sábado, 11 de abril de 2020

Pascua de Resurección - Sábado Santo

Amigos, este mundo tiene arreglo. Todo tiene arreglo, porque en la resurrección de Jesucristo se levanta la moral y el ánimo por la vida, se refuerza la energía humana y crecen hasta el infinito todas las esperanzas. Dios apuesta por ello. Hay solución si damos responsablemente los pasos que nos marca la Pascua: pasar de la muerte a la vida, de la condición rastrera al talante del espíritu. El destino de Jesús es símbolo para todos nosotros, también hijos de Dios. La Pascua nos recuerda y nos vuelve a proponer el estilo genuino y decente de los cristianos. Por eso, singularmente en esta noche, es lógico y necesario preguntarse: ¿Qué pasos tengo que dar? ¿De qué me tengo que desprender? Hemos de estar animados siempre por aquella experiencia creyente que resume muy bien el Evangelio de San Juan: "Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo único, para que no perezca ninguno de los creen en él, sino que tengan vida eterna" (Jn 3,16). El acierto y la responsabilidad está en acercarse a la luz. Los que no quieren la salvación detestan la luz, y no se acercan a la luz, para no verse acusados por sus obras. En cambio, si anhelamos la verdad, nos acercamos a la luz, porque no tenemos ningún reparo en que se vean nuestras obras (cf. Jn 3-20-21). Recordemos que en esto consiste el desquite original de nuestro Dios: tiene la santa manía de que la sociedad sea de otra forma. La Tierra Nueva es posible con el espíritu de las Bienaventuranzas. Ésta es la mejor y la más sana de las rebeldías. Ninguna otra concuerda con el Resucitado. Amigos, tenemos a la vista la primavera del Evangelio. Vivir de primavera le pega a la Pascua cristiana. P. Octavio Hidalgo

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