sábado, 25 de junio de 2016

Para seguir a Jesús hay que ser muy libre, muy desprendido y muy radical. Por ahí va la vocación cristiana. No valen para cristianos aquellos que juegan a la conveniencia, que nadan y guardan la ropa, que varían de parecer según situaciones e intereses, que no acaban de romper ataduras a cosas, personas...; tampoco valen aquellos que miran atrás...

COMENTARIO DEL EVANGELIO:La carta de San Pablo a los gálatas es reconocida como la "la carta de la libertad cristiana". El pasaje de hoy recoge afirmaciones de enorme significado: "Hermanos, vuestra vocación es la libertad"; "para vivir en libertad, Cristo nos ha liberado"; "andad según el Espíritu y no realicéis los deseos de la carne"... Hay quien piensa que Dios coarta la libertad humana. ¡Gran equivocación! Dios llama, sí; pero siempre respeta la respuesta de las personas porque convoca a la libertad. Su plan consiste en proyectarnos hacia ese ideal para que no caigamos en ningún libertinaje. La libertad es sagrada y frágil al mismo tiempo. Si no se cuida con mucho esmero, quiebra fácilmente. Y quien mejor nos ayuda a cuidarla es Dios, su Espíritu. Por eso, la libertad del Espíritu es la mayor, la auténtica. En Dios no existe la más mínima sombra de libertinaje. Su libertad es altamente exigente, saludable y constructiva, está en relación estrecha con el amor y al servicio de la paz. Para seguir a Jesús hay que ser muy libre, muy desprendido y muy radical. Por ahí va la vocación cristiana. No valen para cristianos aquellos que juegan a la conveniencia, que nadan y guardan la ropa, que varían de parecer según situaciones e intereses, que no acaban de romper ataduras a cosas, personas...; tampoco valen aquellos que miran atrás. En el Antiguo Testamento el ejemplo de Eliseo es claro. Era un labrador rico; quemó los aperos y mató los bueyes, con lo cual ya no había nada que lo retuviera. Se cuenta también que el extremeño Hernán Cortés, descubridor de México, al desembarcar en Veracruz quemó las naves para motivar a los suyos a no mirar atrás. Las llamadas bíblicas tienen este cariz: suponen desprendimiento y un nuevo estilo de vida. Resumiendo, el texto evangélico detalla algunas condiciones del seguimiento de Jesús: Quien se adhiere a Él es porque quiere, no porque se le imponga. No se puede tratar con violencia, como sugieren Santiago y Juan, a quienes no entran por este camino. Los verdaderos discípulos de Jesús son tan desprendidos que no consideran nada como propio: "No tienen donde reclinar la cabeza". El Reino de Dios y la misión son lo primero; la familia nunca ha de ser obstáculo, menos otras ataduras. El seguimiento cristiano es cosa de valientes que sólo miran hacia delante. La vocación cristiana es libre y radical. P. Octavio Hidalgo, C.Ss.R.

No hay comentarios:

Publicar un comentario