domingo, 24 de mayo de 2020

Ascensión del Señor - Para los que estamos en la ruta de la vida, la Ascensión es admiración por Jesús; pero es también provocación a poner manos a la obra. Jesús nos pasa el testigo: "Id y haced discípulos de todos los pueblos"... Entonces comenzó el despliegue evangelizador de la Iglesia. Y ahora nos toca a nosotros. No nos podemos quedar plantados mirando al cielo

Comentario: La Ascensión de Jesús eleva hasta el culmen su resurrección. Es también el símbolo de la salvación en plenitud de todo lo humano. Reafirma que la vida se sale con la suya, a pesar de la muerte. El destino humano es de transcendencia triunfal. La Ascensión de Jesús va acompañada de un aplauso por parte de Dios Padre: lo exaltó y le concedió el Nombre-sobre-todo-nombre; le concedió el título de Señor y lo ha sentado a su derecha para siempre como ejemplo y medida de la existencia humana. Para los que estamos en la ruta de la vida, la Ascensión es admiración por Jesús; pero es también provocación a poner manos a la obra. Jesús nos pasa el testigo: "Id y haced discípulos de todos los pueblos"... Entonces comenzó el despliegue evangelizador de la Iglesia. Y ahora nos toca a nosotros. No nos podemos quedar plantados mirando al cielo. Evangelizar es una tarea que nos apremia; es lo nuclear y prioritario de la Iglesia porque vive para el Evangelio. Las pequeñas comunidades y parroquias, como concreciones visibles y cercanas de la Iglesia, existen, ante todo, para evangelizar. Esta es su razón de ser y lo que debe abarcar toda su vida y toda su actividad. Lo afirmaba ya Juan XXIII al inicio del Concilio Vaticano II: "Lo que se espera hoy de la Iglesia es que infunda en las venas de la sociedad la virtud perenne, vital y divina del Evangelio”. Juan Pablo II proclama allá por donde va la necesidad de una nueva evangelización, porque el Evangelio es patrimonio de la gente, de la humanidad entera; es un bien para todos, un mensaje público que hemos de saber acercar con signos, gestos y palabras. Como recoge la segunda lectura, que el Padre del Señor nuestro Jesucristo nos dé "espíritu de sabiduría y revelación" para comprender la herencia que nos llega y la tarea que tenemos por delante. Jesús compromete su compañía en favor nuestro: “estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo". P. Octavio Hidalgo

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