domingo, 19 de enero de 2020

Domingo 2º del Tiempo Ordinario - Seguir a Jesús comporta romper con el “pecado del mundo”, con ese modo de pensar y de vivir, infiltrado en nuestros ambientes, que no va con el Evangelio y que es como un veneno que nos intenta contaminar. Los cristianos no tenemos un proyecto mejor por el que luchar, que el revelado por Jesús. Su persona y su mensaje están cargados de razón...

Los poemas sobre el siervo de Yahvé resumen con gran densidad simbólica los planes de Dios y las actitudes que corresponden a los creyentes. Según la primera lectura, Dios está orgulloso de este siervo. Pero le pide más: “Te hago luz de las naciones, para que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra”. Nuestra Comunidad no puede quedar satisfecha con evangelizar sólo a los de cerca. Hasta los últimos rincones de la sociedad ha de llegar la salvación. Dios estará orgulloso de nosotros si nos desgastamos por el Evangelio, ampliando más y más el horizonte de la misión. "Aquí estoy para hacer tu voluntad” es la respuesta y la actitud idóneas del verdadero creyente. Evangelizar es una tarea siempre abierta. El Evangelio resalta "al Cordero de Dios que quita el pecado del mundo". Juan el Bautista tiene la capacidad espiritual de descubrir en Jesús la persona que lucha a brazo partido contra la maldad y la coloca a sus pies. En la tradición judía el cordero es un símbolo pascual: evoca la liberación de Egipto. Jesús, como cordero inmolado en la cruz, nos redime, nos reconcilia y nos invita a vivir el estilo pascual que consiste en ser personas renovadas según el Evangelio. Seguir a Jesús comporta romper con el “pecado del mundo”, con ese modo de pensar y de vivir, infiltrado en nuestros ambientes, que no va con el Evangelio y que es como un veneno que nos intenta contaminar. Los cristianos no tenemos un proyecto mejor por el que luchar, que el revelado por Jesús. Su persona y su mensaje están cargados de razón. Esta capacidad de visión y de testimonio es necesaria en todos los tiempos. Nuestra Comunidad ha de alumbrar incesantemente hombres y mujeres que aporten la cultura del Evangelio al ambiente vecinal. Más aún, como Juan el Bautista, nuestra Comunidad debe saber presentar en medio del pueblo al que quita el pecado del mundo. ¿Estará Dios orgulloso de nosotros?. P. Octavio Hidalgo

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