domingo, 1 de diciembre de 2019

Domingo Primero de Adviento - La Palabra de Dios nos invita a caminar por la vida despiertos y con dignidad. Se abre el Año litúrgico con la advertencia de que un cristiano debe ser siempre hijo de la luz, nunca cómplice de la tiniebla, es decir, de la maldad...

La Palabra de Dios nos invita a caminar por la vida despiertos y con dignidad. Se abre el Año litúrgico con la advertencia de que un cristiano debe ser siempre hijo de la luz, nunca cómplice de la tiniebla, es decir, de la maldad. Por tanto, recuperad la conciencia, afinad la sensibilidad, estad preparados para que nadie os manipule, para que nadie os arrebate nada digno de vuestra personalidad. Amigos, se nos propone actuar con los recursos de la verdad y de la luz, como Jesús, que no tuvo nada que ocultar ni ningún trapo sucio que esconder... El ideal y el objetivo confluyen en la expresión de la segunda lectura: "conduzcámonos como en pleno día, con dignidad". Por eso, nada de malos deseos, ni desenfrenos, ni riñas, ni hacerse la vida imposible…Se nos propone ya, al comenzar el Adviento, revestirnos de Cristo, es decir, acercarnos, lo más posible, a su estilo de ser, de sentir y de actuar. Emprendamos el camino de este nuevo Año litúrgico animados por la esperanza. Es una de las tres virtudes esenciales del cristiano; y, porque es teologal, ha de recoger todas las esperanzas humanas que llevamos en el corazón. P.Hidalgo

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