
"Hoy me acompañan estos chicos. Muchos piensan que era mejor si se quedaban en su tierra, pero allí sufrían tanto", dijo el Pontífice, y agregó: "Son nuestros refugiados, pero muchos les consideran excluidos. Por favor, son nuestros hermanos. El cristiano no excluye a nadie, deja sitio a todos, dejémosles venir a todos".
Francisco dedicó ayer su catequesis al encuentro de Jesús con el leproso que le sirvió para exponer la necesidad de rechazar "todos los prejuicios humanos", así como la invitación a "no tener miedo de acercarnos y tocar al pobre y al excluido, porque en ellos está el mismo Cristo".
El Papa se ha mostrado siempre muy sensible ante la crisis de refugiados en Europa y llegó a calificarla como la "peor catástrofe humana desde la II Guerra Mundial". Además de sus visitas a dos lugares símbolos del drama de la inmigración a Europa como las islas de Lampedusa, en Italia, y de Lesbos, en Grecia, Francisco también realizó gestos más concretos como alojar a familias sirias en el Vaticano.
Asimismo, nueve sirios, entre ellos dos cristianos, que se encontraban en Lesbos llegaron a Roma por iniciativa del Papa.
Este grupo de refugiados se suma a los doce que viajaron con el Pontífice tras su visita el pasado 16 de abril a Lesbos y de cuyo alojamiento y programa de integración se ocupa la asociación humanitaria católica Comunidad de San Egidio.
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