domingo, 31 de marzo de 2019

CUARTO DOMINGO DE CUARESMA.- La parábola evangélica con un padre tan misericordioso, que acoge y celebra el regreso del hijo perdido con la gran fiesta y el banquete nunca imaginado, es un claro exponente de cómo es el proceder de Dios. Él perdona siempre, no se cansa de perdonar; en esa tarea está ocupado todos los días sin excepción...

Iniciamos el comentario resaltando algunas frases del Evangelio: "Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; no merezco llamarme hijo tuyo. Pero el Padre dijo a los criados: Sacad enseguida el mejor traje y vestidlo; traed el ternero cebado y matadlo, porque este hijo mío estaba perdido y lo hemos encontrado". Si todo tiempo es oportuno para acoger y celebrar la salvación, este de Cuaresma es especialmente indicado: Es como una ventana abierta por la que se divisa el horizonte de la Pascua liberadora. Por eso nos motiva insistentemente a ser como Jesús, igual y diferente, pero siempre "evangelio caminante", fiel al destino que el Padre le trazó. Hoy el Evangelio nos lo vuelve a presentar lleno de arte y de estilo para acercar el mensaje de Dios. ¿Quién no se ha conmovido ante la parábola del "hijo pródigo"? A lo largo de su ministerio, Jesús reflejó una singular preocupación: que su vida y sus palabras transparentaran que Dios es como un padre y una madre juntos: entrañable, atento, misericordioso, más aún de lo que se decía en el Antiguo Testamento cuando algunos confesaban: — Dios es compasivo, clemente y misericordioso (Ex 34, 6-7; Sal 116,5). — Dios es bueno con todos, cariñoso con todas sus criaturas (Sal 147,17). — Dios libera a los cautivos, endereza a los que ya se doblan, alza de la basura al pobre (Sal 113,7)... Sólo alguien como Jesús, con una vivencia de Dios tan profunda y espiritual, puede respirar una experiencia religiosa tan sublime. Ciertamente, Dios no tiene más rostro que el de la misericordia. La parábola evangélica con un padre tan misericordioso, que acoge y celebra el regreso del hijo perdido con la gran fiesta y el banquete nunca imaginado, es un claro exponente de cómo es el proceder de Dios. Él perdona siempre, no se cansa de perdonar; en esa tarea está ocupado todos los días sin excepción. Los santos han entendido muy bien este proceder divino. Por eso han perdonado a su vez. Sin embargo, a algunas personas les cuesta mucho perdonar, ¿por qué? No hay que poner límites al perdón. Tal vez no haya otro valor de mayor calidad humana y evangélica. El perdón y la reconciliación deben ser actitudes sobresalientes en todos los cristianos. P.Hidalgo.

domingo, 24 de marzo de 2019

JORNADA POR LA VIDA 25 DE MARZO

El Evangelio nos vuelve a poner ante la urgencia de la conversión, pero no como una amenaza, sino como una provocación educativa y saludable. Ello no impide que nos preguntemos: ¿Hasta cuándo vamos a jugar con la paciencia de Dios? ¿Acabaremos cortados o arrancados para no ocupar un terreno en balde?...

