sábado, 12 de mayo de 2018

VII Domingo de Pascua. La Ascensión del Señor - Para los que estamos actualmente en la ruta de la fe, la Ascensión es admiración por Jesús; pero es también provocación a poner manos a la obra. Jesús nos pasa el testigo: "Id y haced discípulos de todos los pueblos". Es nuestro momento. Ahora nos toca cumplir de lleno su programa. Contamos con su compañía: "Estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo"...

La ascensión de Jesús tiene un gran sentido simbólico para todos los cristianos: nos confirma que somos seres para la vida y nos recuerda que tenemos una misión que sigue siendo urgente: evangelizar y trabajar sin descanso por el Reino de Dios. Después de la Ascensión, esta tarea queda en manos de la Iglesia. Es nuestra vocación y nuestra responsabilidad. A partir de ahora, si miramos al cielo no es para quedarnos pasmados en una contemplación pasiva y estéril, sino para conmovernos con el testimonio de Jesús e, impulsados por Él, lanzarnos al mundo como testigos de la redención abundante. La ascensión de Jesús acentúa reveladoramente el sentido de nuestra vocación: Dios Padre nos pensó, nos eligió y nos bendijo para construir su Reino, que es el nuestro. El paso por la vida no tiene otra justificación mejor. He ahí nuestra misión y nuestro compromiso. Así lo experimentaron los primeros discípulos. Sintieron que Jesús, concluida su misión y antes de subir al Padre, los envía al mundo entero a proclamar el Evangelio con signos y con palabras. Por tanto, ha llegado el momento del despliegue misionero, de la movida evangelizadora. Desde entonces la Iglesia ha entendido que se le confía difundir, con pasión y dinamismo y por todo el mundo, lo que Jesús había hecho por las ciudades, pueblos y aldeas de Palestina. Y a pesar de sus limitaciones y de su pecado, la Iglesia mantiene este compromiso fundacional: con la inspiración y el empuje del Espíritu, sigue alumbrando testigos para.la causa de Dios, porque evangelizar sigue siendo una urgencia. Para los que estamos actualmente en la ruta de la fe, la Ascensión es admiración por Jesús; pero es también provocación a poner manos a la obra. Jesús nos pasa el testigo: "Id y haced discípulos de todos los pueblos". Es nuestro momento. Ahora nos toca cumplir de lleno su programa. Contamos con su compañía: "Estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo". Resumimos el sentido de la Ascensión con este broche: Monte de los olivos, lugar de despedida. Lo vieron subir: Iba hacia arriba público y visible; y una nube cerró el cielo. Sigue, subida en el aire, la mirada fascinada de sus amigos. Dicen: "Sube al Padre, al hogar del Amor y de la Plenitud, donde se vive con Dios eternamente". La Palabra, que se hizo carne, cumplió y regresó a su destino. Monte de los Olivos. Aquí ya no hay nada que hacer. Pero nos queda una motivación, un ejemplo, una misión: Extender el Evangelio. P.Hidalgo.

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