domingo, 10 de abril de 2016

Domingo 3º de Pascua. Fiesta de la Divina Misericordia Reparemos en la importancia de "echar las redes de nuevo" porque Jesús lo sugiere. Contra toda esperanza, los discípulos se fían y obedecen. Esta catequesis pascual acentúa que no hay que desesperar cuando la evangelización no produce resultados inmediatos. Al contrario, hay que seguir contando con Jesús y obedeciendo sus insinuaciones. Él multiplica nuestra fecundidad a pesar de nuestros bloqueos..."

Vemos en el libro de los Hechos cómo la experiencia de la Pascua transformó a los primeros cristianos y los convirtió en evangelizadores comprometidos. Hablan y enseñan arriesgadamente en nombre de Jesús salvador. La resurrección los ha enardecido tanto que ya no tienen miedo. Es más fuerte la obediencia a Dios que cualquier persecución. Ya no hay quien frene el despliegue evangelizador porque el Espíritu Santo alienta y sostiene el dinamismo de la primera Iglesia. Obedecer a Dios antes que a los hombres es la postura lógica y valiente del creyente auténtico. Fue lo que caracterizó a Jesús, aunque tuviera que pagar un alto precio por ello. Y lo que han hecho muchos apóstoles a lo largo de la historia de la Iglesia: impulsados por la mística cristiana, evangelizan con atrevimiento y arriesgan por el Reino de Dios, venga lo que venga. El primer aviso que les vino a los discípulos fue en forma de paliza, a modo de escarmiento. Pero no sirvió de nada; siguieron anunciando el Evangelio a tiempo y a destiempo, porque la voluntad de Dios está por encima de cualquier otra voluntad o interés. Obedecer a Dios lleva incorporado pagar un alto precio: incomprensión, prohibiciones, desprecio, marginación, es decir, golpes de diverso tipo. Pero, así como no se ha podido silenciar a Jesús, del mismo modo no será vano el compromiso de los que hablamos las cosas de Dios y nos comprometemos por su causa. Creedlo: la fidelidad a nuestra vocación aporta mucho a la sociedad. El Evangelio, por su parte, desarrolla una escena sugerente. Unos cuantos discípulos estaban de nuevo en su trabajo habitual: pescando. Han pasado la noche entera faenando, pero sin suerte. Al amanecer, alguien desde la orilla les invita a intentarlo otra vez. Le obedecen y la sorpresa es impresionante: la red se llena a reventar. Y es que cuando Jesús anda por medio, nuestras tareas y trabajos son fecundos para el Reino de Dios. Contar con Jesús en el quehacer diario, da mucho juego, aporta muchas ventajas y proporciona mucho entusiasmo. En realidad, esto es orar. El verdadero orante vive intensamente la comunión con Dios y con Jesús en el Espíritu y, también, la comunión con los hermanos. Esta comunión orante ilumina mucho, ayuda mucho, enriquece mucho la vida. Reparemos en la importancia de "echar las redes de nuevo" porque Jesús lo sugiere. Contra toda esperanza, los discípulos se fían y obedecen. Esta catequesis pascual acentúa que no hay que desesperar cuando la evangelización no produce resultados inmediatos. Al contrario, hay que seguir contando con Jesús y obedeciendo sus insinuaciones. Él multiplica nuestra fecundidad a pesar de nuestros bloqueos.P. Octavio Hidalgo, C.Ss.R.

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