domingo, 1 de octubre de 2017

¿Quién no ha quebrantado alguna vez promesas y compromisos? ¿Quién no ha fallado a la palabra dada? Los dos hijos de la parábola evangélica protagonizan una conducta que no se debe tener, aunque uno es más criticable que el otro. El segundo es un hipócrita, mientras que el primero protesta, es de reacciones primarias, pero después reflexiona y va a trabajar. En realidad, éste cumple la voluntad del padre; no así el primero. El ideal, sin embargo, es proceder con elegancia tanto en el fondo como en las formas...

COMENTARIO: Es denso y sugerente el contenido de la segunda lectura. Además de recoger un himno con el que los filipenses invocaban y glorificaban a Jesús, se aporta una rica motivación a valores comunitarios: no obréis por envidia ni por ostentación; dejaos guiar por la humildad; considerad siempre superiores a los demás; no os encerréis en vuestros intereses, sino buscad el interés de los demás; tened entre vosotros los sentimientos de Cristo Jesús. En realidad, es un estupendo programa para la comunidad cristiana, válido igualmente para la comunidad ciudadana. Las otras dos lecturas encierran también una motivación a proceder con elegancia y con responsabilidad. ¿Quién no ha quebrantado alguna vez promesas y compromisos? ¿Quién no ha fallado a la palabra dada? Los dos hijos de la parábola evangélica protagonizan una conducta que no se debe tener, aunque uno es más criticable que el otro. El segundo es un hipócrita, mientras que el primero protesta, es de reacciones primarias, pero después reflexiona y va a trabajar. En realidad, éste cumple la voluntad del padre; no así el primero. El ideal, sin embargo, es proceder con elegancia tanto en el fondo como en las formas. Debemos obedecer a Dios de manera sincera y elegante. Y obedecer a Dios es, sobre todo, amar, servir y hacer felices a los que están a nuestro lado. No nos sorprendamos que Jesús diga: hay gente de mala fama -publicanos y prostitutas- que esto lo hacen mejor que gente religiosa. La vida de cada uno es la demostración de si construye Reino de Dios y cumple su voluntad o, por el contrario, es un hipócrita porque asiste a actos religiosos, dice que reza, pero después no se nota que arrime el hombro en el trabajo de la viña: el Reino de Dios. Las personas que parece que dicen sí, pero es un no, tal vez lo hacen por superficialidad, por falta de discernimiento o por fallos en la educación cristiana, pero ello no elimina su parte de responsabilidad personal. ¿En cuál de los dos hijos nos vemos fotografiados? P.Hidalgo.

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