TERCER DOMINGO DE CUARESMA.- El texto del Éxodo evoca un encuentro extraordinario, impactante, vocacional de Dios con Moisés. Acontece en medio de su trabajo habitual (cuidar el rebaño) y en relación con unas zarzas que ardían sin consumirse. La verdad es que la presencia de Dios puede compararse a un fuego potente, que nos quema por dentro y nos ilumina sin que lo podamos evitar. Dios sorprende a Moisés y le pide algo atrevido y arriesgado. Moisés había proyectado su vida al lado de su suegro Jetró en tierras de Madián. Pero, he aquí que Dios lo llama por su nombre, le calienta el corazón y le pide que se desprenda de lo que tiene entre manos: Hay que sacar al pueblo de la opresión de Egipto y cuenta con él. Estamos ante un relato vocacional que demuestra cómo la vocación no es algo que se escoge, sino una llamada divina, un encuentro inesperado, que sobrecoge, impacta, provoca otro modo de vida y compromete. Moisés comprende a Dios, pero le cuesta colaborar, porque las cosas de Dios nunca son fáciles por más que estén cargadas de sentido. Generalmente, a toda vocación acompaña una misión comprometida, para la que Dios ayuda y capacita siempre. La advertencia de san Pablo: "el que se cree seguro, ¡cuidado! no caiga", es de gran sensatez y sabiduría. La salvación no depende exclusivamente de nosotros, aunque es también una responsabilidad y una tarea; es primeramente un don, que llevamos en recipientes frágiles porque nuestra condición es así. No nos hemos de creer seguros, aunque contemos con la ayuda de la fe. Los verdaderos creyentes confían en Dios, pero son conscientes de su debilidad. La tentación nos ronda y muchas veces nos hace caer. Por eso, la misma experiencia nos recomienda humildad, cuidado y vigilancia. La parábola de la higuera estéril nos fotografía a muchos cristianos. Nuestra vida es más estéril que fecunda en frutos evangélicos. Todos podemos dar más de nosotros mismos. Necesitamos cultivo, mayor responsabilidad, poner al día las convicciones y llevarlas a la práctica. La conversión es cuestión de interioridad. El Evangelio nos vuelve a poner ante la urgencia de la conversión, pero no como una amenaza, sino como una provocación educativa y saludable. Ello no impide que nos preguntemos: ¿Hasta cuándo vamos a jugar con la paciencia de Dios? ¿Acabaremos cortados o arrancados para no ocupar un terreno en balde? La parábola de la higuera estéril plantea una conversión efectiva, demostrada con signos y frutos de renovación. Si estos frutos no existen, tendremos que recordar que el Reino de Dios comienza por uno mismo. P.Hidalgo

domingo, 17 de marzo de 2019

¿Qué experimentaron Pedro, Santiago y Juan? ¿La talla humana y divina de Jesús? Lo cierto es que quedaron muy impresionados del descubrimiento personal al que estaban asistiendo. Jesús conversaba con Moisés y Elías acerca de la transcendencia de su muerte redentora...

Abrahán, como cualquier creyente, no tuvo fácil el camino de la fe. Las promesas de Dios son espectaculares, entusiasmantes: "Mira al cielo, cuenta las estrellas... Así será tu descendencia". Pero después la realidad es más cruda y dura. No se ve todos los días que las promesas de Dios hagan fecunda la vida. Muchas veces la niebla y la oscuridad nos quitan panorámica. Pero Dios mantiene con su presencia lo que ha prometido y lo corrobora con pactos significativos: "Aquel día el Señor hizo alianza con Abrahán". Cualquier momento es bueno para vivenciar intensamente las alianzas de Dios. La tradición y la experiencia creyente nos aseguran que Él está comprometido con el mundo y con la historia. Su gran compromiso es la Alianza. Se ha desposado con nosotros y nos ha jurado cariño eterno. Esto es tan valioso y absoluto que para muchos se convierte en la vocación suprema, en la aspiración fundamental. San Pablo llegó a tener esta experiencia mística; por eso se atreve a brindarse como modelo en el seguimiento de Jesús y a recordarnos que, además de pisar tierra, somos también ciudadanos del cielo. El Evangelio nos relata una escena apoteósica, sorprendente, en el alto de un monte: la transfiguración de Jesús. Los tres discípulos quedaron tan impactados que deseaban permanecer allí de por vida: "Maestro, qué hermoso es estar aquí. Hagamos tres chozas...". ¿Qué experimentaron Pedro, Santiago y Juan? ¿La talla humana y divina de Jesús? Lo cierto es que quedaron muy impresionados del descubrimiento personal al que estaban asistiendo. Jesús conversaba con Moisés y Elías acerca de la transcendencia de su muerte redentora. Hay que notar que los discípulos tuvieron tal experiencia mientras acompañaban a Jesús orando. ¿Es imprescindible orar para descubrir la talla y la transcendencia de Jesús? La verdad es que las experiencias místicas ayudan mucho a los creyentes comprometidos. No sólo cargan las pilas y oxigenan el espíritu, sino que templan el ánimo y capacitan para sacrificarse por los demás hasta el grado de oblación que Dios quiera. P.Hidalgo

