miércoles, 14 de febrero de 2018

La Cuaresma es una ocasión propicia para reforzar convicciones y compromisos; por ejemplo, austeridad frente al consumismo, pensar bien de los demás frente a hablar mal de ellos, no creernos los mejores y pensar que los malos son los otros, etc. Haremos muy bien, además, si nos echamos a la cara las Bienaventuranzas (Mt 5,2-12). Jesús condensa en ellas el ideal cristiano. Al mirarnos en su espejo nos podemos preguntar: ¿Qué nos falta?, ¿qué nos sobra?

Con el Miércoles de Ceniza comenzamos la preparación para la Pascua. Nos preparamos para vivir, como conviene, el gran acontecimiento de la Historia de la Salvación: el paso de la muerte a la vida de Cristo con toda su transcendencia y motivación. La Iglesia nos recuerda que esta preparación consiste en buscar una conversión cada vez más sincera y perfecta mediante la meditación profunda de la Palabra de Dios, la vivencia de los sacramentos, la oración, las privaciones voluntarias -de las que son un ejemplo el ayuno y la abstinencia- y la renuncia al egoísmo. Se trata de poner todos los medios en juego para ahondar y avanzar en el vivir cristiano. La Cuaresma es una ocasión propicia para reforzar convicciones y compromisos; por ejemplo, austeridad frente al consumismo, pensar bien de los demás frente a hablar mal de ellos, no creernos los mejores y pensar que los malos son los otros, etc. Haremos muy bien, además, si nos echamos a la cara las Bienaventuranzas (Mt 5,2-12). Jesús condensa en ellas el ideal cristiano. Al mirarnos en su espejo nos podemos preguntar: ¿Qué nos falta?, ¿qué nos sobra? En Cuaresma se nos pide, ante todo, misericordia. Y la misericordia, bien entendida, es: — Sentir la miseria del hermano. — Practicar el amor ante la miseria del hermano. — Demostrar con gestos y acciones la preocupación por todos los hermanos. Hay obras de misericordia que son individuales; por ejemplo: — Dar esperanza al que está desanimado. — Consolar y animar al triste. — Ayudar a encontrar trabajo. — Visitar al enfermo. — Ayudar al empobrecido. — Recuperar al delincuente. Hay otras obras de misericordia que son colectivas: — Combatir las injusticias. — Defender la paz. — Trabajar por la unión de los vecinos. — Apoyar iniciativas y gestos de solidaridad. Muchas veces la vida misma se encarga de presentarnos alternativas para mejorar. Jesús es luz, don de Dios, Palabra con fuerza renovadora, agua viva, buen Pastor... Y en Cuaresma Jesús es el gran testigo de la misericordia y del perdón de Dios. P.Hidalgo

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