lunes, 27 de enero de 2020

Las llamadas de Jesús se siguen dando. La respuesta de los primeros discípulos fue dejar inmediatamente lo que tenían entre manos y seguirlo para evangelizar. ¿Respondemos nosotros con semejante rapidez?..

Uno de los peores anti-testimonios que puede dar una comunidad es la división de sus miembros. Pablo sale al paso de este problema en la comunidad de Corinto: hay partidismos. Cualquier comunidad se debe aplicar la lección: entre los cristianos Jesús sólo puede ser causa de unidad. Si no es así, es que no estamos en la onda del mismo Espíritu. El ideal de la unidad es llegar incluso a "un mismo pensar y un mismo sentir". Si no se alcanza esta mentalidad común, no debe faltar la unidad en la diversidad. Por otra parte, en el fondo de todas las personas late un deseo básico y común de vivir más y mejor. Para Jesús este proyecto humano de vivir más y mejor tiene mucho que ver con lo que se entendía por Reino de Dios. Los judíos esperaban que un Mesías aseguraría la libertad de su pueblo, establecería justicia y haría brotar la paz que deseaban. Jesús anuncia que este Reinado de Dios tan deseado ha llegado ya en su persona. Por eso fue su gran pasión, el mensaje central de su predicación y la causa a la que dedicó por completo su vida. Tan importante fue para Él que no pudo menos de dejarla recogida en su oración fundamental: el padrenuestro. Pero Jesús no quiso que fuera sólo su preocupación, sino la preocupación principal de todos los que le siguieran. Por una parte, pide conversión para que el Reino de Dios entre en el interior de las personas; por otra, busca colaboradores, que primero forma y luego envía. Da la impresión que Jesús llama a los primeros que encuentra, que no busca a personas de especiales cualidades. Es decir que cualquiera vale para trabajar por el Reino de Dios. Lo que sí resalta el Evangelio es que cuando Jesús llama, hay que dejar algo..., porque hay que optar. Las llamadas de Jesús se siguen dando. La respuesta de los primeros discípulos fue dejar inmediatamente lo que tenían entre manos y seguirlo para evangelizar. ¿Respondemos nosotros con semejante rapidez? Si el Reino de Dios no comienza por uno mismo, difícilmente se puede testimoniar y anunciar. P. Octavio Hidalgo, C.Ss.R.

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