Dia del Seminario - “El Seminario, misión de todos” hoy domingo 17 de Marzo

1. La fecha: 17 de marzo Nuestra Diócesis de Tui-Vigo, como muchas otras diócesis españolas, celebra la jornada a favor de los seminarios el domingo más cercano a la fiesta de San José. Este año el “Día del Seminario”, que se viene celebrando desde 1935, tendrá lugar el próximo domingo día 17. 2. Objetivos de la campaña del "Día del Seminario" La Iglesia celebra el Día del Seminario con varios objetivos: a) Sensibilizar a toda la sociedad, y en particular a las comunidades cristianas, de la necesidad de suscitar vocaciones sacerdotales. b) Dar a conocer a las familias, a los jóvenes y a los niños qué es ser sacerdote y cómo es su formación, acercándolos a la realidad en que se encuentra cada diócesis. Se trata por lo tanto de valorar los propios seminarios (Mayor y Menor). c) Ayudar a formar y a sostener a los seminaristas con la oración, el afecto y la ayuda económica, de modo que nadie abandone su vocación por falta de medios o apoyo. 3. El lema y el cartel El lema elegido para este año (“El Seminario, misión de todos”) señala la necesidad de participación activa de todos los cristianos en el acompañamiento de las vocaciones sacerdotales. Bajo esta mirada, la campaña vocacional pone énfasis en el acompañamiento espiritual y humano de todas aquellas personas que, en su camino de discernimiento, sienten la llamada al ministerio sacerdotal en cualquier momento de su vida, decidiendo libremente la entrega total a Dios y a la Iglesia. Se trata, por tanto, de visibilizar el trabajo pastoral y el ejemplo de entrega generosa de los sacerdotes para entender la llamada al presbiterado como un camino de santificación personal y una misión para ayudar al mundo a encontrar en el mensaje cristiano el sentido de la propia historia. Además, el diseño del cartel ha querido subrayar la importancia vital de las propias familias, parroquias y comunidades eclesiales en la transmisión de la fe y los valores cristianos, así como en el acompañamiento de las nuevas vocaciones. 4. Los Seminarios de la Diócesis de Tui-Vigo Los Seminarios son las instituciones que en las diócesis se encargan de la formación de los futuros sacerdotes. Seminario quiere decir “semillero” y suele haber dos en cada diócesis: el Seminario Menor y el Mayor. Como es sabido, la Diócesis de Tui-Vigo cuenta con dos sedes para formar a los 42 aspirantes al sacerdocio: los más pequeños en la histórica ciudad de Tui y los mayores en la moderna urbe viguesa. a) El Seminario Menor "San Pelayo" de Tui: En nuestra Diócesis el Seminario Menor "San Pelayo" está ubicado en la ciudad de Tui. En él se realizan estudios de ESO y Bachillerato reconocidos oficialmente, aunque con un plan de estudios que incluye mayores contenidos curriculares del área de Humanidades, que responden mejor al carácter específico de los estudios posteriores. Son 35 los seminaristas menores que realizan aquí sus estudios durante el curso actual (2018-2019): 13 internos y 22 externos. El Rector es D. Fernando Cerezo García. Completan el equipo de formadores encargado de atender a los alumnos otros 2 sacerdotes: D. Alberto Montes Rajoy (formador) y D. Luis González Cedeira (director espiritual). Además, las clases de la ESO son impartidas en el propio Seminario por un amplio claustro de profesores experimentados. En los últimos años se han remodelado las instalaciones del histórico edificio, con la finalidad de ofrecer los mejores medios para la formación integral de los seminaristas. Son significativas las mejoras en las habitaciones y en las zonas deportivas, así como en las