sábado, 23 de septiembre de 2017

La justicia de Dios tiene otras tablas de medir, otros modos de evaluar; se rige por otra jerarquía de valores: no se paga según la eficacia, según el rendimiento, según los méritos acumulados, ni hay relación entre categorías y sueldos. Para Dios entran en juego otras consideraciones y otras necesidades. Su benignidad está por encima de toda justicia humana. En su proceder no entra la más mínima sombra de privilegio por nadie. Su misericordia es amplia para todos...

Dios es diferente. Tiene unos planes y traza unos caminos que muchas veces no coinciden con los nuestros. Pero Dios no quisiera ser diferente, no tiene esta manía. En el intento de ser como uno más se ha rebajado y en Jesús ha aparecido como uno de tantos. Lo que no se puede permitir, para igualarse a nosotros, es abandonar sus criterios y proceder con nuestros bajos y ruines pensamientos, acomodarse a este mundo y dejarse llevar como un vicente que va adónde va la gente. Desea que todos entendamos su espiritualidad; pero por nuestra ceguera y por nuestra dureza de corazón no coinciden los caminos. Porque mantiene su honradez y sus criterios resulta distinto, queriendo ser igual. En efecto, los planes y caminos de Dios son altos, es decir, son más dignos y humanizadores. Por eso, una vez más, una parábola evangélica nos puede resultar desconcertante: su mensaje desbarata nuestras ideas, rompe nuestros moldes, deja enana la justicia social y a todos nos deja la cara hecha un cuadro. ¿Es raro nuestro Dios? Lo llamativo es que en la parábola no hay ninguna injusticia. Entonces, amigo, ¿por qué tienes envidia de que yo sea bueno?, pregunta Dios. Reparemos que Jesús cuenta a los discípulos esta parábola para adoctrinarlos acerca de lo que caracteriza al Reino de Dios. Este Reino, que es también para este mundo, siempre será una alternativa. La justicia de Dios tiene otras tablas de medir, otros modos de evaluar; se rige por otra jerarquía de valores: no se paga según la eficacia, según el rendimiento, según los méritos acumulados, ni hay relación entre categorías y sueldos. Para Dios entran en juego otras consideraciones y otras necesidades. Su benignidad está por encima de toda justicia humana. En su proceder no entra la más mínima sombra de privilegio por nadie. Su misericordia es amplia para todos. Digamos, por último, que Dios oferta su Reino en todas las etapas de la vida. Hay quienes se enteran a primera hora, quienes necesitan más invitaciones, quienes cogen la onda en la adultez, y algunos parece que no se enteran hasta la tercera edad. ¡Qué lástima! Porque han podido disfrutar y trabajar menos por el Reino de Dios. Para entender bien todo esto, seguramente necesitamos cambio de mentalidad, conversión. Sólo así, como dice San Pablo, podremos "llevar una vida digna del Evangelio''. P.Hidalgo

domingo, 17 de septiembre de 2017

Eucaristía en Honor a la Virgen de Coromoto Patrona de Venezuela organizada por la Asociación Amigos de Venezuela en Vigo en la Iglesia de los Picos

El día Domingo 17 septiembre se celebra en Vigo la Santa Misa en Honor a nuestra patrona La Virgen de Coromoto en la Parroquia de Inmaculada Concepción ( Iglesia de los Picos) En Rúa de Toledo Nº 5 36205 Vigo a las 12.00 del medio día. Todos están invitados a participar. DANDO LA BIENVENIDA EL PARROCO Y EL PRESIDENTE DE LA ASOCIACIÓN VENEZOLANA EN VIGO. Dña Luisi Motta León nuestra Sub Delegada Diocesana de las Migraciones Tuy Vigo. Su presidente Manuel Perez dio las gracias a todos los que participaron y asistieron a este evento religioso hoy en Vigo. BRINDANDO POR LA VIRGENCITA DE COROMOTO

PEREGRINACIÓN NACIONAL DE DELEGACIONES DE MIGRACIONES A LA BASILICA DE NUESTRA SEÑORA DEL PILAR EN ZARAGOZA

Preguntémonos si no somos un poco recortados y tacaños cuando debemos perdonar. A veces oímos: "ya estoy cansado de perdonar", "esto es demasiado". Si fuéramos nosotros los perdonados, ¿diríamos lo mismo? Otras veces decimos: "perdono, pero que me den explicaciones, que vengan a reconocerlo, no va a quedar mi dignidad por los suelos". Un perdón con peros no es verdadero perdón. En la parábola aludida del hijo pródigo el padre no pide ninguna explicación...

