Jesús le dijo: «¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto.» Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Éstos se han escrito para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo tengáis vida en su nombre. Comentario.- Dice el libro de los Hechos que los apóstoles hacían muchos signos y prodigios en medio del pueblo; que la gente se hacía lenguas de ellos; que crecía el número de los creyentes, hombres y mujeres, que se adherían al Señor. El autor del libro presenta el ideal dinámico de la primera comunidad, es decir, lo que debería ser y hacer toda comunidad cristiana auténtica. La experiencia progresiva de Jesús resucitado se va convirtiendo en una fuerza arrolladora, en testimonio impetuoso, en mística sanante. Vivían intensamente al aire del Espíritu; por eso abundaban los signos proféticos y un testimonio que despertaba admiración. Miremos ahora nuestra realidad personal, familiar, comunitaria. Tenemos todo el tiempo de Pascua para considerar el alcance de la resurrección y meditar el significado profundo de Jesús vivo y redentor. El libro del Apocalipsis lo presenta radiante, glorioso, extasiando y animando a las Iglesias: "No temas, Yo soy el que vive. Estaba muerto y, ya ves, vivo por los siglos de los siglos; y tengo las llaves de la Muerte y del Infierno". Sí, no se puede ser testigo de Dios y del Evangelio con miedo, con indecisión o con bajas vibraciones. La escena catequética del Evangelio nos describe, en primer lugar, la reacción de los discípulos tras la captura y muerte de Jesús. Se encerraron, se contagiaron la tensión unos a otros, estaban turbados en el cuerpo y en el alma. Pero Jesús nunca abandona a los suyos y menos cuando están aplanados por la frustración. Superando todos los obstáculos, se presenta ante ellos y les saluda con el gesto de la paz. Es su mejor señal de identificación y el regalo que más necesitan. Su presencia es sorprendente y dinamizadora. Les dice: Nada de estar encerrados; fuera todo temor. Abrid las puertas y las ventanas; gritad con la palabra y con el testimonio que estoy entre vosotros impulsando a vivir. Id y haced misión. Refleja el texto evangélico que la experiencia de Jesús resucitado reviste a los discípulos de coraje y decisión. Se ven iluminados y transformados. El aliento vital de Jesús los penetra hasta los tuétanos y enardece todas sus fibras. Es el Espíritu lo que Jesús les transmite para que puedan irrumpir en los ambientes con el talante místico y evangelizador de los verdaderos testigos y con el sentido misericordioso del perdón. La mentalidad de Tomás es la típica de tantos y tantos: "Si no meto mis manos y no lo veo, no creeré". ¿Qué es lo que hay que comprobar? ¿Las experiencias profundas nos llegan por los sentidos o por el corazón? No por palpar mucho, se experimenta más... En verdad, creer es un don. Pero no siempre experimentamos la presencia de Dios con normalidad y evidencia. El caso de Tomás lo ha podido vivir cualquiera. El testimonio de los otros discípulos no es suficiente para él. Ahora bien, no se experimenta a Dios midiéndolo todo con los sentidos. La fe es una captación espiritual, gratuita, que supera los sentidos y se acrecienta cuando la vivimos en comunidad. Por eso, ausente de la comunidad, Tomás no creía. Insertado en la comunidad, pudo exclamar: "¡Señor mío y Dios mío!". El Espíritu y la comunidad son las grandes mediaciones de la fe. P.Hidalgo

domingo, 21 de abril de 2019

Domingo de Pascua de la Resurrección del Señor - ¿Qué buscaba María Magdalena cuando fue al sepulcro al amanecer? Los primeros discípulos fueron entendiendo que a Jesús resucitado no se le encuentra entre los muertos. Él es explosión vigorosa de vida. A su lado se renueva el espíritu y crece la esperanza. Por eso, el final de los hijos de Dios no es la muerte ni el sepulcro ciego, sino un amanecer de resurrección en comunión con Dios y con todos los que han pasado de la muerte a la vida...