remozadas aulas con la inclusión de pizarras digitales y en las comidas gracias al nuevo servicio de catering. b) El Seminario Mayor "San José" de Vigo: Situado en la Avenida de Madrid, en Vigo, el Seminario Mayor "San José" cuenta en el presente curso 2018-2019, con 7 seminaristas. El Rector es D. Juan Diz Miguélez; junto a él integran el equipo formativo 2 sacerdotes: D. Ángel Carnicero Carrera (formador) y D. Luis González Cedeira (director espiritual). Acuden a sus aulas, para impartir clase, una veintena de profesores, que integran el “Instituto Teológico San José” de Vigo, dependiente académicamente de la Universidad Pontificia de Salamanca. Los estudios eclesiásticos están divididos en dos ciclos a los que se añade un año más de práctica pastoral, para completar los siete años de formación eclesiástica. Actualmente hay en el Seminario Mayor 3 alumnos estudiando la primera etapa (ciclofilosófico) y 4 alumnos haciendo la segunda etapa (ciclo teológico). Además, la Diócesis cuenta con 2 diáconos que ya han finalizado los estudios eclesiásticos. Parte de los alumnos del Seminario Mayor proceden del "semillero" de Tui, aunque en los últimos años algunos de los jóvenes han ingresado en el Seminario Mayor una vez concluido su acceso a la Universidad o los estudios equivalentes, y son ya frecuentes los casos de alumnos que llegan al Seminario una vez terminada su carrera civil. Además, antes de ser admitidos en el Seminario Mayor se mantiene una relación directa con los aspirantes y, conociendo su estado de salud física y psíquica, se les ayuda a que vayan progresando tanto en madurez humana como en su vida espiritual. 5. La Diócesis de Tui-Vigo y su atención pastoral1 La Diócesis de Tui-Vigo abarca 1728 kilómetros cuadrados en el sur de la provincia de Pontevedra. Es la más pequeña de las diócesis españolas del territorio peninsular en extensión, aunque no en población, ya que cuenta con 530.563 habitantes de los que alrededor del 90% son católicos. Para la atención pastoral de los fieles, la Diócesis dispone teóricamente de 167 sacerdotes seculares, de los cuales 2 realizan tareas pastorales en otras diócesis españolas y 4 en el extranjero. Sin embargo, más de una veintena de sacerdotes están “jubilados” o enfermos y, por ello, retirados del pleno rendimiento pastoral; aunque en la medida de sus posibilidades siguen prestando una generosa y valiosísima colaboración a muchas parroquias. Además, hay entre nosotros más de 50 sacerdotes pertenecientes a comunidades de religiosos, que atienden también en múltiples apostolados de la Diócesis2. Así, el Sr. Obispo, mons. Luis Quinteiro, dispone actualmente de unos 130 sacerdotes seculares residentes en la Diócesis y en activo para atender las 276 parroquias, además de 8 sacerdotes religiosos que se encargan de sendas parroquias, especialmente en Vigo. En consecuencia, varias parroquias son atendidas por un único sacerdote, lo cual es un obstáculo menor en nuestra Diócesis, pequeña pero bien comunicada y con la población, en términos generales, no muy dispersa. Existen además otros numerosos servicios diocesanos no parroquiales que requieren la atención a tiempo parcial de los sacerdotes: Seminarios, investigación, Tribunal eclesiástico, capellanías, enseñanza, curia, medios de comunicación… El “Día del Seminario” es, por todo ello, una ocasión excelente para dar a conocer la misión pastoral de la Iglesia Diocesana para tomar conciencia de la necesidad de cuidar, apoyar y acompañar a todos aquellos que sientan la llamada a seguir a Jesús y llevar el Evangelio a la sociedad contemporánea mediante la vocación sacerdotal.

