domingo, 12 de julio de 2020

El Evangelio nos habla de siembra y de cosecha. Jesús, apasionado misionero, fue sembrando la Palabra de Dios, dejando caer abundantemente esta semilla. Si falla la cosecha, no se puede echar la culpa a la tacañería del sembrador. Él ha sido generoso con todos los terrenos. Abrirse a la Palabra, preparar la tierra para que germine la acción de Dios, es actitud responsable de cada cristiano. El Evangelio no aporta rentabilidad a nuestros bolsillos, pero sí humanidad, coraje, fraternidad, equilibrio, responsabilidad..., condiciones básicas e indispensables para vivir

La salvación cristiana es un don generoso de Dios, pero también hay que trabajarla. Es una aspiración arraigada en lo más profundo de nosotros: gemimos y aguardamos la hora de ser hijos de Dios en plenitud. Esta experiencia de la redención se agranda progresivamente en la medida en que acogemos la Palabra y no frenamos su dinamismo transformador. El Evangelio nos habla de siembra y de cosecha. Jesús, apasionado misionero, fue sembrando la Palabra de Dios, dejando caer abundantemente esta semilla. Si falla la cosecha, no se puede echar la culpa a la tacañería del sembrador. Él ha sido generoso con todos los terrenos. Abrirse a la Palabra, preparar la tierra para que germine la acción de Dios, es actitud responsable de cada cristiano. El Evangelio no aporta rentabilidad a nuestros bolsillos, pero sí humanidad, coraje, fraternidad, equilibrio, responsabilidad..., condiciones básicas e indispensables para vivir. Pero vayamos al comentario y a la interpretación de la parábola que hace el propio Jesús: "Si uno escucha la palabra del Reino sin entenderla, viene el Maligno y roba lo sembrado en su corazón. Esto significa lo sembrado al borde del camino. Lo sembrado en terreno pedregoso significa el que la escucha y la acepta en seguida con alegría; pero no tiene raíces, es inconstante, y, en cuanto viene una dificultad o persecución, sucumbe. Lo sembrado entre zarzas significa el que escucha la Palabra, pero los afanes de la vida y la seducción de las riquezas la ahogan y se queda estéril. Lo sembrado en tierra buena significa el que escucha la Palabra y la entiende; ése dará fruto y producirá ciento, setenta o treinta por uno". P. Octavio Hidalgo

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