
domingo, 23 de diciembre de 2018
Hay que destacar cómo la experiencia de Dios impulsa a María a hacer un camino de solidaridad. Después de la anunciación "fue aprisa a la montaña", a casa de Isabel para ayudarla. Pero ya no fue sola. Iba Dios en ella y con ella. El encuentro entre las dos mujeres embarazadas es de profundo regocijo. Hay un diálogo entrañable entre creyentes: "¡Dichosa tú, que has creído!”. Ambas viven la comunión con Dios. Ambas oran la vida. Pero María es realzada, además, por su actitud de servicio...
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