miércoles, 25 de diciembre de 2019

Sí, Navidad es júbilo, aplauso, señal incipiente de victoria, porque Dios ha cumplido sus promesas. En Jesús hay una alternativa de humanidad que jamás podrá ya ser borrada de la historia...

Comentario: En distintas ocasiones y de muchas maneras Dios se ha comunicado. ¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la paz, que trae la Buena Nueva! Sí, Navidad es júbilo, aplauso, señal incipiente de victoria, porque Dios ha cumplido sus promesas. En Jesús hay una alternativa de humanidad que jamás podrá ya ser borrada de la historia. Jesús es el Emmanuel (Dios-con-nosotros), la compañía y la comunicación de Dios más humanas posibles. Y nosotros, que contemplamos el misterio de la Navidad desde la dilatada historia de la Iglesia, podemos afirmar: Jesús es mensajero y alianza, redentor y testigo, luz, camino, verdad, vida, resurrección, y un sinfín de títulos y símbolos de profundo calado humano. Navidad es acogida y agradecimiento, porque “tanto amó Dios al mundo que le dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no se pierda, sino que tenga vida eterna. Dios no envió a su Hijo al mundo para condenarlo, sino para salvarlo" (Jn 3,16). En efecto, Dios ha querido bajar de la altura y salvarnos desde abajo, desde dentro de la humanidad misma. Por eso, Navidad es ocasión para no perderse en simples emociones contemplando, por ejemplo, a un niño que tirita de frío..., sino para considerar en bloque todo el gran regalo de Jesús para el hoy y el mañana de la humanidad. Por último, Navidad es un reto: nos recuerda que la Redención sigue... y que para realizarla Dios cuenta con nosotros. Por eso, hay verdadera Navidad cuando uno se abre a la Luz y se aleja de las tinieblas, cuando es solución, no conflicto. P. Octavio Hidalgo

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