domingo, 7 de febrero de 2021

Evangelizar es también la gran tarea del cristiano, su razón de ser, un oficio que se cumple con hechos y con palabras; de lo contrario, se corre el peligro de que la Buena Noticia quede desfigurada. Es urgente evangelizar para alcanzar el Reino de Dios. Para ello hay que quitar del medio a muchos demonios, muchas fiebres.... como hacía Jesús..

La cuestión que está latente en el pasaje del libro de Job es el sentido de la vida, una cuestión que nos asalta más agudamente cuando vivimos momentos difíciles. El debate interior es tan fuerte que Job se encuentra como en un laberinto: no hay salida, ni luz, ni esperanza... La vida es una esclavitud penosa, una pasión inútil, un trabajo rudo que hay que soportar, una escena corta que pasa infelizmente... De esta manera, concluye, no merece la pena vivir. Si la realidad fuera tan cruda y chata, si no hubiera otras perspectivas, pensaríamos como Job. Pero, gracias a Dios, no es así. La vida tiene un gran sentido si se pone al servicio de un bello ideal. Cuando una persona vive con ideal, no sólo le brillan los ojos y le canta el alma, sino que le falta tiempo para desarrollar tantas iniciativas como le surgen del interior. No obstante, hay que reconocer que no es fácil vivir a diario con ilusión, que seguir el ideal es costoso, que tender a la plenitud exige sacrificio y constancia. Pero nosotros contamos con la fe y con el Evangelio para hacer camino con el talante y el ritmo de un líder consagrado: Jesús de Nazaret. Él ayuda a dar profundo sentido a la vida. Seguramente lo hemos experimentado todos: cuando el Evangelio se convierte en el motor de la vida, es que ha entrado tan dentro de nosotros que no nos queda más remedio que pregonarlo. Y de una manera voluntaria y gratuita. Así de intenso es el testimonio personal que nos comenta San Pablo. El deber que siente como creyente, después de haber sido alcanzado por Jesús, es evangelizar. Es una necesidad, una responsabilidad, una urgencia irrenunciable: "¡Ay de mí si no anuncio el Evangelio!". He ahí el compromiso que le apasiona como apóstol. Evangelizar es también la gran tarea del cristiano, su razón de ser, un oficio que se cumple con hechos y con palabras; de lo contrario, se corre el peligro de que la Buena Noticia quede desfigurada. Es urgente evangelizar para alcanzar el Reino de Dios. Para ello hay que quitar del medio a muchos demonios, muchas fiebres.... como hacía Jesús. El pasaje evangélico resalta cómo la gente, necesitada de salud y de salvación, buscaba a Jesús y cómo él sabe compaginar compromiso y oración. Ambas cosas son principales; pero hay que saberlas armonizar con equilibrio. Para Jesús la oración es una constante en su vida y el motor de su actividad. Es consciente de que el activismo no le puede dominar. Por eso en ocasiones prefirió el silencio y la oración, aunque supiera que muchos lo andaban buscando. También él necesitó alimentar el compromiso en la comunicación con el Padre. Y es que la evangelización pierde mística si no se nutre y se sustenta en la oración. Gran ejemplo el que nos deja Jesús en este pasaje evangélico: por un lado, sensibilidad y cercanía con los que sufren; por otro, profunda condición creyente y orante. Si alguien dice que no tiene tiempo para rezar, porque tiene mucho que hacer, no ha entendido a Jesús. Sinceramente la actividad nunca puede justificar la falta de oración. P. Octavio Hidalgo

No hay comentarios:

Publicar un comentario