domingo, 18 de septiembre de 2016

En la Biblia la tesis está muy clara: Dios y el dinero son incompatibles. Dios ayuda, libera; el dinero esclaviza, traiciona, divide... Por eso, Jesús afirma de una manera rotunda: "No podéis servir a Dios y al dinero". Cuando éste llega a obsesionar, es como una droga o un veneno que acaba dañando por completo...

COMENTARIO DEL EVANGELIO: El profeta Amós denuncia con valentía las injusticias y los atropellos que cometen las personas que idolatran el dinero. Por tener y dominar, están dispuestas a pisar a quien se ponga por delante. La avaricia es insaciable y corrompe hasta lo inimaginable. Pero Amós sentencia con autoridad: "Jura el Señor que no olvidará vuestras acciones". Es decir, Dios no es ingenuo; nos corregirá y pedirá cuentas hasta que reconozcamos nuestras vergüenzas. Esta denuncia crítica de Amós es trasladable a cualquier otro momento de la historia. El que tiene dinero manda, domina, engaña, influye, oprime, pero no es feliz. iQué difícil es curar esta fiebre y vencer esta tentación! Son muchos los que adoran al dinero y por él venden hasta la propia dignidad. Pero las consecuencias son desastrosas. En la Biblia la tesis está muy clara: Dios y el dinero son incompatibles. Dios ayuda, libera; el dinero esclaviza, traiciona, divide... Por eso, Jesús afirma de una manera rotunda: "No podéis servir a Dios y al dinero". Cuando éste llega a obsesionar, es como una droga o un veneno que acaba dañando por completo. En el fondo, el mensaje evangélico nos recuerda el mandamiento de "amar a Dios sobre todas las cosas". No se puede servir a dos señores. No se puede tener el corazón dividido. Si Dios no es Señor de nuestro corazón, si nos domina la materia obsesivamente, no es de extrañar que aparezca todo tipo de corrupción. El ideal es ser personas como Dios quiere, no ser ricos obsesivamente. Esta parábola del administrador injusto puede desconcertar; no es fácil entenderla a primera vista. ¿Qué quiere decir Jesús? Relacionándola con las sentencias finales, podemos sacar estas conclusiones: — Hemos de emplear la inteligencia y el ingenio para lo bueno, no para lo malo. Los hijos de la luz hemos de ser sagaces, pero jugando limpio. — No se ensalza el fraude ni la corrupción, sino la imaginación y la astucia creativa para salir de los aprietos. ¿Van a ser más listos los hijos de las tinieblas que los hijos de la luz? — El Reino de Dios se construye a base de honradez, desprendimiento y fidelidad. Pero si no somos de fiar en la gestión de las cosas pequeñas y ordinarias, ¿cómo nos van a confiar proyectos importantes? — El que no es de fiar en el dinero, no es de fiar en nada. Dicho de otra forma, el que no demuestra honradez y calidad de vida en lo pequeño, no es de fiar. — Un resumen de todo podría ser: "Corazón honrado y manos limpias". Un lema para la vida diaria. (P.Octavio Hidalgo)

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