viernes, 30 de marzo de 2018

VIERNES SANTO -

COMENTARIO: Puede que nos cueste entender a Jesús, Hijo de Dios, sufriendo un final tan trágico. ¿Hacía falta que llegara hasta ese extremo? Sin embargo, el Jesús del Calvario aporta una gran lección, que Él mismo había anunciado: "Nadie me quita la vida; yo la entrego libremente" (Jn 10,18). Jesús crucificado es el gran símbolo de la humanidad, el comportamiento lógico del profeta Redentor llevando a cabo su misión con fidelidad total. Es asesinado injustamente, pero muere perdonando, reconciliando. La fe nos asegura que su estampa no es la del fracaso, sino la imagen más pura del amor, de la obediencia creyente y de una sabiduría desconcertante. La redención, generosa y abundante, es una bendita locura que sólo tiene una explicación: el amor divino. Decimos en el credo: "Por nosotros y por nuestra salvación bajó del cielo"; y por amor a los hombres y mujeres de todos los tiempos Jesús cargó con la cruz y encajó el dolor de la pasión. Hoy, Viernes Santo, es una ocasión privilegiada para confrontar nuestros esquemas con los de Dios. La muerte de Jesús es un acontecimiento horroroso desde muchos puntos de vista, pero es también consecuencia del pecado que nos engancha a todos. Sin embargo, desde el ángulo de la fe, es una victoria chocante, una demostración de fuerza espiritual, un maravilloso poema de vida y de amor. El verdadero poder de Dios es el amor. Hemos de aprender muchas cosas de Jesús. Ahí tenemos el Evangelio para empaparnos de su orientación redentora. Pero hoy hemos de acentuar la conciencia de redimidos y nos debemos preguntar: ¿Qué tenemos que sepultar? ¿De qué defectos nos hemos de desprender? ¿Qué pasos hemos de dar para nacer de nuevo en la Vigilia pascual? Hoy, Viernes Santo, es la ocasión más idónea para profundizar en la espiritualidad de la cruz. Coger la cruz de cada día, como Jesús, no es frustrante, no termina en el sinsentido. Un cristianismo sin cruz es pura fantasía. No hay seguimiento de Jesús sin cruz. El Reino de Dios sólo lo impulsan los esforzados que dan sentido a la cruz cada día. Ésta entra en los designios de Dios, es un ingrediente de la vida. Rechazarla es incapacitarse para entender a Jesús y el Evangelio. A través de la cruz uno madura, se curte, experimenta liberación, llega a dar vida. Es bueno que demos testimonio de llevar con ánimo la cruz para que, viendo nuestras reacciones, otros puedan dar sentido a sus cruces.P.Hidalgo.

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