Comentario.- Pascua es el gran paso hacia la vida. Un paso que precisa ser meditado y orado largamente, para que sea coherente y eficaz. Resurrección es aspirar a los bienes de arriba, alzar el vuelo, levantar la moral, dar la espalda a todo lo rastrero, respirar aire puro y sano. Resurrección es mirar con ojos divinos y amar con corazón evangélico; es creer a pesar de los fracasos y de las amarguras. Los discípulos estaban aturdidos en el cenáculo, tal vez demasiado aplanados por la muerte del Maestro, que, como el grano de trigo, fue sepultado en la tierra. Pero al amanecer del primer día de la semana, María Magdalena tiene una experiencia sobrecogedora al borde del sepulcro vacío. ¿Qué ha pasado con Jesús? Marcha al cenáculo con la noticia sorprendente: "Se han llevado del sepulcro al Señor". Pedro y Juan corren para comprobarlo. Y dice el Evangelio que cuando Juan llegó al sepulcro y entró, vio y creyó, pues hasta entonces no habían entendido la Escritura. ¿Qué vio Juan para creer? ¿Qué experimentó? ¿Qué buscaba María Magdalena cuando fue al sepulcro al amanecer? Los primeros discípulos fueron entendiendo que a Jesús resucitado no se le encuentra entre los muertos. Él es explosión vigorosa de vida. A su lado se renueva el espíritu y crece la esperanza. Por eso, el final de los hijos de Dios no es la muerte ni el sepulcro ciego, sino un amanecer de resurrección en comunión con Dios y con todos los que han pasado de la muerte a la vida. Para vivir con hondura e intensidad este tiempo de Pascua, que acabamos de inaugurar, hay que coger la onda de la resurrección. Ésta es como un estallido de entusiasmo y de plenitud, pero también un compromiso de honradez hacia el interior y hacia el exterior de las personas. Creer en la resurrección acarrea consecuencias prácticas, incita a pronunciarse a favor de todo lo que es dignidad humana. Asumir la Pascua cristiana es proponerse hacer el bien, como Jesús, y apuntarse al grupo de los testigos, de manera que el ímpetu del Evangelio se despliegue por todas partes. Así, con la resurrección vivenciada y proyectada, todo se transforma, rebrotan las ilusiones y el viaje de la vida adquiere otro sentido y valor. P.Hidalgo

sábado, 20 de abril de 2019

Sábado Santo 2019

Comentario.- Jesús clavado y muerto en la cruz no es la última imagen que los cristianos tenemos de nuestro Salvador. El final de su historia, que da luz a nuestra esperanza, es su resurrección, señorío en plenitud a la derecha del Padre. Nosotros creemos y confesamos que Jesús vive con la misma vida de Dios. Nadie vio la escena, no se pudo hacer ningún reportaje. No importa. La resurrección de Jesús es, ante todo, una experiencia religiosa, espiritual. Lo cierto es que, para ser totalmente salvador, tuvo que atravesar el umbral de la muerte y bajar hasta el abismo con una última misión: conmocionar a todos los infiernos, despertar a todos los que dormían desde antiguo el sueño de la muerte y gritarles con autoridad: "¡Arriba! ¡Levantaos! Es la hora de la vida". Desde entonces, la revolución de Dios ha adquirido un nuevo ímpetu. Ha quedado todavía más claro que la muerte ha perdido la partida, que la vida humana no es una pasión inútil, ni un callejón oscuro. No, no busquéis entre los muertos al que vive. Se ha impuesto definitivamente la razón de Dios, que es Señor y dador de vida. Por eso, el mensaje de esta noche es impresionante. La historia humana está llena de sentido; va a desembocar en Dios, que es origen y meta. Eso sí, que nadie malgaste la vida, que nadie la atropelle ni la entierre, porque es un don maravilloso: rica, hermosa, joven, fecunda... La vida merece sumo cuidado, respeto, responsabilidad, desarrollo constante. Es la cuna del Reino de Dios. ¡Feliz Pascua, hermanos! Feliz paso de lo viejo a lo nuevo, de lo indigno a lo digno, de lo rastrero a lo elevado. Si Jesús nos ha salvado, no podemos vivir a medio gas, ni seguir medio ocultos en el pecado. ¡No! Se acabó la mala vida. Borrón y cuenta nueva, punto y aparte. Ahora sólo interesa mirar y correr hacia delante, entusiasmados por Jesús y por el ímpetu de su resurrección. Dios quiere ganar la partida también en cada uno de nosotros. Esta vigilia memorable es un reto a comprometernos con todo lo que es vida y resurrección. La fe pascual nos impulsa a mejorar los ambientes, a levantar los ánimos por todas partes, a sacar de las trampas y de los engaños a todos los que desean nuevos cauces de esperanza y de alegría. Esta Vigilia nos compromete a sembrar o remover el Evangelio. P.Hidalgo