El perdón es un valor de alta calidad. Quien perdona demuestra madurez, grandeza de espíritu, sensibilidad y valentía. Es el otro modo de expresar amor. El perdón es también un valor destacado en la Biblia, sobre todo el ofrecido por el Dios compasivo y misericordioso. La parábola evangélica es elocuente por sí misma. Las personas pecadoras somos ante Dios como ese empleado insolvente, con una deuda tan grande que es imposible pagarla. Él, misericordioso hasta las entrañas, tiene compasión y nos perdona por completo. Dios perdona siempre. Más aún, como expresa aquella otra parábola del hijo pródigo, Él sale diariamente a nuestro encuentro repleto de cariño y cargado de perdón. Nunca se cansa de perdonar. Es su gran tarea, la que le tiene ocupado día y noche, y todos los días sin excepción. Dios perdona porque es sólo amor y misericordia. Pero no es fácil perdonar. Sabemos que a algunas personas les cuesta extraordinariamente. La pregunta de Pedro de si siete veces al día es suficiente, ¿nos dice algo? Jesús contesta que no hay que poner límites al perdón: "No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete", es decir, siempre. La respuesta lógica y elegante al perdón recibido es el perdón ofrecido. Todos hemos sido perdonados; pero uno no sabe perdonar si no lo experimenta desde las entrañas. Preguntémonos si no somos un poco recortados y tacaños cuando debemos perdonar. A veces oímos: "ya estoy cansado de perdonar", "esto es demasiado". Si fuéramos nosotros los perdonados, ¿diríamos lo mismo? Otras veces decimos: "perdono, pero que me den explicaciones, que vengan a reconocerlo, no va a quedar mi dignidad por los suelos". Un perdón con peros no es verdadero perdón. En la parábola aludida del hijo pródigo el padre no pide ninguna explicación. En resumen, el perdón es un valor de alta calidad humana y evangélica. Debe ser una actitud sobresaliente en todo cristiano. Jesús saca la parábola de la abundancia de misericordia que lleva en el corazón. En la Iglesia el perdón es realzado y celebrado sacramentalmente: es el sacramento de la conversión y de la reconciliación. P.Hidalgo

domingo, 10 de septiembre de 2017

Todo lo que somos y hacemos tiene repercusión social para bien o para mal. Cuando la fraternidad se debilita o quiebra, hay que buscar cuanto antes la solución mediante la reconciliación o el apartamiento si el pecador rechaza la corrección de todos. Pero antes hay que agotar todas las posibilidades con delicadeza y amor. El que ama no hace daño, también cuando corrige fraternalmente. El Evangelio propone un proceso: primero, a solas; en segundo lugar en presencia de otro u otros dos; finalmente, con toda la comunidad como testigo...

San Pablo nos ha dejado una fuerte motivación para amar al prójimo. Ha comentado la vieja frase de amar al prójimo como a uno mismo. Jesús va aún más lejos. Quien ama de verdad es supremamente libre, le sobran todas las leyes, no hace daño a nadie, a su lado da gusto vivir. Todo lo bueno del ser humano se condensa en el amor. Esta aspiración tan arraigada en el fondo de cada uno es la única que logra estabilidad y sosiego personal. Por eso, en cristiano, es un mandamiento viejo y nuevo, resume toda la Ley antigua y es el testamento de la nueva revelación evangélica. Los primeros cristianos entendieron que con Jesús había llegado la hora de amar y que esta palabra no se debía viciar. Pero la historia nos muestra a diario otra cara de la realidad. Por eso volvemos a recordar que amar de verdad no es fácil para nadie, sea cual fuere al grado de madurez alcanzado. Hay que entrenarse mucho para conseguirlo y hay que saber que es un arte. El Dios cristiano es un artista del amor. Jesús, como testigo cualificado, ha demostrado estar muy entrenado. Las ciencias humanas de nuestro tiempo han venido a corroborar lo que hace ya muchos años había proclamado Jesús: no puede haber equilibrio ni estabilidad personal si no amamos a los demás. Esto nos debe calar muy hondo, metidos en esta sociedad competitiva y fraccionada. Todo lo que somos y hacemos tiene repercusión social para bien o para mal. Cuando la fraternidad se debilita o quiebra, hay que buscar cuanto antes la solución mediante la reconciliación o el apartamiento si el pecador rechaza la corrección de todos. Pero antes hay que agotar todas las posibilidades con delicadeza y amor. El que ama no hace daño, también cuando corrige fraternalmente. El Evangelio propone un proceso: primero, a solas; en segundo lugar en presencia de otro u otros dos; finalmente, con toda la comunidad como testigo. No practicar la corrección y dejar al hermano en el error, es un falso respeto y una falta de verdadero amor, que busca el bien y la dignidad del otro. Seguramente podemos atestiguar por experiencia que los mayores gozos que hemos experimentado han sido los de la reconciliación en un clima de amor y de preocupación fraternal. P. Octavio Hidalgo, C.Ss.R.

domingo, 3 de septiembre de 2017

Para Jesús no hay otro valor que supere el cumplimiento de la voluntad de Dios. Por eso no tolera que le intenten engañar en algo tan decisivo y tan sagrado como es el proyecto del Padre y su ideal...

