domingo, 5 de abril de 2020

Domingo de Ramos - El despojo extremo, el no dar la espalda al sufrimiento, aunque sea injusto, son buenas pistas para orientarse desde el comienzo de esta Semana grande. En Jesús encontramos una escuela de humanidad que también hoy resulta paradójica. ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero si arruina su vida? Hoy, como ayer, ser cristiano es realizar el memorial de Jesús. Por eso, la Semana Santa es una ocasión singular para profundizar en la hondura del amor de Dios, que pasa por la hondura del dolor...

Comentario: Este domingo abre la Semana Santa, que concentra gestos y símbolos de alto calado cristiano. Es una semana para la meditación y la confrontación directa con Cristo. Desemboca en la Pascua. El mensaje de este domingo recoge una paradoja sufrida por Jesús: primero es aclamado y aplaudido, y después es rechazado. El pueblo reconoce el talante profético y humano de Jesús: había enseñado con autoridad y había ayudado a muchos; pero también criticó y predicó verdades que no gustaron, sobre todo a los más influyentes. Estos lograron sublevar al pueblo. Por eso es también domingo de pasión. A veces, en cualquier pueblo, aparece esta doble cara y esta doble postura. En comunión con la experiencia de la carta a los Filipenses, todo creyente debe aplaudir de verdad y con razón al siervo Jesús, que, por ser fiel hasta la muerte y muerte de cruz, es también Señor en cielo y tierra. El despojo extremo, el no dar la espalda al sufrimiento, aunque sea injusto, son buenas pistas para orientarse desde el comienzo de esta Semana grande. En Jesús encontramos una escuela de humanidad que también hoy resulta paradójica. ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero si arruina su vida? Hoy, como ayer, ser cristiano es realizar el memorial de Jesús. Por eso, la Semana Santa es una ocasión singular para profundizar en la hondura del amor de Dios, que pasa por la hondura del dolor. P. Octavio Hidalgo

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