domingo, 10 de marzo de 2019

En medio de la tentación Dios templa, anima y ayuda. En Jesús la Palabra de Dios pudo más que otros mensajes engañosos. Él optó por la libertad y descartó venderse, como le proponía seductoramente el Maligno. Así, en el crisol del desierto quedó definitivamente depurada, definida y afirmada su personalidad. Convencido de que el ser humano no se alimenta sólo de pan, confiesa que sólo Dios es digno de culto y entiende que el proyecto de su vida ha de ir por la línea del desprendimiento, del servicio y de la oblación total...

La primera lectura condensa una bella experiencia religiosa que se mantuvo en el antiguo pueblo de Dios generación tras generación. A modo de oración y de confesión de fe, el pueblo expresaba con gran pedagogía y con reconocida gratitud que Dios había intervenido generosamente en la vida personal y colectiva. También nosotros tenemos experiencia de que Él no defrauda, sino que tiene múltiples signos y detalles de salvación abundante. Por eso, se nos amontonan las razones y los motivos para estar agradecidos con Dios, y para profesar con el corazón y con los labios que Él es amigo y bienhechor. Pero el mensaje que se repite, año tras año, el domingo primero de Cuaresma es el de Jesús tentado, como nosotros. Ayer como hoy, la tentación acontece, nos ronda. La Biblia reconoce y relata de diferentes modos su presencia e influjo contaminante en la vida de las personas y de los pueblos. Ayer como hoy, la tentación acosa y golpea. Pero tentación no es lo mismo que pecado; ni mucho menos. Jesús, semejante a nosotros e inmerso en un mundo de maldad, fue tentado también. Sin embargo, no se dejó enredar, no le penetró ningún virus pecaminoso, porque no le concedió la más mínima facilidad. Dice el Evangelio que antes de comenzar activamente su etapa misionera, Jesús sintió la necesidad de hacer un retiro largo para plantearse de una manera definitiva, crítica y orante su vocación y misión. El Espíritu lo fue llevando por el desierto. Y en esa situación fue tentado por el diablo; dicho con otras palabras, vivió dramáticamente una crisis. En realidad, así nos pasa a todos. Cuando uno medita y se aplica con sinceridad los planes de Dios o los valores del espíritu, cuando quiere poner la vida al servicio del Evangelio, cuando se propone ajustarse a la voluntad de Dios, aparece el Maligno turbando, distrayendo, enredando o camuflando la realidad. Pero, si uno es profundamente creyente, en esas situaciones siente también que está habitado por Dios y su inspiración ilumina, equilibra y fortalece. Es verdad. En medio de la tentación Dios templa, anima y ayuda. En Jesús la Palabra de Dios pudo más que otros mensajes engañosos. Él optó por la libertad y descartó venderse, como le proponía seductoramente el Maligno. Así, en el crisol del desierto quedó definitivamente depurada, definida y afirmada su personalidad. Convencido de que el ser humano no se alimenta sólo de pan, confiesa que sólo Dios es digno de culto y entiende que el proyecto de su vida ha de ir por la línea del desprendimiento, del servicio y de la oblación total. Se adhiere al plan de Dios a costa de cualquier sacrificio, consciente de que es lo acertado, lo auténtico. En resumen, las tentaciones que sufrió Jesús no son muy diferentes a las nuestras. Son las tentaciones que acosan a todo ser humano: el deseo de poder y de triunfo, de abundancia y de fama, de placer y de comodidad. ¿Cómo respondemos ante la tentación? Buena pregunta para meditar y responder durante la Cuaresma. P.Hidalgo

