
domingo, 31 de marzo de 2019
CUARTO DOMINGO DE CUARESMA.- La parábola evangélica con un padre tan misericordioso, que acoge y celebra el regreso del hijo perdido con la gran fiesta y el banquete nunca imaginado, es un claro exponente de cómo es el proceder de Dios. Él perdona siempre, no se cansa de perdonar; en esa tarea está ocupado todos los días sin excepción...

viernes, 29 de marzo de 2019
domingo, 24 de marzo de 2019
El Evangelio nos vuelve a poner ante la urgencia de la conversión, pero no como una amenaza, sino como una provocación educativa y saludable. Ello no impide que nos preguntemos: ¿Hasta cuándo vamos a jugar con la paciencia de Dios? ¿Acabaremos cortados o arrancados para no ocupar un terreno en balde?...
TERCER DOMINGO DE CUARESMA.-
El texto del Éxodo evoca un encuentro extraordinario, impactante, vocacional de Dios con Moisés. Acontece en medio de su trabajo habitual (cuidar el rebaño) y en relación con unas zarzas que ardían sin consumirse. La verdad es que la presencia de Dios puede compararse a un fuego potente, que nos quema por dentro y nos ilumina sin que lo podamos evitar.
Dios sorprende a Moisés y le pide algo atrevido y arriesgado. Moisés había proyectado su vida al lado de su suegro Jetró en tierras de Madián. Pero, he aquí que Dios lo llama por su nombre, le calienta el corazón y le pide que se desprenda de lo que tiene entre manos: Hay que sacar al pueblo de la opresión de Egipto y cuenta con él.
Estamos ante un relato vocacional que demuestra cómo la vocación no es algo que se escoge, sino una llamada divina, un encuentro inesperado, que sobrecoge, impacta, provoca otro modo de vida y compromete. Moisés comprende a Dios, pero le cuesta colaborar, porque las cosas de Dios nunca son fáciles por más que estén cargadas de sentido. Generalmente, a toda vocación acompaña una misión comprometida, para la que Dios ayuda y capacita siempre.
La advertencia de san Pablo: "el que se cree seguro, ¡cuidado! no caiga", es de gran sensatez y sabiduría. La salvación no depende exclusivamente de nosotros, aunque es también una responsabilidad y una tarea; es primeramente un don, que llevamos en recipientes frágiles porque nuestra condición es así. No nos hemos de creer seguros, aunque contemos con la ayuda de la fe. Los verdaderos creyentes confían en Dios, pero son conscientes de su debilidad. La tentación nos ronda y muchas veces nos hace caer. Por eso, la misma experiencia nos recomienda humildad, cuidado y vigilancia.
La parábola de la higuera estéril nos fotografía a muchos cristianos. Nuestra vida es más estéril que fecunda en frutos evangélicos. Todos podemos dar más de nosotros mismos. Necesitamos cultivo, mayor responsabilidad, poner al día las convicciones y llevarlas a la práctica. La conversión es cuestión de interioridad.
El Evangelio nos vuelve a poner ante la urgencia de la conversión, pero no como una amenaza, sino como una provocación educativa y saludable. Ello no impide que nos preguntemos: ¿Hasta cuándo vamos a jugar con la paciencia de Dios? ¿Acabaremos cortados o arrancados para no ocupar un terreno en balde?
La parábola de la higuera estéril plantea una conversión efectiva, demostrada con signos y frutos de renovación. Si estos frutos no existen, tendremos que recordar que el Reino de Dios comienza por uno mismo.
P.Hidalgo
domingo, 17 de marzo de 2019
¿Qué experimentaron Pedro, Santiago y Juan? ¿La talla humana y divina de Jesús? Lo cierto es que quedaron muy impresionados del descubrimiento personal al que estaban asistiendo. Jesús conversaba con Moisés y Elías acerca de la transcendencia de su muerte redentora...
Abrahán, como cualquier creyente, no tuvo fácil el camino de la fe. Las promesas de Dios son espectaculares, entusiasmantes: "Mira al cielo, cuenta las estrellas... Así será tu descendencia". Pero después la realidad es más cruda y dura. No se ve todos los días que las promesas de Dios hagan fecunda la vida. Muchas veces la niebla y la oscuridad nos quitan panorámica. Pero Dios mantiene con su presencia lo que ha prometido y lo corrobora con pactos significativos: "Aquel día el Señor hizo alianza con Abrahán".
