domingo, 12 de abril de 2015

COMENTARIO DEL EVANGELIO DEL II DOMINGO DE PASCUA 12 DE ABRIL 2015

El libro de Hechos de los Apóstoles describe con cuatro trazos el clima de la primera Iglesia vivificada por el Espíritu Santo. Se trata de un texto vibrante, gráfico y condensado, de un resumen descriptivo del ideal auténtico, genuino y valioso de los primeros cristianos de Jerusalén. Hoy tenemos que decir que el sentido comunitario no ha perdido actualidad. Las diferentes ciencias humanas siguen afirmando que el hombre y la mujer se hacen personas permaneciendo en comunión con los otros. La teología remarca igualmente que el plan de Dios es comunitario y no individual. La adhesión a Jesucristo conduce a una profunda comunión.



Según el libro de Hechos, aquella comunidad de Jerusalén se fortalecía en la común-unión, de manera que "vivían unidos, lo tenían todo en común y repartían según la necesidad de cada uno". Aquella comunidad se nutría también "con la enseñanza de los apóstoles, en la fracción del pan y en las oraciones". Es decir, los cristianos de la primera comunidad estaban unidos y lo expresaban con gestos sencillos y visibles, como la oración comunitaria, comer juntos, compartir los bienes, reunirse para la catequesis o la formación, celebrar la eucaristía. Todo esto lo debían hacer con mucha convicción porque impresionaban a la gente y eran bien vistos.
Está claro que los esquemas y pilares del Reino de Dios chocan frontalmente con el individualismo de todos los tiempos. También chocan con esa mentalidad según la cual sólo se acepta aquello que se mide por los sentidos. El relato evangélico del incrédulo Tomás es una catequesis sobre la resurrección de Jesús. No se capta a Jesús por los sentidos, sino por la onda espiritual y religiosa y por el don de la fe. Pero la catequesis apunta más: la comunidad ayuda a entender la presencia de Jesús resucitado. En el primer encuentro con Jesús, Tomás no estaba. Ocho días más tarde sí estaba con el resto de la comunidad. Y es en este ambiente donde reconoce al Señor y pronuncia su credo escueto: “Señor mío y Dios mío". Jesús le dijo: "¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto". Qué gran lección encierra esta bienaventuranza.
Jesús resucitado urge a la comunidad que arriesgue en el dinamismo misionero. Sus palabras son de actualidad: "Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo. Recibid el Espíritu Santo". Igualmente Jesús resucitado irrumpe en nuestra comunidad para recordarnos el deber constante de ser sal de la tierra y luz del mundo, y para que lo hagamos con signos y gestos de humanidad y de comunión.
Vivimos en la historia. Y el objetivo cristiano es lograr lo más posible el ideal de los primeros discípulos según cuenta la primera lectura. Lo bueno del ideal es que atrae sin límite. No todas las parroquias y comunidades hacen presente este ideal. Si lo intentamos, estamos en la línea práctica de la resurrección.
 P. Octavio Hidalgo, C.Ss.R.