sábado, 12 de marzo de 2016

El pasaje evangélico nos incita a repasar la propia vida. ¿Quién está sin pecado para arrojar una piedra de condenación a otro? ¿Quién puede acusar si no es inocente? Y si es inocente, ¿le pide el alma condenar? Jesús ofreció un perdón completo. Fue partidario de comprender para perdonar. ¡Extraordinario ejemplo y magnífica doctrina!.."

COMENTARIO DEL EVANGELIO V DOMINGO DE CUARESMA.-Aunque debemos revisar la vida con frecuencia, no hemos de quedar anclados en el pasado y menos por un obsesivo lamento de nuestros errores. Ningún tiempo pasado fue mejor, si somos creativos y emprendedores. Existe en nosotros la posibilidad de soñar y de crear... Por eso, el mensaje de hoy nos incita a olvidar lo que queda atrás, que ya es historia imposible de cambiar, y mirar hacia delante. El futuro depende de nuestra imaginación, entusiasmo y coraje. El Dios de la Biblia acompaña nuestra historia personal y de pueblo. Su Espíritu nos tensa el alma para que vivamos con talante deportivo, atlético. Es aquello del poeta: "Caminante, se hace camino al andar; golpe a golpe, verso a verso". Lo nuevo y mejor es siempre un desafío a nuestro alcance, y más con la compañía animadora de Dios. ¿Lo notáis? ¿Lo estáis viendo? Insiste San Pablo en que no hay que mirar hacia atrás. La experiencia impresionante de Jesús le revolucionó tanto el alma qué le llenó de nuevas vibraciones. Encontrarse con Él significó lo más decisivo y motivador de su vida. Por eso proclama rotundamente que nada vale tanto como Jesús; cualquier interés humano queda infinitamente disminuido en comparación con el conocimiento de Jesús y con la experiencia de su resurrección. De ahí la expresión llamativa y gráfica: "Todo lo estimo basura con tal de ganar a Cristo". Le impactó tanto esta experiencia mística, que se lo jugó todo por seguir a Jesús. Y así, partiendo de su experiencia, propone que, para seguirlo, es necesario entrenarse, estar en forma y correr hacia la meta. Seguir a Jesús es de valientes y de entusiastas que miran hacia delante sin desánimo. El texto evangélico expone una gran lección de misericordia. El delito de aquella mujer fue acostarse con un hombre que no era su marido. Según la interpretación justiciera y rígida de la ley de Moisés, debía morir apedreada. Del hombre, cómplice del adulterio, ni se habla: mal ejemplo de una moral hipócrita que condena a la mujer y no al hombre. Aunque no había caído ninguna piedra sobre ella, socialmente estaba tachada. Pero he aquí que tuvo la suerte de encontrarse con el mejor de los abogados. Jesús puso las cosas en su sitio: "El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra". Aquellos santones hipócritas quedaron al descubierto y desarmados. Jesús, lleno de compasión, ternura y perdón, levanta a la mujer y desborda en ella toda su misericordia: No te condeno; pero si quieres vivir en paz, no peques más. El perdón es más productivo que la condena, más regenerador. Por eso, Jesús, consciente de la debilidad humana, no es partidario de condenar, sino de perdonar constante y gratuitamente. Su condición redentora, rebosante de humanidad, le lleva a perdonar siempre y nos recuerda aquellas máximas del Sermón de la Montaña: "No juzguéis y no os juzgarán... ¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo?" (Mt 7,1-3). Este pasaje evangélico nos incita a repasar la propia vida. ¿Quién está sin pecado para arrojar una piedra de condenación a otro? ¿Quién puede acusar si no es inocente? Y si es inocente, ¿le pide el alma condenar? Jesús ofreció un perdón completo. Fue partidario de comprender para perdonar. ¡Extraordinario ejemplo y magnífica doctrina! P. Octavio Hidalgo, C.Ss.R.

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