domingo, 21 de marzo de 2021

Quinto Domingo de Cuaresma - «Si el grano de trigo cae en tierra y muere, da mucho fruto.» Lecturas 5º Domingo de CuaresmaEn la primera oración de este domingo, pedimos que «avancemos animosamente hacia aquel mismo amor que movió a tu Hijo a entregarse a la muerte por la salvación del mundo». Por su muerte y resurrección Dios ha hecho con nosotros una Alianza Nueva con una ley no escrita en tablas de piedra: «Pondré mi ley en su interior y la escribiré en sus corazones» (1ª lectura). El Evangelio nos recuerda —refiriéndose a la muerte de Cristo— que «ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del hombre. En verdad, en verdad os digo: si el grano de trigo (…) muere, da mucho fruto». Imitemos a Cristo, aborreciéndonos a nosotros mismos en este mundo, para guardarnos así para la vida eterna..

La Alianza es el gran símbolo que define las mutuas relaciones entre Dios y su pueblo. Dios es fiel siempre; el pueblo raramente. Esta Alianza evoca que Israel ha sido el pueblo elegido que Dios protege. Pero este pueblo quebrantó muchas veces la relación de amistad; su desobediencia se repite una y otra vez a lo largo de la historia. Sin embargo, cuando el pueblo se arrepiente, Dios lo perdona siempre. La Alianza que anuncia Jeremías es de índole más espiritual y profunda, grabada en el corazón, para favorecer más permanentemente la fidelidad y la santidad del pueblo: "Meteré mi ley en su pecho, la escribiré en sus corazones; yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo". Para nosotros Cristo es la Alianza nueva y definitiva, el gran lazo de unión con Dios. Lo logra a través de una vida obediente, redentora, servicial y fecunda. Él nos sorprende hoy con una pequeña parábola llena de lección humana, testimonio y alcance: La vida, como el grano de trigo, si se reservan, se vuelven estériles; sólo ganan cuando se invierten en donación y en sacrificio por los demás. Esta parábola está radiografiando al propio Jesús: El que se deshace dando vida, gana; quien se reserva, pierde. Para ser fecundos, es imprescindible sufrir la experiencia del grano de trigo. Jesús, que observa y aprende de la naturaleza, afirma rotundamente que es necesario deshacerse en la oscuridad del día a día, como cualquier semilla, para dar fruto. Gran mensaje, aunque cargado de dificultad, ante el que nos surgen muchos miedos y muchas resistencias. Esta parábola propone unos esquemas alternativos a los que comúnmente se barajan. Los esquemas que más se llevan se conjugan con los verbos tener, poder, disfrutar, sobresalir... Pero uno no es feliz conjugando estos verbos. El egoísta desfigura cada vez más su sensibilidad hasta el punto de volverse insensible. Sólo la entrega genera vida. Convence, por ejemplo, aquel testamento que dejó Baden-Powell como resumen de su proyecto educativo: "Dios nos ha puesto en un mundo encantador para que seamos felices y gocemos de la vida. Pero la felicidad no está en el éxito, ni en el dinero, ni en darse gusto a sí mismo. La verdadera felicidad consiste en hacer felices a los demás. Por tanto, tratad de dejar el mundo en mejores condiciones que cuando entrasteis en él...". En efecto, la vida generosa y entregada no sólo es un acierto para el que la ejercita, sino que es un gran ejemplo dentro de la pluralidad de mentalidades que existen. Y un apunte más: como a cualquiera, a Jesús también le cuesta poner en práctica la lección de esta parábola. La llegada de su hora le agita el alma. Si es sacrificado mantener la entrega, es aún más difícil caer en tierra como un mártir. Pero de su fidelidad al Padre y de tal sacrificio han brotado abundantemente la vida y la salvación. Nosotros somos testigos de lo impresionante que ha sido la cosecha. De su pascua (muerte-resurrección) ha nacido una nueva manera de hacer historia, un modo nuevo de amar el mundo, una inmensa Iglesia de seguidores entusiasmados con el Reino de Dios. P. Octavio Hidalgo.

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