domingo, 7 de julio de 2019

Hoy nos aplicamos el envío de Jesús. Ante la increencia, la indiferencia, el materialismo y el desencanto, la evangelización es necesaria y urgente. Todos los tiempos son difíciles para evangelizar. Nos lo recuerda Jesús: "Os mando como corderos en medio de lobos". Pero indica también la manera de hacerlo: ligeros de equipaje y llenos de mística. La palabra es necesaria, pero el testimonio aún más. Cuando éste complementa la palabra, el impacto es mayor...

Comentario.- Se intuye por el texto de Isaías que la experiencia de destierro, sufrida por los judíos del Antiguo Testamento, fue dura; la vivieron con amargura y desconsuelo. Pero ahora, de nuevo en casa, el profeta los alienta con palabras de afirmación patriótica, de ternura y de esperanza. Jerusalén volverá a ser como una madre que cobija, consuela, alegra y alimenta. En el fondo, el profeta evoca el cariño de Dios que tiene vibraciones maternales, un Dios que celebra gozosamente la nueva situación con el pueblo. San Pablo manifiesta muchas veces en sus escritos que está orgulloso de haber conocido a Jesucristo. Este don fue tan decisivo que reorientó por completo su vida. A partir de esta experiencia tan conmocionante invirtió toda su energía al servicio de Jesús crucificado y resucitado, sabiduría y fuerza de Dios. Por eso comenta que lleva en su cuerpo las marcas de Jesús. Esta motivación tan entusiasmante es lo que quiere irradiar entre los cristianos de las comunidades que van surgiendo. Para San Pablo, las tradiciones carecen de importancia si no ayudan a vivir la fe. Con la irrupción de Jesús en la historia todo ha cambiado. Ahora Él es la norma, la referencia necesaria; es el Redentor, el gran símbolo para el pueblo nuevo. El Evangelio comenta el envío y la experiencia de setenta y dos discípulos que salen a evangelizar. Antes del envío, Jesús los asesora: "Os mando como corderos en medio de lobos...; id sin ostentación, con naturalidad; sin muestras de poder y con el signo de la pobreza; llevad la paz a todos". Y les propone un mensaje fundamental: el Reino de Dios, que es el objetivo y el contenido de toda evangelización. Un Reino que no sólo se anuncia, sino que, ante todo, se expone con el testimonio. Hoy nos aplicamos el envío de Jesús. Ante la increencia, la indiferencia, el materialismo y el desencanto, la evangelización es necesaria y urgente. Todos los tiempos son difíciles para evangelizar. Nos lo recuerda Jesús: "Os mando como corderos en medio de lobos". Pero indica también la manera de hacerlo: ligeros de equipaje y llenos de mística. La palabra es necesaria, pero el testimonio aún más. Cuando éste complementa la palabra, el impacto es mayor. Evangelizar es la razón de ser de la Iglesia, su mayor compromiso y su gran responsabilidad. En la práctica, es tarea y responsabilidad de todos los cristianos: todos podemos y debemos evangelizar. Hay campo de misión en cualquier parte, también cerca de nosotros; no hace falta ir lejos. Por tanto, ningún cristiano puede decir que la evangelización no le compete. Para evangelizar hace falta iniciación, preparación y entrenamiento. Pero esto vale de muy poco si no somos testigos, al estilo de San Pablo, con las marcas de Cristo en el cuerpo y el dinamismo del Espíritu en el alma. P.Hidalgo.

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