domingo, 15 de diciembre de 2019

Domingo III de Adviento - La salvación mesiánica es siempre una provocación en positivo. Y dentro de esta provocación resulta todavía más sorprendente el "desquite de Dios". "Desquite" es parecido a "venganza”. ¡Qué chocante! ¿Dios se quiere vengar? Sí, pero a su manera; su venganza consiste en arreglar el mundo. Y, para eso, nada mejor que despegar los ojos del ciego, abrir los oídos del sordo... y regresar con cánticos a la condición primera, es decir, al estado original...

Comentario.- La salvación que aporta Jesucristo es una apuesta por la recuperación de la vida: "Id y anunciad a Juan lo que estáis viendo y oyendo: los ciegos ven y los inválidos andan; los leprosos quedan limpios y los sordos oyen; los muertos resucitan y a los pobres se les anuncia la Buena Noticia". Ya lo anunciaba el profeta Isaías siglos atrás: "mirad a vuestro Dios que trae el desquite; viene en persona... y os salvará". Por tanto, “fortaleced las manos débiles, robusteced las rodillas vacilantes, decid a los cobardes de corazón: sed fuertes, no temáis". La salvación mesiánica es siempre una provocación en positivo. Y dentro de esta provocación resulta todavía más sorprendente el "desquite de Dios". "Desquite" es parecido a "venganza”. ¡Qué chocante! ¿Dios se quiere vengar? Sí, pero a su manera; su venganza consiste en arreglar el mundo. Y, para eso, nada mejor que despegar los ojos del ciego, abrir los oídos del sordo... y regresar con cánticos a la condición primera, es decir, al estado original. Entonces vio Dios que todo era bueno... Este desquite de Dios es humanizador y pedagógico. La paradoja de su venganza estriba en animar todos los sentidos del ser humano, incluido el sentido moral. Estos signos del Mesías son los mejores argumentos para sacar a Juan el Bautista de sus dudas. Pero, reparemos en la alabanza que hace Jesús del Bautista: "¿Qué salisteis a ver en el desierto?; ¿a un Profeta? Sí, os digo, y más que profeta... Os aseguro que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan el Bautista"... Ciertamente Jesús sintió una gran admiración por Juan. Al calor del movimiento que el Bautista generó, seguramente Jesús fue madurando su vocación. por eso, nada extraña que a la muerte de Juan, Jesús tomara el relevo de su palabra y de su dinamismo profético. Existe un gran parecido entre el estilo de vida de Juan y de Jesús. No militaron en ningún grupo religioso ni político de su tiempo. No se casaron. Hasta el final de sus vidas vivieron y actuaron de forma independiente, como laicos de a pie. Ambos fueron pacíficos. Predican un cambio de vida en las personas e invitan a la conversión. Ambos son reconocidos por el pueblo como profetas de Dios. Y ambos se juegan el tipo por la misma causa: el Reino de Dios y su justicia. Los dos ponen rúbrica a su fe con el martirio. P. Octavio Hidalgo, C.Ss.R.

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