PRIMER DOMINGO DE CUARESMA

jueves, 7 de marzo de 2019

CHARLA COLOQUIO

NOTA DE DIARIO FARO DE VIGO Parte 1 Parte 2 Parte 3

VIA CRUCIS

Primera Estación Jesús es sentenciado a muerte Considera como Jesús, después de haber sido azotado y coronado de espinas, fue injustamente sentenciado por Pilato a morir crucificado. ADORADO Jesús mío: mis pecados fueron más bien que Pilato, los que os sentenciaron a muerte. Por los méritos de este doloroso paso, os suplico me asistáis en el camino que va recorriendo mi alma para la eternidad. Os amo, ¡oh Jesús mío más que a mí mismo, y me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido; no permitáis que vuelva a separarme de Vos otra vez; haced que os ame siempre y disponed de mi como os agrade. Amén. Segunda Estación Jesús es cargado con la cruz Considera como Jesús, andando este camino con la cruz a cuestas, iba pensando en ti y ofreciendo a su Padre por tu salvación la muerte que iba a padecer. AMABILÍSIMO Jesús mío: abrazo todas las tribulaciones que me tenéis destinadas hasta la muerte, y os ruego, por los méritos de la pena que sufristeis llevando vuestra Cruz, me deis fuerza para llevar la mía con perfecta paciencia y resignación. Os amo, ¡oh Jesús, amor mío!, más que a mí mismo, y me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido; no permitáis que vuelva a separarme de Vos otra vez; haced que os ame siempre y disponed de mí como os agrade. Amén. Tercera Estación Jesús cae por primera vez Considera esta primera caída de Jesús debajo de la Cruz. Sus carnes estaban despedazadas por los azotes; su cabeza coronada de espinas, y había ya derramado mucha sangre, por lo cual estaba tan débil, que apenas podía caminar; llevaba al mismo tiempo aquel enorme peso sobre sus hombros y los soldados le empujaban; de modo que muchas veces desfalleció y cayó en este camino. AMADO Jesús mío: más que el peso de la Cruz, son mis pecados los que os hacen sufrir tantas penas. Por los méritos de esta primera caída, libradme de incurrir en pecado mortal. Os amo, ¡oh Jesús, amor mío!, más que a mí mismo, y me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido; no permitáis que vuelva a separarme de Vos otra vez; haced que os ame siempre y disponed de mí como os agrade. Amén. Cuarta Estación Jesús encuentra a su afligida madre Considera el encuentro del Hijo con su Madre en este camino. Se miraron mutuamente Jesús y María, y sus miradas fueron otras tantas flechas que traspasaron sus amantes corazones. AMANTÍSIMO Jesús mío: por la pena que experimentasteis en este encuentro, concededme la gracia de ser verdadero devoto de vuestra Santísima Madre. Y Vos, mi afligida Reina, que fuisteis abrumada de dolor, alcanzadme con vuestra intercesión una continua y amorosa memoria de la Pasión de vuestro Hijo. Os amo, ¡oh Jesús, amor mío!, más que a mí mismo, y me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido; no permitáis que vuelva a separarme de Vos otra vez; haced que os ame siempre y disponed de mí como os agrade. Amén. Quinta Estación Simón de Cirene ayuda a Jesús a llevar la cruz Considera como los judíos, al ver que Jesús iba desfalleciendo cada vez más, temieron que se les muriese en el camino y, como deseaban verle morir de la muerte infame de Cruz, obligaron a Simón el Cirineo a que le ayudase a llevar aquel pesado madero. DULCÍSIMO Jesús mío: no quiero rehusar la Cruz, como lo hizo el Cirineo, antes bien la acepto y la abrazo; acepto en particular la muerte que tengáis destinada para mí, con todas las penas que la han de acompañar, la uno a la vuestra, y os la ofrezco. Vos habéis querido morir por mi amor, yo quiero morir por el vuestro y por daros gusto; ayudadme con vuestra gracia. Os amo, ¡oh Jesús, amor mío! más que a mí mismo, y me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido; no permitáis que vuelva a separarme de Vos otra vez; haced que os ame siempre y disponed de mí como os agrade. Amén. Sexta Estación La Verónica limpia el rostro de Jesús Considera como la devota mujer Verónica, al ver a Jesús tan fatigado y con el rostro bañado en sudar y sangre, le ofreció un lienzo, y limpiándose con él nuestro Señor, quedó impreso en éste su santa imagen. AMADO Jesús mío: en otro tiempo vuestro rostro era hermosísimo; más en este doloroso viaje, las heridas y la sangre han cambiado en fealdad su hermosura. ¡Oh Señor mío, también mi alma quedó hermosa a vuestros ojos cuando recibí la gracia del bautismo, mas yo la he desfigurado después con mis pecados. Vos sólo, ¡oh Redentor mío!, podéis restituirle su belleza pasada: hacedlo por los méritos de vuestra Pasión. Os amo, ¡oh Jesús, amor mío!, más que a mí mismo, y me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido; no permitáis que vuelva a separarme de Vos otra vez; haced que os ame siempre y disponed de mí como os agrade. Amén. Séptima Estación Jesús cae por segunda vez Considera la segunda caída de Jesús debajo de la Cruz, en la cual se le renueva el dolor de las heridas de su cabeza y de todo su cuerpo al afligido Señor. OH PACIENTÍSIMO Jesús mío. Vos tantas veces me habéis perdonado, y yo he vuelto a caer y a ofenderos. Ayudadme, por los méritos de esta nueva caída, a perseverar en vuestra gracia hasta la muerte. Haced que en todas las tentaciones que me asalten, siempre y prontamente me encomiende a Vos. Os amo, ¡oh Jesús, amor mío! más que a mí mismo, y