sábado, 26 de marzo de 2016
SÁBADO SANTO.- «Sí, mi dulce Redentor, permíteme decirte, ¡estás loco de amor! No es una locura que hayas querido morir por mí, por un gusano, un ingrato pecador y traidor. Pero, si tú Dios mío, te has vuelto loco de amor por mí, ¿cómo no me vuelvo yo loco de amor por ti? Después de haberte visto morir por mí, ¿cómo puedo pensar en otra cosa fuera de ti? ¿Cómo puedo yo amar otra cosa que a ti? Oh latigazos, oh espinas, oh clavos, oh cruz, oh heridas, oh dolores, oh muerte de Jesús, vosotros me apretáis tanto, vosotros me forzáis tanto por amar a quien tanto me ha amado. (S. Alfonso)
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