Cualquier momento es bueno para vivenciar intensamente las alianzas de Dios. La tradición y la experiencia creyente nos aseguran que Él está comprometido con el mundo y con la historia. Su gran compromiso es la Alianza. Se ha desposado con nosotros y nos ha jurado cariño eterno. Esto es tan valioso y absoluto que para muchos se convierte en la vocación suprema, en la aspiración fundamental. San Pablo llegó a tener esta experiencia mística; por eso se atreve a brindarse como modelo en el seguimiento de Jesús y a recordarnos que, además de pisar tierra, somos también ciudadanos del cielo.
El Evangelio nos relata una escena apoteósica, sorprendente, en el alto de un monte: la transfiguración de Jesús. Los tres discípulos quedaron tan impactados que deseaban permanecer allí de por vida: "Maestro, qué hermoso es estar aquí. Hagamos tres chozas...".
¿Qué experimentaron Pedro, Santiago y Juan? ¿La talla humana y divina de Jesús? Lo cierto es que quedaron muy impresionados del descubrimiento personal al que estaban asistiendo. Jesús conversaba con Moisés y Elías acerca de la transcendencia de su muerte redentora.
Hay que notar que los discípulos tuvieron tal experiencia mientras acompañaban a Jesús orando. ¿Es imprescindible orar para descubrir la talla y la transcendencia de Jesús? La verdad es que las experiencias místicas ayudan mucho a los creyentes comprometidos. No sólo cargan las pilas y oxigenan el espíritu, sino que templan el ánimo y capacitan para sacrificarse por los demás hasta el grado de oblación que Dios quiera.
P.Hidalgo
Dia del Seminario - “El Seminario, misión de todos” hoy domingo 17 de Marzo

sábado, 16 de marzo de 2019
"HOY EN VIGO" La Asociación Amigos de Venezuela en Vigo invita a todos los venezolanos que hacemos vida en ésta ciudad a un acto espiritual en estos momentos tan difíciles para nuestra amada Venezuela, la única luz que tenemos es nuestra fe y esperanza, vamos a unirnos en oración este sábado 16 de Marzo a las 19.00 pm en la Iglesia de Fátima, Vía Norte Vigo “te esperamos”.
domingo, 10 de marzo de 2019
En medio de la tentación Dios templa, anima y ayuda. En Jesús la Palabra de Dios pudo más que otros mensajes engañosos. Él optó por la libertad y descartó venderse, como le proponía seductoramente el Maligno. Así, en el crisol del desierto quedó definitivamente depurada, definida y afirmada su personalidad. Convencido de que el ser humano no se alimenta sólo de pan, confiesa que sólo Dios es digno de culto y entiende que el proyecto de su vida ha de ir por la línea del desprendimiento, del servicio y de la oblación total...
La primera lectura condensa una bella experiencia religiosa que se mantuvo en el antiguo pueblo de Dios generación tras generación. A modo de oración y de confesión de fe, el pueblo expresaba con gran pedagogía y con reconocida gratitud que Dios había intervenido generosamente en la vida personal y colectiva.
También nosotros tenemos experiencia de que Él no defrauda, sino que tiene múltiples signos y detalles de salvación abundante. Por eso, se nos amontonan las razones y los motivos para estar agradecidos con Dios, y para profesar con el corazón y con los labios que Él es amigo y bienhechor.
Pero el mensaje que se repite, año tras año, el domingo primero de Cuaresma es el de Jesús tentado, como nosotros. Ayer como hoy, la tentación acontece, nos ronda. La Biblia reconoce y relata de diferentes modos su presencia e influjo contaminante en la vida de las personas y de los pueblos. Ayer como hoy, la tentación acosa y golpea.
Pero tentación no es lo mismo que pecado; ni mucho menos. Jesús, semejante a nosotros e inmerso en un mundo de maldad, fue tentado también. Sin embargo, no se dejó enredar, no le penetró ningún virus pecaminoso, porque no le concedió la más mínima facilidad.
Dice el Evangelio que antes de comenzar activamente su etapa misionera, Jesús sintió la necesidad de hacer un retiro largo para plantearse de una manera definitiva, crítica y orante su vocación y misión. El Espíritu lo fue llevando por el desierto. Y en esa situación fue tentado por el diablo; dicho con otras palabras, vivió dramáticamente una crisis.
En realidad, así nos pasa a todos. Cuando uno medita y se aplica con sinceridad los planes de Dios o los valores del espíritu, cuando quiere poner la vida al servicio del Evangelio, cuando se propone ajustarse a la voluntad de Dios, aparece el Maligno turbando, distrayendo, enredando o camuflando la realidad. Pero, si uno es profundamente creyente, en esas situaciones siente también que está habitado por Dios y su inspiración ilumina, equilibra y fortalece.