me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido; no permitáis que vuelva a separarme de Vos otra vez; haced que os ame siempre y disponed de mí como os agrade. Amén. Octava Estación Las mujeres de Jerusalén lloran por Jesús Considera como algunas piadosas mujeres, viendo a Jesús en tan lastimosa estado, que iba derramando sangre por el camino, lloraban de compasión; mas Jesús les dijo: no lloréis por mí, sino por vosotras mismas y por vuestros hijos. AFLIGIDO Jesús mío: lloro las ofensas que os he hecho, por los castigos que me han merecido, pero mucho más por el disgusto que os he dado a Vos, que tan ardientemente me habéis amado. No es tanto el Infierno, como vuestro amor, el que me hace llorar mis pecados. Os amo, ¡oh Jesús, amor mío!, más que a mí mismo, y me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido; no permitáis que vuelva a separarme de Vos otra vez; haced que os ame siempre y disponed de mí como os agrade. Amén. Novena Estación Jesús cae por tercera vez Considera la tercera caída de Jesucristo. Extremada era su debilidad y excesiva la crueldad de los verdugos, que querían hacerle apresurar el paso, cuando apenas le quedaba aliento para moverse. ATORMENTADO Jesús mío: por los méritos de la debilidad que quisisteis padecer en vuestro camino al Calvario, dadme la fortaleza necesaria para vencer los respetos humanos y todos mis desordenados y perversos apetitos, que me han hecho despreciar vuestra amistad. Os amo, ¡oh Jesús, amor mío!, más que a mí mismo, y me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido; no permitáis que vuelva a separarme de Vos otra vez; haced que os ame siempre y disponed de mí como os agrade. Amén. Décima Estación Jesús es despojado de sus vestiduras Considera como al ser despojado Jesús de sus vestiduras por los verdugos, estando la túnica interior pegada a las carnes desolladas por los azotes, le arrancaran también con ella la piel de su sagrado cuerpo. Compadece a tu Señor y dile: INOCENTE Jesús mío: por los méritos del dolor que entonces sufristeis, ayudadme a desnudarme de todos los afectos a las cosas terrenas, para, que pueda yo poner todo mi amor en Vos, que tan digno sois de ser amado. Os amo, ¡oh Jesús, amor mío!, más que a mí mismo, y me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido; no permitáis que vuelva a separarme de Vos otra vez; haced que os ame siempre y disponed de mí como os agrade. Amén. Undécima Estación Jesús es clavado en la cruz Considera como Jesús, tendido sobre la Cruz, alarga sus pies y manos y ofrece al Eterno Padre el sacrificio de su vida por nuestra salvación; le enclavan aquellos bárbaros verdugos y después levantan la Cruz en alto, dejándole morir de dolor, sobre aquel patíbulo infame. OH DESPRECIADO Jesús mío. Clavad mi corazón a vuestros pies para que quede siempre ahí amándoos y no os deje más. Os amo, ¡oh Jesús, amor mío!, más que a mí mismo, y me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido: no permitáis que vuelva a separarme de Vos otra vez: haced que os ame siempre y disponed de mí como os agrade. Amén. Duodécima Estación Jesús muere en la cruz Considera como Jesús después de tres horas de agonía, consumido de dolores y exhausto de fuerzas su cuerpo, inclina la cabeza y expía en la Cruz. OH DIFUNTO Jesús mío. Beso enternecido esa Cruz en que por mí habéis muerto. Yo, por mis pecados, tenía merecida una mala muerte, mas la vuestra es mi esperanza. Ea pues Señor, por los méritos de vuestra santísima muerte, concededme la gracia de morir abrazado a vuestros pies y consumido por vuestro amor. En vuestras manos encomiendo mi alma. Os amo, ¡oh Jesús, amor mío!, más que a mí mismo, y me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido; no permitáis que vuelva a separarme de Vos otra vez; haced que os ame siempre y disponed de mí como os agrade. Amén. Decimotercera Estación Jesús es bajado de la cruz Considera como, habiendo expirado ya el Señor, le bajaron de la Cruz dos de sus discípulos, José y Nicodemo, y le depositaran en los brazos de su afligida Madre, María, que le recibió con ternura y le estrechó contra su pecho traspasado de dolor. OH MADRE afligida. Por el amor de este Hijo, admitidme por vuestro siervo y rogadle por mí. Y Vos, Redentor mío, ya que habéis querido morir por mí, recibidme en el número de los que os aman más de veras, pues yo no quiero amar nada fuera de Vos. Os amo, ¡oh Jesús, amor mío!, más que a mí mismo, me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido; no permitáis que vuelva a separarme de Vos otra vez; haced que os ame siempre y disponed de mí como os agrade. Amén. Decimocuarta Estación Jesús es colocado en el sepulcro Considera como los discípulos llevaron a enterrar a Jesús, acompañándole también su Santísima Madre, que le depositó en el sepulcro con sus propias manos. Después cerraron la puerta del sepulcro y se retiraron. OH JESÚS MÍO sepultado. Beso esa losa que os encierra. Vos resucitasteis después de tres días; por vuestra resurrección os pido y os suplico me hagáis resucitar glorioso en el día del juicio final para estar eternamente con Vos en la Gloria, amándoos y bendiciéndoos. Os amo, ¡oh Jesús, amor mío!, más que a mí mismo, me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido; no permitáis que vuelva a separarme de Vos otra vez; haced que os ame siempre y disponed de mí como os agrade. Amén.