viernes, 19 de abril de 2019

Viernes Santo 2019

Comentario.- Hoy, Viernes Santo, es otro día memorable. Conmemoramos la pasión y muerte de Jesús, un martirio injusto, pero, al mismo tiempo, un gesto supremo de obediencia creyente y de insospechada redención. Jesús, que pasó los años que le dejaron vivir haciendo el bien, derramando la misericordia infinita de Dios, acabó trágicamente como un malhechor. Es el final anunciado de la Palabra encarnada, que vino como luz en medio de tinieblas, que se acercó respetuosamente a los suyos; pero los suyos no la recibieron como Hijo de Dios ni como Mesías salvador. Lo había mencionado el sumo sacerdote de turno: "Conviene que muera uno por el bien del pueblo". Jesús expiró después de decir: "Todo se ha cumplido". Su muerte es el fin de una tarea, el extremo de un camino obediente y redentor. Su destino fue el que conocemos. No lo eligió así; se lo encontró. Había venido para mostrar que vivir es amar y viceversa; pero presintió muy pronto que permanecer fiel a la misión de enseñar el amor verdadero puede terminar en la tragedia de una muerte violenta. Por eso aseguró: "Nadie tiene amor más grande que el que da la vida" (Jn 15,13). Aparentemente Jesús terminó en un rotundo fracaso. Lo agraviaron descaradamente hasta que se desangró colgado de una cruz. Les suele suceder a todos los profetas buenos. Ninguno tiene una vida fácil y muchos terminan asesinados precozmente. Su único pecado es ser honestos y defender la dignidad de los demás. No se venden, huyen de la adulación, no se callan. Por eso, no se les traga y se les hace callar por las malas. Pero Jesús muere perdonando. ¡Qué dignidad! ¡Qué actitud tan impresionante! ¡Qué calidad de espíritu! Todo Él es una parábola espectacular, a través de la cual Dios ha querido hablar definitivamente a la historia. Jesús ha cumplido como el que más dejando un testimonio inmenso de vida y de mensaje. Por eso, lo que procede ahora es meditar ante el gran símbolo de la Cruz y del Crucificado, y sacar las oportunas conclusiones... P.Hidalgo

