domingo, 31 de enero de 2016

El texto de la carta de San Pablo a los corintios es de lo más sublime y realista que se ha escrito sobre el amor. Es una descripción magistral del amor cristiano. Este amor es el don fundamental, el que da calidad y belleza a la vida. Sin este amor, uno es sólo fachada. Amar no es fácil para nadie, y menos cuando se trata de un amor sacrificado como el cristiano. Pero si éste echa raíces en el alma, no pasa nunca...

El profeta Jeremías siente que su vocación arranca del seno materno. Otros muchos han tenido una experiencia semejante. Tal impacto vocacional provoca firmeza, coraje y confianza, porque Dios acompaña y es la mejor garantía. El verdadero profeta es un creyente convencido, una persona independiente, crítica y atrevida, que obedece a los planes de Dios por encima de cualquier otra consigna, que arriesga y es fiel hasta el martirio. Apasionado por el Reino de Dios, el profeta se enfrenta a toda estructura injusta, que frene o lesione los derechos humanos, con el único objetivo de arreglar las situaciones. El profeta no busca el poder, ni sobresalir, ni llamar la atención... Es la conciencia más profunda y digna del pueblo, la alternativa a lo que no funciona como Dios manda. ¿Dónde están hoy los profetas? Jesús demostró serlo en medio de su gente. Cuando reveló su identidad en la sinagoga, al principio hubo asombro y hasta admiración: Hablaba como un verdadero profeta, "enseñaba con autoridad...: palabras de gracia salían de sus labios". Pero pronto comenzaron a dudar de Él. Y de la admiración se fue pasando al abucheo: "¿No es éste el hijo de José?". ¿Va a ser el Mesías este paisano nuestro? ¡Imposible! Y no descubrieron al Profeta encarnado en el pueblo. Al contrario, se calentaron tanto los ánimos que estuvieron a punto de despeñarlo por creído y embustero. Jesús lamentó profundamente su falta de fe y, basándose en esta experiencia de frustración, dejó una frase lapidaria: "Ningún profeta es bien mirado en su tierra". En efecto, los buenos profetas nunca lo han tenido fácil; al contrario, han sufrido toda clase de dificultades y desprecios. Sólo Dios les ha dado fuerza y esperanza. Jesús no lo pudo pasar peor al comienzo de su misión en medio de su pueblo. Experimentó el contraste de su destino: Quiere gastar la vida en liberación de todos y, a cambio, irá encontrando amenazas. Por un lado, fue popular; pero, por otro, al ser independiente por fidelidad a Dios, tuvo que morder muy pronto el polvo de la incomprensión y del fracaso. ¿Por qué estas reacciones ante Jesús cargado de amor y de honradez? El texto de la carta de San Pablo a los corintios es de lo más sublime y realista que se ha escrito sobre el amor. Es una descripción magistral del amor cristiano. Este amor es el don fundamental, el que da calidad y belleza a la vida. Sin este amor, uno es sólo fachada. Amar no es fácil para nadie, y menos cuando se trata de un amor sacrificado como el cristiano. Pero si éste echa raíces en el alma, no pasa nunca. P. Octavio Hidalgo, C.Ss.R.

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