lunes, 9 de mayo de 2016

Quitarse las sandalias “Comunicar significa compartir y para compartir se necesita escuchar”. Escuchar es un acto de humanidad, de un encuentro con el otro, lo que indica una desaparición de uno mismo, un “martirio” del yo para dar voz, espacio, a otro. “En la escucha se consuma una especie de martirio, un sacrificio de sí mismo en el que se renueva el gesto realizado por Moisés ante la zarza ardiente: quitarse las sandalias en el «terreno sagrado» del encuentro con el otro que me habla (cf. Ex 3,5)”. (Francisco, “Comunicación y misericordia: un encuentro fecundo”). Escuchar es un dejar habitar, hacer experiencia del don de otro. Esto es lo que escribió Efrén el Sirio sobre el nacimiento de Jesús. Es María quien habla: “Con ti comienzo y espero acabar contigo. Si yo abro la boca, Llena tu mi boca. Soy de una tierra que y eres el agricultor: sembrando en mí tu voz, tú que te siembras a tí mismo en el vientre de tu madre “. (Efrén, el Sirio, Himnos sobre la Natividad 15.1). Efrén el Sirio vuelve a leer el nacimiento de Dios en la Virgen María, como una acción de escucha de la misma vida de Dios “como por el pequeño oído de Eva la muerte ha entrado, lo mismo a través de un oído nuevo, el de María, la vida llegó y nos fue concedida” (Efrén el Sirio, Himnos sobre la Iglesia, XLIX, 7). La escucha afina los sentidos cuando se configura a través del silencio que es “parte integrante de la comunicación y sin él no existen palabras con densidad de contenido. En el silencio escuchamos y nos conocemos mejor a nosotros mismos; nace y se profundiza el pensamiento, comprendemos con mayor claridad lo que queremos decir o lo que esperamos del otro; elegimos cómo expresarnos.” (Benedicto XVI, Mensaje para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales: “Silencio y Palabra: camino de evangelización”).

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