jueves, 18 de abril de 2019

Jueves Santo 2019

Comentario.- Jueves Santo es el primero de los tres días memorables del Triduo Pascual. Este día recoge y conmemora tres hechos muy significativos para la fe cristiana: la eucaristía, el ministerio o servicio en la Iglesia y el testamento del amor. En efecto, Jueves Santo encierra mucho significado y desafío, repica en la conciencia y en el corazón. Es día para recordar gestos entrañables y ejemplares de Jesús; pero, sobre todo, para revivirlos y para extraer consecuencias. Jueves Santo rezuma amor divino y humano, entrega abundante de Dios a todos, sin recorte, sin distinción. El amor es la fuente de la vida. Por eso Dios es Amor; por eso Jesús nos deja en testamento: "Amaos como yo os he amado". Este amor divino y humano, el amor de Jesús, que no tiene límites, que no pasa nunca, es el que resaltamos y celebramos hoy. Se trata de un amor novedoso, alternativo a lo que se lleva y a lo que se ve en los entresijos sociales. Se parece muy poco o nada al que predican muchos políticos, profesores y hasta padres de familia. Este amor de Jesús es sacrificado, gratuito, desprendido de todo interés, volcado por completo a los demás; un Amor superlativo, de mayúscula. Sólo se le acerca el de una madre, que sabe estar, que es generosa, que no se rinde. Por eso, Jueves Santo nos reta a amar como Jesús. ¡Bendita provocación! En el Evangelio sobresale una pregunta contundente: "¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros?". Ahora la podemos ensanchar más: ¿Comprendemos los gestos entrañables de Dios, sus señales, sus detalles? Dios y Jesús, como buenos pedagogos, han ido por delante con un ejemplo vivo y comprometido, con un servicio sincero y humilde. ¿Lo hemos comprendido? No hay mejor regalo que el amor hasta el derroche. Jueves Santo es una fuerte motivación a derrochar el vino de la amistad y la sangre de la Alianza, a derrochar ternura y humanidad, servicio, generosidad y calor de hogar. El mensaje de este día es una provocación a gastarse y desgastarse por amor. Si alguien no ama, carece del don más fundamental. Si nosotros amamos y vamos por la vida con un corazón generoso y con la sonrisa en los labios, seremos felices y haremos felices a muchos. No hagamos caso de quienes proponen la felicidad engañosa del egoísmo. Sólo el amor alegra la vida. Lo que no se convierte en amor, no vale nada. P.Hidalgo

domingo, 14 de abril de 2019

Semana Santa Viguesa - Participamos hoy en la Procesión de la Borriquita en Vigo Galicia España

Con nuestro Obispo de Tui vigo Monseñor Luis Quinteiro Fiuza Con autoridades Viguesas

El Evangelio de la pasión asegura que ha llegado la "hora" de Jesús: el grano de trigo ha de caer en tierra y morir para dar fruto. Jesús va a dar el golpe de gracia. Clavado en una cruz va a proclamar la alternativa de su religiosidad. Intentaron acabar con Él, pero no se ha conseguido apagar su voz, ni enterrar su evangelio; al contrario, se ha convertido en la causa y la motivación que da sentido a muchas personas, entre las que nos contamos nosotros. Lo había anunciado para asombro de muchos: "Nadie me quita la vida; yo la entrego libremente"

Comentario.- Comienza la Semana Santa, rica en mensaje y muy significativa para nuestra fe. Entramos en ella por medio de un domingo caracterizado por el contraste: por un lado, hay revuelo de ramos y de aclamaciones; por otro, bruscamente se nos coloca ante la trágica pasión. Es la cara y la cruz de la vida; la ambivalencia del triunfo y de la humillación, del aplauso y de la amenaza; es también el juego turbio o la doble cara que mostramos muchas veces. Esta semana es grande por sus signos, gestos y acontecimientos, que no son sólo del pasado, sino que se prolongan o se renuevan en nuestra época. Hoy se sigue dando el doble juego del aplauso y de la amenaza de la aclamación y de la pasión. Actualmente Jesús sigue muriendo victoriosamente en tantas víctimas que lo arriesgan todo como Él; sigue salvando, orientando, renovando esperanzas y reforzando convicciones. La pascua es conversión hasta el amor total. Ante el mensaje y la perspectiva que nos presenta este domingo, importa más abrir el corazón y meditar que comentar... El aplauso dura poco a los profetas fieles y valientes; pronto se convierten en siervos sufrientes como apunta la primera lectura. Menos mal que Dios nunca los abandona. Es precioso y expresivo el canto de la carta a los filipenses. A pesar de su condición divina, Jesús es el siervo despojado, que adopta una vida sin relieve, pasa como uno de tantos pero servicial y sacrificado hasta el final. Esta manera de vivir le agradó a Dios extraordinariamente. Por eso lo levantó sobre todo y le concedió el "Nombre-sobre-todo-nombre". Nosotros reconocemos que Jesús es el único Señor que merece aplauso y alabanza. El Evangelio de la pasión asegura que ha llegado la "hora" de Jesús: el grano de trigo ha de caer en tierra y morir para dar fruto. Jesús va a dar el golpe de gracia. Clavado en una cruz va a proclamar la alternativa de su religiosidad. Intentaron acabar con Él, pero no se ha conseguido apagar su voz, ni enterrar su evangelio; al contrario, se ha convertido en la causa y la motivación que da sentido a muchas personas, entre las que nos contamos nosotros. Lo había anunciado para asombro de muchos: "Nadie me quita la vida; yo la entrego libremente" (Jn 10,18). P.Hidalgo.