COMENTARIO.- Gracia de Dios, libertad y sufrimiento son planos que confluyen en nuestra vida de creyentes. Con qué realismo y con qué fuerza expresiva lo confiesa el profeta Jeremías. "Me sedujiste, Señor", equivale a lo que entendemos por gracia de Dios; "me dejé seducir", equivale a la libertad humana de dejar hacer a Dios, puesto que su acción es siempre beneficiosa. El sufrimiento es consecuencia del compromiso. No hace falta que el creyente busque la cruz; la gente se encarga de echársela encima; a veces son, incluso, los propios amigos. Jeremías nos revela su experiencia mística: "la palabra era en mis entrañas fuego ardiente"; pero nos cuenta también su experiencia dolorosa por continuar con la misión profética que Dios le ha encomendado, es decir, por no dar la espalda a su vocación. La vida de Jesús no fue diferente a la de Jeremías ni a la nuestra. Las dificultades le salían al paso por todos los ángulos. Hasta su íntimo amigo Pedro le quiso apartar de su destino. Pero Jesús es enérgico con todo el que le tienta: "Quítate de mi vista, Satanás...; tú piensas como los hombres, no como Dios". Tal vez por esto Jesús insiste tanto en el valor de andar por la vida despiertos y vigilantes. San Pablo apuntaba: "no os ajustéis a este mundo", buscad "la voluntad de Dios, lo bueno, lo que le agrada, lo perfecto". Para Jesús no hay otro valor que supere el cumplimiento de la voluntad de Dios. Por eso no tolera que le intenten engañar en algo tan decisivo y tan sagrado como es el proyecto del Padre y su ideal. En resumen, Dios seduce. La vocación cristiana es atractiva, ilusionante, pero no está exenta de riesgos y de sacrificios. Que nos entre muy dentro: no hay verdadero seguimiento cristiano sin cruz. Pero recordemos: "dichosos los perseguidos... porque de ellos es el Reino de los Cielos". P. Octavio Hidalgo, C.Ss.R.

sábado, 2 de septiembre de 2017

HOY 2 DE SEPTIEMBRE "NATIVIDAD DE LA SANTISIMA VIRGEN MARIA"

"Hoy nace una clara estrella, tan divina y celestial, que con ser estrella, es tal, que el mismo Sol nace de ella. De Ana y de Joaquín, oriente de aquella estrella divina, sale su luz clara y digna de ser pura eternamente: el alba más clara y bella no le puede ser igual, que, en con ser estrella, es tal, que el mismo Sol nace de ella. No le iguala lumbre alguna de cuantas bordan el cielo, porque es el humilde suelo de sus pies la blanca luna: nace en el suelo tan bella y con luz tan celestial, que, con ser estrella, es tal, que el mismo Sol nace de ella". Así canta el himno de Laudes de esta fiesta. Y el de vísperas no es menos encantador: "Canten hoy, pues nacéis Vos, los ángeles, gran Señora, y ensáyense desde ahora, para cuando nazca Dios. Canten hoy, pues a ver vienen, nacida su Reina bella, que el fruto que esperan de ella es por quien la gracia tienen. Digan, Señora, de Vos, que habéis de ser su Señora, y ensáyense, desde ahora, para cuando nazca Dios". Y el día de su fiesta la saluda la Liturgia: "Celebramos el nacimiento de la Virgen María... Celebramos con gozo... ¿Quién es ésta que se asoma como alba? Cantamos de todo corazón la gloria de Cristo, en esta festividad del Nacimiento de la Virgen María... Hoy es el Nacimiento de María Santísima, cuya vida ilustra de esplendor a todas las Iglesias... Hoy ha nacido la Virgen María del linaje de David. Por ella vino la salvación del mundo a los creyentes, y por su vida gloriosa todo el orbe quedó iluminado... Tu nacimiento, Virgen Madre de Dios, anunció la alegría de todo el mundo... Todos los textos de la Liturgia de las Horas y de la Eucaristía son piropos a esta Mujer sencilla y humilde, pero a la vez la más grande que jamás vieron los siglos, que acaba de nacer... ¡Felicidades, Madre! Felicidades por Ti, por tu nacimiento. Felicidades, Madre, porque ibas creciendo en el oscuro camino de la fe. Felicidades, Virgen peregrina, porque nos enseñas la ruta de la santidad. Felicidades, Madre, porque un día, un mes, en un lugar, de unos padres... naciste como cualquiera de nosotros y sin embargo de Ti nacería el Salvador del mundo unos años después. Felicidades, la pobre de Nazareth. Felicidades, Madre, porque todos felicitarán "a la amada, la paloma única, la perfecta". Felicidades, Madre, porque eres la cima, la altura donde reside la divinidad. Felicidades, Madre, porque eres la "Tierra de delicias" como te llama Malaquiás. Felicidades, Madre, porque eres la Madre de Dios y mía también.