sábado, 12 de septiembre de 2020

Dios perdona siempre. Más aún, como expresa aquella otra parábola del hijo pródigo, él sale diariamente a nuestro encuentro repleto de cariño y cargado de perdón. Nunca se cansa de perdonar. Es su gran tarea, la que le tiene ocupado día y noche, y todos los días sin excepción. Dios perdona porque es sólo amor y misericordia...

El perdón es un valor de alta calidad. Quien perdona demuestra madurez, grandeza de espíritu, sensibilidad y valentía. Es el otro modo de expresar amor. El perdón es también un valor destacado en la Biblia, sobre todo el ofrecido por el Dios compasivo y misericordioso. La parábola evangélica es elocuente por sí misma. Las personas pecadoras somos ante Dios como ese empleado insolvente, con una deuda tan grande que es imposible pagarla. Él, misericordioso hasta las entrañas, tiene compasión y nos perdona por completo. Dios perdona siempre. Más aún, como expresa aquella otra parábola del hijo pródigo, él sale diariamente a nuestro encuentro repleto de cariño y cargado de perdón. Nunca se cansa de perdonar. Es su gran tarea, la que le tiene ocupado día y noche, y todos los días sin excepción. Dios perdona porque es sólo amor y misericordia. Pero no es fácil perdonar. Sabemos que a algunas personas les cuesta extraordinariamente. La pregunta de Pedro de si siete veces al día es suficiente, ¿nos dice algo? Jesús contesta que no hay que poner límites al perdón: "No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete", es decir, siempre. La respuesta lógica y elegante al perdón recibido es el perdón ofrecido. Todos hemos sido perdonados; pero uno no sabe perdonar si no lo experimenta desde las entrañas. Preguntémonos si no somos un poco recortados y tacaños cuando debemos perdonar. A veces oímos: "ya estoy cansado de perdonar", "esto es demasiado". Si fuéramos nosotros los perdonados, ¿diríamos lo mismo? Otras veces decimos: "perdono, pero que me den explicaciones, que vengan a reconocerlo, no va a quedar mi dignidad por los suelos". Un perdón con peros no es verdadero perdón. En la parábola aludida del hijo pródigo el padre no pide ninguna explicación. En resumen, el perdón es un valor de alta calidad humana y evangélica. Debe ser una actitud sobresaliente en todo cristiano. Jesús saca la parábola de la abundancia de misericordia que lleva en el corazón. En la Iglesia el perdón es realzado y celebrado sacramentalmente: es el sacramento de la conversión y de la reconciliación. P. Octavio Hidalgo

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