sábado, 19 de marzo de 2016

Domingo de Ramos en la Pasión del Señor Comienza la Semana Santa, rica en mensaje y muy significativa para nuestra fe. Entramos en ella por medio de un domingo caracterizado por el contraste: por un lado, hay revuelo de ramos y de aclamaciones; por otro, bruscamente se nos coloca ante la trágica pasión. Es la cara y la cruz de la vida; la ambivalencia del triunfo y de la humillación, del aplauso y de la amenaza; es también el juego turbio o la doble cara que mostramos muchas veces..."

Comienza la Semana Santa, rica en mensaje y muy significativa para nuestra fe. Entramos en ella por medio de un domingo caracterizado por el contraste: por un lado, hay revuelo de ramos y de aclamaciones; por otro, bruscamente se nos coloca ante la trágica pasión. Es la cara y la cruz de la vida; la ambivalencia del triunfo y de la humillación, del aplauso y de la amenaza; es también el juego turbio o la doble cara que mostramos muchas veces. Esta semana es grande por sus signos, gestos y acontecimientos, que no son sólo del pasado, sino que se prolongan o se renuevan en nuestra época. Hoy se sigue dando el doble juego del aplauso y de la amenaza de la aclamación y de la pasión. Actualmente Jesús sigue muriendo victoriosamente en tantas víctimas que lo arriesgan todo como Él; sigue salvando, orientando, renovando esperanzas y reforzando convicciones. La pascua es conversión hasta el amor total. Ante el mensaje y la perspectiva que nos presenta este domingo, importa más abrir el corazón y meditar que comentar... El aplauso dura poco a los profetas fieles y valientes; pronto se convierten en siervos sufrientes como apunta la primera lectura. Menos mal que Dios nunca los abandona. Es precioso y expresivo el canto de la carta a los filipenses. A pesar de su condición divina, Jesús es el siervo despojado, que adopta una vida sin relieve, pasa como uno de tantos pero servicial y sacrificado hasta el final. Esta manera de vivir le agradó a Dios extraordinariamente. Por eso lo levantó sobre todo y le concedió el "Nombre-sobre-todo-nombre". Nosotros reconocemos que Jesús es el único Señor que merece aplauso y alabanza. El Evangelio de la pasión asegura que ha llegado la "hora" de Jesús: el grano de trigo ha de caer en tierra y morir para dar fruto. Jesús va a dar el golpe de gracia. Clavado en una cruz va a proclamar la alternativa de su religiosidad. Intentaron acabar con Él, pero no se ha conseguido apagar su voz, ni enterrar su evangelio; al contrario, se ha convertido en la causa y la motivación que da sentido a muchas personas, entre las que nos contamos nosotros. Lo había anunciado para asombro de muchos: "Nadie me quita la vida; yo la entrego libremente" (Jn 10,18). P. Octavio Hidalgo, C.Ss.R.

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