Es verdad. En medio de la tentación Dios templa, anima y ayuda. En Jesús la Palabra de Dios pudo más que otros mensajes engañosos. Él optó por la libertad y descartó venderse, como le proponía seductoramente el Maligno. Así, en el crisol del desierto quedó definitivamente depurada, definida y afirmada su personalidad. Convencido de que el ser humano no se alimenta sólo de pan, confiesa que sólo Dios es digno de culto y entiende que el proyecto de su vida ha de ir por la línea del desprendimiento, del servicio y de la oblación total. Se adhiere al plan de Dios a costa de cualquier sacrificio, consciente de que es lo acertado, lo auténtico.
En resumen, las tentaciones que sufrió Jesús no son muy diferentes a las nuestras. Son las tentaciones que acosan a todo ser humano: el deseo de poder y de triunfo, de abundancia y de fama, de placer y de comodidad. ¿Cómo respondemos ante la tentación? Buena pregunta para meditar y responder durante la Cuaresma.
P.Hidalgo
sábado, 9 de marzo de 2019
jueves, 7 de marzo de 2019
VIA CRUCIS

miércoles, 6 de marzo de 2019
domingo, 3 de marzo de 2019
La sabiduría popular asegura: "La ignorancia es atrevida". Jesús lo expresa de otra forma: Un ciego no puede guiar a nadie. Antes hay que quitarse las vigas de los ojos; de lo contrario, ni se puede ver, ni se puede conducir, ni se puede educar a nadie. Falla la educación por la base si uno no va por delante con el ejemplo. ¿Con qué autoridad moral puedes acercarte a corregir a otro, si estás cargado de defectos? No, lo primero es el conocimiento personal, la autocrítica y la mayor coherencia posible; y después lo que Dios nos diga. Motiva más el testimonio que los consejos, el ejemplo que las palabras...
Un experto en sabiduría humana y divina, como es el autor del Eclesiástico, manifiesta que por lo que hablamos y cómo lo razonamos se saca la calidad y la hondura que tenemos. Porque generalmente comentamos aquello que nos interesa, lo que nos atrae por valor o aspiración.
Ahora bien, ¿de qué solemos hablar a diario? ¿Qué comentarios son los más frecuentes en familia, con los amigos, en los ratos de ocio y de tertulia?
Este experto viene a decir que hay que pensar antes de hablar. Según sean la mentalidad y la espiritualidad que anidan en el corazón, así serán nuestras conversaciones. Dice: "Como el horno prueba la vasija del alfarero, el hombre se prueba en su razonar".
La sabiduría popular asegura: "La ignorancia es atrevida". Jesús lo expresa de otra forma: Un ciego no puede guiar a nadie. Antes hay que quitarse las vigas de los ojos; de lo contrario, ni se puede ver, ni se puede conducir, ni se puede educar a nadie. Falla la educación por la base si uno no va por delante con el ejemplo. ¿Con qué autoridad moral puedes acercarte a corregir a otro, si estás cargado de defectos? No, lo primero es el conocimiento personal, la autocrítica y la mayor coherencia posible; y después lo que Dios nos diga. Motiva más el testimonio que los consejos, el ejemplo que las palabras.
En el fondo, el Evangelio nos está diciendo que la conversión comienza por uno mismo. Y para convertirse hace falta silencio, reflexión y oración. No olvidemos que lo esencial se ve con el corazón.
Jesús menciona, además, otro síntoma claro de calidad personal: las obras. “No hay árbol sano que dé fruto dañado" y al revés. Por tanto, "cada árbol se conoce por su fruto". Es decir, lo que el árbol lleva dentro, aparece antes o después. Y lo que una persona almacena, antes o después se transparenta. Por eso, el valor de las personas depende de la calidad de su conciencia y de lo que atesore en su interior. Jesús lo afirma rotundamente: "El que es bueno, de la bondad que atesora en su corazón saca el bien; y el que es malo, de la maldad saca el mal; porque lo que rebosa en el corazón, lo habla la boca".
En resumen, las palabras y las obras definen a las personas. El lenguaje y el comportamiento son los medios más corrientes por donde transmitimos los sentimientos, criterios e impulsos interiores. Hemos de reconocer que muchas veces la lengua se nos suelta demasiado y con frecuencia tenemos los ojos taponados por vigas de defectos que nos impiden ver con claridad y tener una buena perspectiva. Hemos de cuidar el interior, así como las palabras y los gestos, porque traducen la calidad de nuestra fe. Si no son dignos, estamos lesionando el Evangelio. Nuestras actitudes y comportamientos son la prueba de la verdad que decimos creer.
P.Hidalgo
sábado, 2 de marzo de 2019
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