domingo, 7 de abril de 2019

Este pasaje evangélico nos incita a repasar la propia vida. ¿Quién está sin pecado para arrojar una piedra de condenación a otro? ¿Quién puede acusar si no es inocente? Y si es inocente, ¿le pide el alma condenar? Jesús ofreció un perdón completo. Fue partidario de comprender para perdonar. ¡Extraordinario ejemplo y magnífica doctrina!...

Quinto domingo de Cuaresma.- Aunque debemos revisar la vida con frecuencia, no hemos de quedar anclados en el pasado y menos por un obsesivo lamento de nuestros errores. Ningún tiempo pasado fue mejor, si somos creativos y emprendedores. Existe en nosotros la posibilidad de soñar y de crear... Por eso, el mensaje de hoy nos incita a olvidar lo que queda atrás, que ya es historia imposible de cambiar, y mirar hacia delante. El futuro depende de nuestra imaginación, entusiasmo y coraje. El Dios de la Biblia acompaña nuestra historia personal y de pueblo. Su Espíritu nos tensa el alma para que vivamos con talante deportivo, atlético. Es aquello del poeta: "Caminante, se hace camino al andar; golpe a golpe, verso a verso". Lo nuevo y mejor es siempre un desafío a nuestro alcance, y más con la compañía animadora de Dios. ¿Lo notáis? ¿Lo estáis viendo? Insiste San Pablo en que no hay que mirar hacia atrás. La experiencia impresionante de Jesús le revolucionó tanto el alma qué le llenó de nuevas vibraciones. Encontrarse con Él significó lo más decisivo y motivador de su vida. Por eso proclama rotundamente que nada vale tanto como Jesús; cualquier interés humano queda infinitamente disminuido en comparación con el conocimiento de Jesús y con la experiencia de su resurrección. De ahí la expresión llamativa y gráfica: "Todo lo estimo basura con tal de ganar a Cristo". Le impactó tanto esta experiencia mística, que se lo jugó todo por seguir a Jesús. Y así, partiendo de su experiencia, propone que, para seguirlo, es necesario entrenarse, estar en forma y correr hacia la meta. Seguir a Jesús es de valientes y de entusiastas que miran hacia delante sin desánimo. El texto evangélico expone una gran lección de misericordia. El delito de aquella mujer fue acostarse con un hombre que no era su marido. Según la interpretación justiciera y rígida de la ley de Moisés, debía morir apedreada. Del hombre, cómplice del adulterio, ni se habla: mal ejemplo de una moral hipócrita que condena a la mujer y no al hombre. Aunque no había caído ninguna piedra sobre ella, socialmente estaba tachada. Pero he aquí que tuvo la suerte de encontrarse con el mejor de los abogados. Jesús puso las cosas en su sitio: "El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra". Aquellos santones hipócritas quedaron al descubierto y desarmados. Jesús, lleno de compasión, ternura y perdón, levanta a la mujer y desborda en ella toda su misericordia: No te condeno; pero si quieres vivir en paz, no peques más. El perdón es más productivo que la condena, más regenerador. Por eso, Jesús, consciente de la debilidad humana, no es partidario de condenar, sino de perdonar constante y gratuitamente. Su condición redentora, rebosante de humanidad, le lleva a perdonar siempre y nos recuerda aquellas máximas del Sermón de la Montaña: "No juzguéis y no os juzgarán... ¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo?" (Mt 7,1-3). Este pasaje evangélico nos incita a repasar la propia vida. ¿Quién está sin pecado para arrojar una piedra de condenación a otro? ¿Quién puede acusar si no es inocente? Y si es inocente, ¿le pide el alma condenar? Jesús ofreció un perdón completo. Fue partidario de comprender para perdonar. ¡Extraordinario ejemplo y magnífica doctrina! P.Hidalgo