domingo, 7 de agosto de 2016

XIX Domingo del Tiempo Ordinario - La atención y la vigilancia son valores muy importantes. ¿Qué se puede esperar de un cristiano descuidado, que no cumple con su deber ni testimonia la calidad de vida que debiera? Las personas atentas viven con intensidad y con responsabilidad...

En Jesús y en su mensaje hay muchos valores y testimonios. Entre ellos, siempre me ha atraído la exhortación a vivir con atención y vigilancia. Más aún, descubro que es un rasgo sobresaliente de Jesús. A Él no se le ve despistado o distraído nunca. Sus rivales, que muchas veces lo tientan, quedan siempre desarmados ante la entereza y las respuestas geniales que salen de su interior. Jesús reacciona adecuadamente en cada situación, porque tiene una gran vida interior, un gran almacén de riqueza espiritual. La atención y la vigilancia son valores muy importantes. ¿Qué se puede esperar de un cristiano descuidado, que no cumple con su deber ni testimonia la calidad de vida que debiera? Las personas atentas viven con intensidad y con responsabilidad. Sin embargo, todos corremos el riesgo de abandonarnos si no cultivamos la fe con esmero y con delicadeza. Quien la cultiva, experimenta que es una motivación extraordinaria y que proporciona cantidad de recursos. Por la fe muchos creyentes han llegado a compromisos heroicos. Nosotros mismos somos testigos del empuje que tiene la fe. Los cristianos hemos de vivir siempre como hijos de la luz, no despistados. Dejar pasar oportunidades, perder el tren de la historia, vivir como ausentes o pasivos es un antitestimonio. Los cristianos, como Jesús, hemos de rezumar lucidez, coraje, fidelidad y estar al tanto de todo lo que se cuece socialmente. Si vivimos atentos, podemos aportar mucho entusiasmo y dinamismo evangélicos. P. Octavio Hidalgo, C.Ss.R.

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