domingo, 3 de marzo de 2019

Hoy en la Marcha das Mulleres participación de la mujer inmigrante de Vigo en la ciudad de Lugo Galicia España

En el Bus de camino Vigo Lugo

Dia de HispanoAmérica

La sabiduría popular asegura: "La ignorancia es atrevida". Jesús lo expresa de otra forma: Un ciego no puede guiar a nadie. Antes hay que quitarse las vigas de los ojos; de lo contrario, ni se puede ver, ni se puede conducir, ni se puede educar a nadie. Falla la educación por la base si uno no va por delante con el ejemplo. ¿Con qué autoridad moral puedes acercarte a corregir a otro, si estás cargado de defectos? No, lo primero es el conocimiento personal, la autocrítica y la mayor coherencia posible; y después lo que Dios nos diga. Motiva más el testimonio que los consejos, el ejemplo que las palabras...

Un experto en sabiduría humana y divina, como es el autor del Eclesiástico, manifiesta que por lo que hablamos y cómo lo razonamos se saca la calidad y la hondura que tenemos. Porque generalmente comentamos aquello que nos interesa, lo que nos atrae por valor o aspiración. Ahora bien, ¿de qué solemos hablar a diario? ¿Qué comentarios son los más frecuentes en familia, con los amigos, en los ratos de ocio y de tertulia? Este experto viene a decir que hay que pensar antes de hablar. Según sean la mentalidad y la espiritualidad que anidan en el corazón, así serán nuestras conversaciones. Dice: "Como el horno prueba la vasija del alfarero, el hombre se prueba en su razonar". La sabiduría popular asegura: "La ignorancia es atrevida". Jesús lo expresa de otra forma: Un ciego no puede guiar a nadie. Antes hay que quitarse las vigas de los ojos; de lo contrario, ni se puede ver, ni se puede conducir, ni se puede educar a nadie. Falla la educación por la base si uno no va por delante con el ejemplo. ¿Con qué autoridad moral puedes acercarte a corregir a otro, si estás cargado de defectos? No, lo primero es el conocimiento personal, la autocrítica y la mayor coherencia posible; y después lo que Dios nos diga. Motiva más el testimonio que los consejos, el ejemplo que las palabras. En el fondo, el Evangelio nos está diciendo que la conversión comienza por uno mismo. Y para convertirse hace falta silencio, reflexión y oración. No olvidemos que lo esencial se ve con el corazón. Jesús menciona, además, otro síntoma claro de calidad personal: las obras. “No hay árbol sano que dé fruto dañado" y al revés. Por tanto, "cada árbol se conoce por su fruto". Es decir, lo que el árbol lleva dentro, aparece antes o después. Y lo que una persona almacena, antes o después se transparenta. Por eso, el valor de las personas depende de la calidad de su conciencia y de lo que atesore en su interior. Jesús lo afirma rotundamente: "El que es bueno, de la bondad que atesora en su corazón saca el bien; y el que es malo, de la maldad saca el mal; porque lo que rebosa en el corazón, lo habla la boca". En resumen, las palabras y las obras definen a las personas. El lenguaje y el comportamiento son los medios más corrientes por donde transmitimos los sentimientos, criterios e impulsos interiores. Hemos de reconocer que muchas veces la lengua se nos suelta demasiado y con frecuencia tenemos los ojos taponados por vigas de defectos que nos impiden ver con claridad y tener una buena perspectiva. Hemos de cuidar el interior, así como las palabras y los gestos, porque traducen la calidad de nuestra fe. Si no son dignos, estamos lesionando el Evangelio. Nuestras actitudes y comportamientos son la prueba de la verdad que decimos creer. P.Hidalgo